5 DE OCTUBRE
Apóstol de la
Divina Misericordia
Nacida
el 25 de agosto de 1905
Muere el 5 de octubre de 1938
Canonizada el 30 de abril del 2000, año jubilar.
Muere el 5 de octubre de 1938
Canonizada el 30 de abril del 2000, año jubilar.
Cuando se
anunció la pronta canonización de la Beata Faustina nos llenamos de alegría ya
que ella es una de las patronas de nuestra comunidad. Esta religiosa polaca
recibió mensajes de Jesús sobre su Divina Misericordia. Providencialmente esta
devoción tan necesaria para nuestros tiempos se ha propagado por el mundo
entero. Es un milagro de Dios y un compatriota de Santa Faustina ha sido el
gran instrumento: Juan Pablo II.
La
misericordia de Dios se revela en toda la historia. Adán y Eva, a pesar de su
pecado, reciben la promesa de la redención. En Sodoma, en el tiempo de Noe,
ante la esclavitud en Egipto, una y otra vez, Dios busca rescatarnos aunque son
pocos los que le responden. Pero la misericordia divina se manifiesta en su
plenitud en Jesucristo cuyo corazón traspasado es fuente infinita de
misericordia. En el siglo XX Jesús visita a Santa Faustina y le muestra Su
corazón traspasado del que emanan rayos de luz blanca (el agua del bautismo) y
roja (Su Sangre) y le encomienda la misión de dar a conocer Su misericordia a
todos los hombres. Ante la pérdida de la fe del siglo XX, el mensaje de la
misericordia se hace urgente pues es la única esperanza de la humanidad.
PRIMEROS AÑOS DE SANTA
FAUSTINA
Santa
Faustina nació en la aldea de Glogoviec, en Swinice Varckie, Polonia, el 25 de
agosto de 1905. Fue bautizada dos días después con el nombre de Elena Kowalska,
en la Iglesia de San Casimiro. Sus padres tuvieron 8 hijos (Elena es la
tercera), a quienes criaron con mucha disciplina, siendo gran ejemplo de vida
espiritual. A muy temprana edad, Elena fue llamada a hablar con el cielo. Una
indicación de este hecho fue un sueño que ella tuvo a la edad de 5 años. Su
madre recuerda que en esa época Elena dijo a su familia. “Yo estuve caminando de la mano de la Madre de Dios en
un jardín precioso”. Muchas veces, aún antes de los siete años, la
niña se despertaba durante la noche y se sentaba en la cama. Su mamá veía que
estaba rezando, y le decía que regresara a dormir o terminaría perdiendo la
cabeza. “Oh, no madre”, Elena le contestaba,
“mi ángel guardián me debe haber despertado para
rezar.” Nos dice Santa Faustina en su diario (#7): “Desde los siete
años sentía la suprema llamada de Dios, la gracia de la vocación a la vida
consagrada. A los siete años por primera vez oí
la voz de Dios en mi alma, es decir, la invitación a una vida más perfecta. Sin
embargo, no siempre obedecí la voz de la gracia. No encontré a nadie quien me aclarase esas cosas.”
Este evento ocurrió en Vísperas, durante la exposición del Santísimo
Sacramento.
Elena
tenía aproximadamente 9 años cuando se preparó para recibir los sacramentos de
la Confesión y la Comunión en la Iglesia de San Casimiro. Su madre recuerda que
antes de dejar la casa en el día de su Primera Comunión, Elena besó las manos
de sus padres para demostrar su pena por haberles ofendido. Desde aquél
entonces, se confesaba todas las semanas; cada vez rogaba a sus padres perdón,
besándoles las manos, siguiendo una costumbre Polaca. Esto lo hacía a pesar de
que sus hermanos y hermanas no le imitaban.
Elena
ayudaba en la casa con los quehaceres de la cocina, ordeñando las vacas, y
cuidando de sus hermanos. Empezó a asistir al Colegio cuando tenía 12 años de
edad, debido a que las escuelas en Polonia estaban cerradas durante la
ocupación Rusa. Solo pudo completar tres trimestres, cuando en la primavera de
1919, se notificó a todos los estudiantes mayores, que salieran del colegio
para dar cabida a los niños menores.
