“Yo te curo y Dios te sana”, solía decir San Martín de Porres, el santo de la escoba y patrono de los
barberos, a los grandes señores y hombres sencillos que acudían en busca de su
ayuda. Su fiesta se celebra cada 3 de noviembre.
San Martín nació en Lima en 1579. Desde niño sintió predilección por los
enfermos y los pobres. Aprendió el oficio de barbero y algo de medicina. A los
quince años pidió ser admitido como “donado”, es
decir, como terciario, en el convento de los Dominicos.
En su servicio de enfermero no hacía diferencia entre pobres y los que
más tenían, aunque tuvo que pasar por experiencias de incomprensión y envidia.
En 1603 hizo su profesión religiosa.
Con ayuda de Dios, realizaba algunos milagros de curaciones instantáneas
o en ocasiones bastaba su presencia para que el enfermo desahuciado empezara a
recuperarse. Hay quienes lo vieron entrar y salir de recintos con las puertas
cerradas, mientras que otros aseguraron haberlo visto en dos lugares distintos
a la misma vez.
Era tanto el cariño y admiración que le tenían al humilde Fray Martín
que hasta el Virrey de aquel entonces fue a visitarlo en su lecho de muerte
para besar su mano. Partió a la Casa del Padre un 3 de noviembre de 1639,
besando el crucifijo con gran alegría.
San Martín es recordado con la escoba, que es símbolo de su humilde
servicio. Por ello, San Juan XXIII al canonizarlo en 1962 dijo: “¡Ojalá que el ejemplo de Martín enseñe a muchos lo feliz
y maravilloso que es seguir los pasos y obedecer los mandatos divinos de
Cristo!”.
Redacción ACI Prensa
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