Una pregunta
necesaria para los dirigentes de empresas, inversionistas y ejecutivos.
Por: Salvador I. Reding Vidaña | Fuente: yoinfluyo.com
Por: Salvador I. Reding Vidaña | Fuente: yoinfluyo.com
El concepto de empresario (o empresa) “socialmente responsable” está de moda. Pero, ¿de qué
se trata? Si el fin de la empresa es maximizar utilidades, como dice la ciencia
económica.
EMPRESAS
MEJORANDO A LA SOCIEDAD
El asunto no es simple, en realidad se trata de
lo que los dirigentes empresariales hacen no solamente respeto a la cultura, sino
al medio humano (y al natural) además de ganar dinero. La verdad es que de
alguna manera, los hombres de negocio buscan más cosas que ganar dinero, aunque
sea prestigio social, influencia política, pero también bienestar para su
personal, servicio al cliente, desarrollo de proveedores confiables y muchas
cosas más buenas para la sociedad.
Hay muchos tipos de empresarios, desde los
avaros obsesionados con su propia riqueza, hasta los más comprometidos
socialmente, en lo personal y a través de sus empresas y de organizaciones
empresariales. Afortunadamente cada vez hay más de estos últimos que de los
primeros, ya que la economía moderna de muchas formas lo exige.
Sin embargo, falta mucho por hacer social y
económicamente hablando en materia de negocios. Lo que pasa en principio, es
que falta una visión más amplia de lo que la actividad productiva significa en
la economía y en la sociedad en general.
Cuando una empresa, por medio de sus directivos
se pregunta qué debe hacer para mejorar su actividad y ser socialmente
responsable, normalmente se queda corta, por buenas que sean sus decisiones.
Generalmente se refieren a sus productos y servicios, a la calidad, la mejora
continua, la eficiencia que permite abatir costos y por tanto precios de venta.
Igualmente se busca la mejora en las condiciones de trabajo, la capacitación y
la remuneración del personal. Todo ello muy bueno.
Pero
falta algo más. Cuando un empresario decide que debe hacer "cosas" para cumplir mejor una
responsabilidad social, debe preguntarse algo, y este es el quid de la
cuestión: ¿en qué mundo quiero vivir con mi
familia, con mis amigos, con los miembros de mi comunidad? Y finalmente: dentro
de mis posibilidades ¿Qué mundo quiero ayudar a crear o mejorar, en el más
amplio sentido del término?
Si deseo una comunidad en paz, para que mi
familia viva ahora y en las generaciones de los hijos de mis hijos y así
sucesivamente, debo hacer todo lo que pueda para lograrlo. Consideramos la paz
comunitaria como una convivencia en que hay respeto a los valores fundamentales
que la humanidad ha aceptado a través de los siglos, en donde las personas se
respetan en su dignidad, en donde cada ser humano ve realizados sus derechos a
la vida, a la familia, a la libertad, la educación, la salud, la vivienda, un
modo honesto de ganarse la vida, realizando al mismo tiempo su desarrollo
personal, y muchas cosas más, legítimamente deseables.
Para que tengamos esa paz comunitaria, la
sociedad requiere de muchas cosas, entre ellas el desarrollo de lo que llamamos
la cultura, incluyendo el arte en todas sus manifestaciones, los valores, las
buenas costumbres, la educación en todo nivel y ámbito, las "buenas prácticas" en la toma de
decisiones comunitarias, comenzando con la vida vecinal y terminando con la
actividad política de partidos y de buen gobierno, en lo ejecutivo, lo
legislativo y lo judicial.
Con una visión amplia de los asuntos
fundamentales de nuestra comunidad, que requieren apoyo en dinero, tiempo y
colaboración, la responsabilidad social de la empresa amplía mucho su
horizonte. Principalmente se requiere dinero, dinero que es parte de los
ingresos repartibles de la empresa. Esos fondos deben apoyar las organizaciones
y causas que harán que nuestra comunidad se vaya pareciendo al mundo que
idealizamos para nuestra familia y nuestro medio.
Hay un aspecto curioso en todo esto del dinero
empresarial, de las utilidades repartibles. Mucha gente, incluyendo por supuesto
hombres de negocio, no gustan de la administración pública, a la que ven como
dispendiosa, ineficiente y hasta llena de ladrones. Así, deciden pagar los
menores impuestos posibles. ¿Para qué? dicen, si se lo van a robar o a
malgastar. Este es una base muy común para justificar internamente la evasión o
la elusión fiscal.
Quienes así piensan y actúan, deben entonces
reflexionar que, conforme a esa línea de pensamiento, la sociedad, ellos
incluidos en primer lugar, deben usar parte de sus utilidades gravables en
proyectos sociales, ¡que son deducibles de impuestos!
De hecho, existen muchas empresas a nivel
internacional que lo prefieren. Gastan enormes sumas (de sus más enormes
utilidades gravables) en apoyos sociales de todo tipo: salud, educación,
vivienda y otras más.
Finalmente, lo que deben preguntarse los
dirigentes de empresa, inversionistas y ejecutivos es lo que ya mencioné: ¿Qué mundo quiero para vivir con mi familia, con mi
gente? ¿Qué comunidad debe ser la mía? ¿Qué clase de vida deseo? Y enseguida
¿Qué puedo aportar, en dinero y en mi propio tiempo para conseguirlo? ¿Qué debo
promover en este sentido entre mis colegas empresarios e inversionistas?
La respuesta a estas preguntas puede
llevarnos a que las empresas, la nuestra y muchas otras, apoyen más no
solamente la cultura, sino toda actividad que mejore nuestra sociedad, nuestra
comunidad y el mundo de hoy y de mañana.
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