A los 15
años comenzó a trabajar como empleada doméstica y de nuevo sintió muy fuertemente
el llamado a la vocación religiosa, pero al presentarle su sentido a sus padres
se lo negaron. Varias veces pidió permiso a sus padres para entrar al convento;
la misma Santa relata una de estas ocasiones en el diario: “El decimoctavo año de mi vida, insistente pedido a
mis padres el permiso para entrar en un convento; una categórica negativa de
los padres. Después de esa negativa me entregué a las vanidades de la vida sin
hacer caso alguno a la voz de la gracia, aunque mi alma en nada encontraba satisfacción.
Las continuas llamadas de la gracia eran para mí un gran tormento, sin embargo
intenté apagarlas con distracciones. Evitaba a Dios dentro de mí y con toda mi
alma me inclinaba hacia las criaturas, Pero la gracia divina venció en mi alma”
(# 8).
Durante
ese mismo año tuvo una experiencia que marcó su vida. Fue invitada a una fiesta
junto con su hermana Josefina, en el parque de Venecia, en la ciudad de Lodz: “Una vez, junto con una de mis hermanas fuimos a un
baile. Cuando todos se divertían mucho, mi alma sufría tormentos interiores. En
el momento en que empecé a bailar, de repente vi a Jesús junto a mí. A Jesús
martirizado, despojado de sus vestiduras, cubierto de heridas, diciéndome esas
palabras: ‘¿Hasta cuándo Me harás sufrir, hasta cuándo Me engañarás?’ En aquel
momento dejaron de sonar los alegres tonos de la música, desapareció de mis
ojos la compañía en que me encontraba, nos quedamos Jesús y yo. Me senté junto
a mi querida hermana, disimulando lo que ocurrió en mi alma con un dolor de
cabeza. Un momento después abandoné discretamente a la compañía y a mi hermana
y fui a la catedral de San Estanislao Kostka. Estaba anocheciendo, había poca
gente en la catedral. Sin hacer caso a lo que pasaba alrededor, me postré en
cruz delante del Santísimo Sacramento, y pedí al Señor que se dignara hacerme
conocer qué había de hacer en adelante.
Entonces oí esas palabras: ‘Ve inmediatamente a Varsovia, allí entrarás
en un convento.’ Me levanté de la oración, fui a casa y solucioné las cosas
necesarias. Como pude, le confesé a mi hermana lo que había ocurrido en mi
afina, le dije que me despidiera de mis padres, y con un solo vestido, sin nada
más, llegué a Varsovia.” Pidió a
la Santísima Virgen que la guiara y le dejara saber donde dirigirse. Así llegó
a la Iglesia de Santiago Apóstol en las afueras de Varsovia y, al finalizar las
misas, habló con un sacerdote que la envió donde la Sra. Lipzye, una señora muy
católica, y se hospedó con ella. Durante su estadía con la familia Lipzye
visitó varios conventos pero todas las puertas le fueron cerradas. Pidiéndole
al Señor que no la dejara sola, buscaba una respuesta a su oración, pero el
Señor quería enseñarle que El siempre responde a nuestras oraciones solo en su
tiempo, no en el nuestro.
Santa
Faustina se dirigió a las puertas de la Casa Madre de la Congregación de las
Hermanas de Nuestra Señora de la Misericordia en la calle Zytnia, en Varsovia,
donde la Madre general la interrogó. Madre Micaela le dijo que fuera a
preguntarle al Señor de la casa si Él la aceptaba. Santa Faustina se dirigió a
la Capilla y le preguntó al Señor si la aceptaba y escuchó en su corazón: “Yo te acepto; tu estas en mi Corazón”. Ella se
dirigió donde la Madre General y le dijo lo que había oído, la Madre repuso,
“si el Señor te acepta yo también te acepto, esta es tu casa” (#’s 9
y 10).
