Este signo es muy
característico, pero, ¿qué significa?
Por: Daniel Alberto Robles Macías | Fuente: ConMasGracia.org
En cada celebración eucarística, cuando el
sacerdote extiende sus manos sobre el pan y el vino, el acólito hace sonar la
campanita y todos en la audiencia nos ponemos de rodillas. Asimismo, en cada
elevación del Cuerpo y la Sangre de Cristo, se vuelven a escuchar las
campanitas. Este signo es muy característico y, en lo personal,
me gusta. Pero, ¿qué significa?
Antes del Concilio Vaticano II, la Misa se
celebraba “mirando al oriente”, es decir,
los fieles miraban al sacerdote de espaldas, quien en voz baja y en el idioma
latín, dirigía la celebración. Esto ocasionaba que muchos asistentes
se distrajeran y, por lo tanto, no comprendían lo que pasaba en cada momento de
la celebración. De modo que las campanitas eran de mucha utilidad en el momento
culmen de la consagración.
Cuando las campanitas se
tocaban, era la señal para que cada quien tomara consciencia y prestara
atención al milagro que estaba por suceder, Cristo mismo se hace presente en
Cuerpo, Alma y Divinidad. Las
campanitas, también se hacían oír durante la elevación de los dones y en las
genuflexiones que el sacerdote realizaba.
Después del Concilio, el rito tridentino de la
misa se modificó para quedar como lo conocemos ahora, denominado forma
extraordinaria. Hoy, la eucaristía se celebra en la lengua de la región, con el
sacerdote de cara a los fieles y en voz alta.
Que se hagan sonar las
campanitas en el momento de la consagración, no es obligatorio y se deja a
voluntad del ministro celebrante. La Instrucción General del Misal Romano en su
numeral 150 refiere: “Un poco antes de la
consagración, el ministro, si se cree conveniente, advierte a los fieles con un
toque de campanilla. Puede también, según las costumbres de cada lugar, tocar
la campanilla en cada elevación”.
Pero yo considero que su uso sigue siendo de
mucha utilidad, puesto que, en la actualidad, la Misa resulta ser entendible y
permite la participación activa, no falta aquella persona que en
algunos momentos de la celebración se distraiga en otros pensamientos y pierda
conciencia de los momentos importantes. Por lo que,
en el momento de la plegaria eucarística, el sonido de las campanitas lo
hará volver hacia el acontecimiento que se está celebrando en el altar.
Además, gracias a los signos visibles que
contemplamos en la Misa, tales como los colores en las vestiduras de los
sacerdotes, las imágenes, cantos, flores, velas, incienso o campanitas, es que
podemos adentrarnos en la celebración de la que todos formamos parte y, de esa
manera, ser conscientes de la importancia y el sentido de cada momento de la
Eucaristía.
En
consecuencia, el uso de las campanitas en la liturgia nos ayuda a
recordar lo que estamos por vivir. Junto con todo el cielo y la Iglesia
universal adoramos con gozo y piedad el sacrificio de aquel que se hace
alimento para nosotros. Junto con el sonido de las campanitas elevamos
nuestra alabanza al Señor, al Santo de los Santos.
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