La
pobreza de Santa Faustina fue su peor obstáculo pues necesitaba recoger dinero
para el ajuar. La superiora le sugirió que siguiera trabajando hasta
completarlo. Trabajó un año como doméstica para reunir todo el dinero. Durante
ese tiempo tuvo muchos retos y obstáculos, pero se mantuvo firme en su
decisión, y durante la Octava de Corpus Christi, el 25 de julio de 1925, hizo
un voto de castidad perpetua al Señor. Relata la Santa, “Con las palabras sencillas que brotaban del corazón, hice a Dios
el voto de castidad perpetua. A partir de aquel momento sentí una mayor
intimidad con Dios, mi Esposo. En aquél momento hice una celdita en mi corazón
donde siempre me encontraba con Jesús” (#16).
POSTULANTADO
El 2 de agosto
de 1925, fiesta de Nuestra Señora de los Ángeles, entró en la Congregación como
Postulante. Pocas semanas después de haber entrado tuvo la tentación de irse
del convento. Fue en busca de la Madre Superiora y al no encontrarla se fue a
su celda. Estando en su cuarto tuvo una visión de Jesús, con su rostro
destrozado y cubierto de llagas. Ella le preguntó “¿Jesús
quién te ha herido tanto?” Jesús le contestó: “Esto es el dolor que me causarías
si te vas de este convento. Es aquí donde te he llamado y no a
otro; y tengo preparadas para ti muchas gracias.” Ella comprendió que Dios
realmente la quería ahí y a la mañana siguiente confesó a su director
espiritual lo que le había ocurrido. Él le confirmó que realmente Dios la
quería ahí.
Como
Postulante se familiarizó en sus ejercicios espirituales. Fue encargada de la
cocina, de limpiar el cuarto de la Madre Barkiewez y de cuidarla durante su
enfermedad.
A causa
de sus conflictos interiores, su gran fervor espiritual, y el cambio de vida,
la salud de Santa Faustina empezó a decaer. Las superioras, alarmadas por el
agotamiento que manifestaba, la enviaron a Skolimow, a la casa de descanso, en
compañía de dos hermanas.
ENTRADA AL NOVICIADO Y
PROFESIÓN
En los
comienzos de 1926, fue enviada al noviciado en Józefów (el lugar de San José)
en Cracovia-Lagiewniki, para terminar su Postulantado y el 30 de abril tomó el
hábito religioso como novicia y recibió su nombre de Sor María Faustina.
Durante la ceremonia le fue revelada la magnitud de sus sufrimientos futuros y
a lo que se estaba comprometiendo. Esto duró poco, luego el Señor la llenó de
una gran consolación. En este convento de Cracovia-Lagiewniki, Santa Maria
Faustina hizo su noviciado, pronunció sus primeros votos y los perpetuos,
sirvió como cocinera, jardinera y portera, y pasó los últimos años de su vida
terrenal.
En el
transcurso de su noviciado un hecho que se conoce mucho es la historia de la
escurrida de las papas. Debido a la gran debilidad que sufría, esta tarea se le
dificultaba cada día mas, entonces empezó a evadirla, pero al poco tiempo se
empezó a notar; la Madre Superiora no comprendía que a pesar de su deseo, Sor
Faustina no podía hacerlo por su poca fuerza. Un día, cuando hizo su examen de
conciencia se quejó al Señor de su debilidad. Escuchó estas palabras: “Desde hoy tendrás mas facilidad, pues yo te
fortaleceré“. A la noche, confiada por lo que el Señor le había
prometido, se apresuró a tomar la olla. La levantó con facilidad y la escurrió
perfectamente. Cuando levantó la tapa para dejar salir el vapor, en vez de
papas, ella vio ramos de rosas, las más hermosas que jamás hubiese visto.
Tratando de comprender esta visión escuchó estas palabras: “Yo cambié tu trabajo tan duro en un ramillete de las
más bellas flores, y su perfume sube a Mi Trono“. Después de esto
ella buscaba como hacer este trabajo diariamente aun cuando no le tocaba,
porque comprendió que le agradaba al Señor.
Para
quien la observara desde fuera nada hubiera delatado su extraordinaria y rica
vida mística. Cumplía sus deberes con fervor, observaba fielmente todas las
reglas del convento, era recogida y piadosa, pero a la vez natural, y alegre,
llena de amor benévolo y desinteresado al prójimo. Sus hermanas recuerdan que
Santa Faustina fue una grata compañía durante el noviciado y su conducta al
orar provocaba en las otras novicias una gran reverencia a la Majestad de Dios.
Toda su
vida se concentraba en caminar con constancia hacia la cada vez más plena unión
con Dios y en una abnegada colaboración con Jesús en la obra de la salvación de
las almas. “Jesús mío – confeso en el diario –
Tú sabes que desde los años más tempranos deseaba ser una gran santa, es decir,
deseaba amarte con un amor tan grande como ningún alma Te amó hasta ahora” (#
1372).
Durante
su vida logró un alto grado de unión de su alma con Dios, pero también tuvo que
esforzarse y luchar en duros combates en el camino hacia la perfección
cristiana. El Señor la colmó de muchas gracias extraordinarias: los dones de
contemplación y de profundo conocimiento del misterio de la Divina
Misericordia, visiones, revelaciones, estigmas ocultos, los dones de profecía,
de leer en las almas humanas, y desposorios místicos. Colmada de tantas
gracias, escribió: “Ni las gracias ni las
revelaciones, ni los éxtasis, ni ningún otro don concedido al alma la hacen
perfecta, sino la comunión interior del alma con Dios… Mi santidad y perfección
consisten en una estrecha unión de mi voluntad con la voluntad de Dios.” (#
1107).
LA NOCHE OSCURA DEL
ALMA
Santa
Faustina sufrió la mayor parte de su noviciado constantes combates interiores.
No podía meditar ni sentir la presencia de Dios. Sufrió fuertes tormentos y
tentaciones, aún estando en la capilla. En mas de una ocasión, estando en la
Santa Misa, sintió que blasfemaba contra Dios, no sentía contento con nada.
Hasta las verdades mas simples sobre la fe le eran difícil de comprender.
Durante
todo este tiempo Santa Faustina no estuvo sola, tuvo la ayuda de su Maestra de
Novicias, Sor Joseph Brzoza quien veía en ella grandes gracias venidas de Dios.
Aunque Santa Faustina se sentía en ese momento totalmente abandonada por Dios,
Sor Joseph le decía: “sepa querida hermana que
Dios quiere tenerla bien cerca de El en el Cielo. Tenga gran confianza en
Jesús.”
ALMA VÍCTIMA
Durante
su tercer año de noviciado le fue revelado lo que era ser Alma Víctima. Anota
ella en su diario: “El sufrir es una gracia
grande; a través del sufrimiento el alma se hace como la del Salvador; en el
sufrimiento el amor se cristaliza, mientras más grande el sufrimiento más puro
el amor“. (57)
Sor
Faustina se ofreció como víctima por los pecadores y con este propósito
experimentó diversos sufrimientos para salvar las almas a través de ellos.
Durante una hora particular de adoración, Dios le reveló a Santa Faustina todo
lo que ella tendría que sufrir: falsas acusaciones, la pérdida del buen nombre,
y mucho más. Cuando la visión terminó, un sudor frío bañó su frente. Jesús le
hizo saber que aún cuando ella no diere su consentimiento a esto, ella se
salvaría y El no disminuiría Sus gracias y seguiría manteniendo una relación
íntima con ella. La generosidad de Dios no disminuiría para nada. Consciente de
que todo el misterio dependía de ella, consintió libremente al sacrificio en
completo uso de sus facultades. Luego escribió lo siguiente en su diario: “De repente, cuando había consentido a hacer el
sacrificio con todo mi corazón y todo mi entendimiento; la presencia de Dios me
cubrió, me parecía que me moría de amor a la vista de su mirada.”
Durante
la Cuaresma de ese mismo año, 1933, experimentó en su propio cuerpo y corazón
la Pasión del Señor, recibiendo invisiblemente las estigmas. Únicamente su
confesor lo conoció. Ella lo narra así: “Un día
durante la oración, vi una gran luz y de esta luz salían rayos que me envolvían
completamente. De pronto sentí un dolor muy agudo en mis manos, en mis pies, y
en mi costado, y sentí el dolor de la corona de espinas, pero esto fue sólo por
un tiempo bien corto.”
Tiempo
más tarde, cuando Santa Faustina se enfermó de Tuberculosis, experimentó
nuevamente los sufrimientos de la Pasión del Señor repitiéndose todos los
Viernes y algunas veces cuando se encontraba con un alma que no estaba en
estado de gracia. Aunque esto no era muy frecuente; los sufrimientos eran
dolorosos y de corta duración, no los hubiera soportado sin una gracia especial
de Dios.
VISIÓN DEL PURGATORIO
Mientras
estaba en Skolimow, casi al final de su Postulantado, Santa Faustina le
preguntó al Señor por quién mas debía orar y la noche siguiente tuvo esta
visión. “Esa noche vi a mi ángel de la Guarda, quien me pidió que lo siguiera.
En un momento me vi en un lugar lleno de fuego y de almas sufrientes. Estaban
orando fervientemente por si mismas pero no era válido, solamente nosotras
podemos ayudarlas. Las llamas que las quemaban no podían tocarme. Mi ángel de
la guarda no me dejó sola ni un momento. Yo pregunté a las almas que es lo que
mas las hacía sufrir. Ellas me contestaron que era el sentirse abandonadas por
Dios…Vi a Nuestra Señora visitando a las almas del Purgatorio, la llamaban
Estrella del Mar. Luego mi ángel guardián me pidió que regresáramos, al salir
de esta prisión de sufrimiento, escuché la voz interior del Señor que decía: ‘Mi Misericordia no quiere esto, pero lo pide mi
Justicia’”.
VISIÓN DEL INFIERNO
Durante un retiro de ocho días en octubre de 1936, se le mostró a Sor
Faustina el abismo del infierno con sus varios tormentos, y por pedido de Jesús
ella dejó una descripción de lo que se le permitió ver: “Hoy día fui llevada
por un Ángel al abismo del infierno. Es un sitio de gran tormento. ¡Cuán
terriblemente grande y, extenso es!. Las clases de torturas que vi:
La primera es la privación de Dios;
la segunda es el perpetuo remordimiento de conciencia;
la tercera es que la condición de uno nunca cambiará;
la cuarta es el fuego que penetra en el alma sin destruirla -un sufrimiento terrible, ya que es puramente fuego espiritual,-prendido por la ira de Dios.
La quinta es una oscuridad continua y un olor sofocante terrible. A pesar de la oscuridad, las almas de los condenados se ven entre ellos;
la sexta es la compañía constante de Satanás;
la séptima es una angustia horrible, odio a Dios, palabras indecentes y blasfemia.
Estos son los tormentos que sufren los condenados, pero no es el fin de los sufrimientos. Existen tormentos especiales destinados para almas en particular. Estos son los tormentos de los sentidos. Cada alma pasa por sufrimientos terribles e indescriptibles, relacionado con el tipo de pecado que ha cometido.
La primera es la privación de Dios;
la segunda es el perpetuo remordimiento de conciencia;
la tercera es que la condición de uno nunca cambiará;
la cuarta es el fuego que penetra en el alma sin destruirla -un sufrimiento terrible, ya que es puramente fuego espiritual,-prendido por la ira de Dios.
La quinta es una oscuridad continua y un olor sofocante terrible. A pesar de la oscuridad, las almas de los condenados se ven entre ellos;
la sexta es la compañía constante de Satanás;
la séptima es una angustia horrible, odio a Dios, palabras indecentes y blasfemia.
Estos son los tormentos que sufren los condenados, pero no es el fin de los sufrimientos. Existen tormentos especiales destinados para almas en particular. Estos son los tormentos de los sentidos. Cada alma pasa por sufrimientos terribles e indescriptibles, relacionado con el tipo de pecado que ha cometido.
Existen cavernas y fosas de tortura donde cada forma de agonía difiere
de la otra. Yo hubiera fallecido a cada vista de las torturas si la
Omnipotencia de Dios no me hubiera sostenido. Estoy escribiendo esto por orden
de Dios, para que ninguna alma encuentre una excusa diciendo que no existe el
infierno, o que nadie a estado ahí y por lo tanto, nadie puede describirlo.”
El Señor fue preparando de esta forma el corazón de Santa Faustina para
que por medio de su intercesión se salvaran muchas almas.
VISIÓN DEL CIELO
El 27 de noviembre de 1936, cuando la debilidad la llevó a la cama,
escribió la siguiente visión del cielo: “Hoy día, estuve en el cielo en
espíritu, y vi sus bellezas incomparables y la felicidad que nos espera para
después de la muerte. Cómo todas las criaturas alaban y dan gracias a Dios sin
cesar…Esta fuente de felicidad es invariable en su esencia, pero es siempre
nueva, derramando felicidad para todas las criaturas. Dios me ha hecho entender
que hay una cosa de un valor infinito a Sus ojos, y eso es, el amor a Dios;
amor, amor y nuevamente amor, y nada puede compararse a un solo acto de amor a
Dios.
Dios en su gran majestad, es adorado por los espíritus celestiales, de
acuerdo a sus grados de gracias y jerarquías en que son divididas, no me causó
temor ni susto; mi alma estaba llena de paz y amor; y mientras más conozco la
grandeza de Dios, más me alegro de que El sea El que es. Me regocijo
inmensamente en Su grandeza y me alegro de que soy tan pequeña, ya que siendo
tan pequeña, El me carga en Sus brazos y me aprieta a Su corazón” (777-780).
Los siguientes años fueron un entrenamiento del Señor. Ella no sabía lo
que Dios estaba haciendo en ella, pero su respuesta era firme e invariable: si
Señor, haz en mi tu voluntad. Algo que ella si veía en todo esto era que el
Señor quería su obediencia. Santa Faustina siempre mantuvo una fuerte relación
con Dios, sin saber de antemano el camino que Dios trazaba para ella.
SUS ÚLTIMOS DÍAS
En los últimos años de su vida aumentaron los sufrimiento interiores, la
llamada noche pasiva del espíritu y las dolencias del cuerpo: se desarrolló la
tuberculosis que atacó sus pulmones y sistema digestivo. A causa de ello dos
veces fue internada en el hospital de Pradnik en Cracovia, por varios meses.
Extenuada físicamente por completo, pero plenamente adulta de espíritu y
unida místicamente con Dios, falleció en olor de santidad, el 5 de octubre de
1938, a los 33 años, de los cuales 13 fueron vividos en el convento. Su funeral
tuvo lugar dos días mas tarde, en la Fiesta de Nuestra Señora del Rosario que
aquel año fue primer viernes de mes. Su cuerpo fue sepultado en el cementerio
de la Comunidad en Cracovia – Lagievniki, y luego, durante el proceso
informativo en 1966, fue trasladado a la capilla.
LA HISTORIA
SUBSIGUIENTE
En el año 1935, Santa Faustina le escribió a su director espiritual:
“Llegará un momento en que esta obra que Dios tanto recomienda parecerá como
[si fuera] en ruina completa, y entonces, la acción de Dios seguirá con gran
poder, que dará testimonio de la verdad. Ella [la obra] será un nuevo esplendor
para la Iglesia, aunque haya reposado en Ella desde hace mucho tiempo” (Diario
378).
De hecho, esto sí sucedió. El 6 de marzo de 1959, la Santa Sede, por
información errónea que le fue presentada, prohibió “la divulgación de imagines
y escritos que propagan la devoción a La Misericordia Divina en la manera
propuesta por Santa Faustina”. Como resultado, pasaron casi veinte años de
silencio total. Entonces, el 15 de abril de 1978, la Santa Sede, tras un examen
cuidadoso de algunos de los documentos originales previamente indisponibles,
cambió totalmente su decisión y de nuevo permitió la práctica de La Devoción.
El hombre primariamente responsable por la revocación de esta decisión fue el
Cardenal Karol Wojtyla, el Arzobispo de Cracovia, diócesis en la que nació
Santa Faustina. El 16 de octubre de 1978, el mismo Cardenal Wojtyla fue elevado
a la Sede de San Pedro bajo el título de “Papa Juan Pablo II”.
El 7 de marzo de 1992, se declararon “heroicas” las virtudes de Sor
Faustina; el 21 de diciembre de 1992, una curación por medio de su intercesión
fue declarada “milagrosa”; y el 18 de abril de 1993, el Papa Juan Pablo II tuvo
el honor de declarar a la Venerable Sierva de Dios, Sor Faustina Kowalska, “Beata”.
En 1997 el Papa Juan Pablo II hizo una peregrinación a la tumba de la
Beata Faustina en Polonia, le llamó “Gran apóstol de la Misericordia en
nuestros días”. El Papa dijo en su tumba “El mensaje de la Divina Misericordia
siempre ha estado cerca de mi como algo muy querido…, en cierto sentido forma
una imagen de mi Pontificado.”
El 10 de marzo del 2000, se anunció la fecha para la canonización
después de ser aceptado el segundo milagro obtenido por su intercesión. El
milagro fue la curación del Padre Pytel de una condición congénita del corazón,
después de las oraciones hechas por miembros de la congregación de su parroquia
el día del aniversario de la muerte de Santa Faustina, en Octubre 5 de 1995.
La Secretaria de la Misericordia de Dios fue elevada a los altares por
el Santo Padre el 30 de abril del año 2000, el Domingo de la Divina
Misericordia. Es la primera santa que fue canonizada en el año jubilar 2000 y
en el milenio.
La biografía de Santa Faustina nos narra que el Señor le recordaba frecuentemente
Su deseo de que se estableciera la Fiesta de la Divina Misericordia. Ella
ofreció una novena por esta intención y el 23 de marzo de 1937, martes de
Semana Santa, el séptimo día de la novena Santa Faustina tuvo la siguiente
visión: “De pronto la presencia de Dios me invadió e inmediatamente me vi en
Roma, en la capilla del Santo Padre y al mismo tiempo estaba en nuestra
capilla…Yo tomé parte en la solemne celebración, simultáneamente aquí y en
Roma…Vi al Señor Jesús en nuestra capilla, expuesto en el Sacramento de la
Eucaristía en el altar mayor. La capilla estaba adornada como para una fiesta,
y ese día todo el que quisiera, podía entrar. La multitud era tan grande que la
vista no podía alcanzarla toda. Todos estaban participando en las celebraciones
con gran júbilo, y muchos de ellos obtuvieron lo que deseaban. La misma
celebración tuvo lugar en Roma, en una hermosa Iglesia, y el Santo Padre, con
todo el clero, estaban celebrando esta Fiesta, y entonces súbitamente yo vi a
San Pedro, que estaba de pie entre el altar y el Santo Padre…Entonces de
repente vi como los dos rayos, como están pintados en la imagen, brotaron de la
hostia y se extendieron sobre todo el mundo. Esto duró sólo un momento, pero
pareció como si hubiese durado todo el día, y nuestra capilla estuvo repleta
todo el día, y todo el día abundó en júbilo. Luego, vi en nuestro altar, al
Señor Jesús vivo, tal como luce en la imagen. Luego, en un instante me encontré
de pie cerca de Jesús, y me paré en el altar junto al Señor Jesús, y mi
espíritu estuvo lleno de una felicidad tan grande…Jesús se inclinó hacia mí y
dijo con gran bondad, ‘¿Cuál es tu deseo Hija mía’ Y yo contesté, ‘Deseo que
toda adoración y gloria sean dadas a Tu Misericordia’. ‘Yo ya estoy recibiendo
adoración y gloria por la congregación y la celebración de esta Fiesta: ¿Qué
más deseas?’ Entonces yo miré a la inmensa multitud que adoraba la Divina
Misericordia y le dije a Jesús, ‘Jesús, bendice a todos aquellos que están
reunidos para darte gloria y venerar Tu infinita misericordia’. Jesús hizo la
señal de la cruz con su mano y esta bendición fue reflejada en las almas como
un rayo de luz” (1044-1049). Muchos ven esta visión en respecto a la
canonización de Santa Faustina. Jesús le mostraba a su apóstol los frutos de su
trabajo y sufrimientos.
Al final de la Canonización de Santa Maria Faustina el Santo Padre
declaró el segundo domingo de Pascua como el “Domingo de la Misericordia
Divina”, estableciendo la Fiesta de la Divina Misericordia que Jesús tanto
pedía a Santa Faustina. El Santo Padre dijo: “En todo el mundo, el segundo
domingo de Pascua recibirá el nombre de Domingo de la Divina Misericordia. Una
invitación perenne para el mundo cristiano a afrontar, con confianza en la
benevolencia divina, las dificultades y las pruebas que esperan al genero
humano en los años venideros”. Y después de su visita a Polonia en junio del
2002, “para hacer que los fieles vivan con intensa piedad esta celebración, el
mismo Sumo Pontífice ha establecido que el citado domingo se enriquezca con la
indulgencia plenaria para que los fieles reciban con más abundancia el don de
la consolación del Espíritu Santo, y cultiven así una creciente caridad hacia
Dios y hacia el prójimo, y, una vez obtenido de Dios el perdón de sus pecados,
ellos a su vez perdonen generosamente a sus hermanos.”
Podemos encontrar un paralelo entre los poderosos mensajes que Jesús
revela a Santa Faustina: sobre la Divina Misericordia y a Santa Margarita:
sobre la devoción al Sagrado Corazón. A través de ellas Dios nos manifestó y
nos dio a conocer Su Misericordia encerrada en Su Sagrado Corazón.
Santa Faustina fue canonizada el 30 de abril del 2000, siendo la primera
canonización del año jubilar.
DEL DIARIO DE SANTA
FAUSTINA
En el momento en que el obispo me puso el anillo, Dios penetró todo mi
ser…Desde los votos perpetuos mi relación con Dios se hizo mas estrecha que
nunca. Siento que amo a Dios y siento también que El me ama. Mi alma, habiendo
conocido a Dios, no sabría vivir sin El. -Diario 254
Oh Jesús mío, Tu sabes que desde los años mas tempranos deseaba ser una
gran santa, es decir, deseaba amarte con un amor tan grande como ninguna alma
Te amó hasta ahora -Diario 1372
Ni gracias, ni revelaciones, ni éxtasis, ni ningún otro don concedido al
alma la hace perfecta, sino la comunión interior de mi alma con Dios. Estos
dones son solamente un adorno del alma, pero no constituyen ni la sustancia ni
la perfección. -Diario 1107
Oh Jesús mío, cada uno de Tus santos refleja en si una de Tus virtudes,
yo deseo reflejar Tu Corazón compasivo y lleno de misericordia. Que Tu
misericordia, oh Jesús, quede impresa sobre mi corazón y mi alma como un sello
y éste será mi signo distintivo en esta vida y en la otra. -Diario 1242
¡No Te olvidaré, pobre tierra! aunque siento que me sumergiré
inmediatamente toda en Dios, como un océano de felicidad, eso no me impedirá
volver a la tierra y dar ánimo a las almas e invitarlas a confiar en la Divina
Misericordia. Al contrario, esa inmersión en Dios me dará unas posibilidades
ilimitadas de obrar. -Diario 1582
No hay comentarios:
Publicar un comentario