Tal vez
son almas que están en la tierra haciendo su purgatorio. Tal vez sin poder
desprenderse de aquí o tal vez sin saber que han muerto. Como ha dicho
el Padre Fortea, que se ha cruzado con ellas en algunos
exorcismos. ¿Qué hacer con ellas?
Muy pocos ven esas almas, Dios le debe permitir por alguna
causa particular, contactarse puntualmente con ellas.
Pero también
hay casos de personas que tienen un don
permanente para ver estos casos. Por ejemplo María Simma
o el Padre Pío.
Aquí traemos dos historias contadas por
sacerdotes y sugerencias de dos exorcistas. La primera historia es la de un sacerdote en Scottsdale,
Arizona, que ha construido una capilla
para las almas del purgatorio como consecuencia de sus propias
experiencias con los difuntos en el “otro lado”.
El otro
caso es el testimonio del padre Dwight Longenecker, quien narra los dones de visión de los muertos de
un sacerdote anglicano que conoció. Y en tercer término traemos el
testimonio de dos exorcistas sobre su
experiencia con esas almas, que probablemente sean del purgatorio, y como actuar con ellas.
LAS
PRIMERAS EXPERIENCIAS DEL PADRE LORIG CON LAS ALMAS DEL PURGATORIO
El padre Doug Lorig, es un converso de sacerdote episcopaliano por medio
del ordinariato, ahora pastor de una de las parroquias católicas más
importantes en el área de Phoenix. Dice que el Señor ha utilizado
una serie de experiencias místicas extraordinarias para instruirlo sobre las
devociones más profundas del catolicismo. Esas devociones incluyen la oración por las almas del purgatorio –
algo que no se sigue en la mayoría de denominaciones protestantes y evangélicas
(donde la otra vida sólo tiene dos destinos: el Cielo y el infierno). Para el
padre Lorig, es una cuestión de ver
algunas de ellas con sus propios ojos.
En una docena de ocasiones, dice el sacerdote, se ha encontrado
personalmente con espíritus de los muertos.
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Incluyendo en la cama durante la noche, y ha sido llevado a rezar para guiar sus almas hacia Jesús.
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Incluyendo en la cama durante la noche, y ha sido llevado a rezar para guiar sus almas hacia Jesús.
El Padre Lorig, que fue ordenado sacerdote católico en 1984, y quien está casado y tiene
cuatro hijos (y quince nietos), tuvo algunas experiencias especiales, mientras
estaba que en la Iglesia
Episcopal de San Andrés en Nogales (cerca de la frontera con
México). Fue construida sobre un
cementerio indio, paleo-indios que eran pacíficos, dice el padre
Lorig, párroco de Santa María
Goretti (él no está asociado a las reclamaciones previas
de esa la iglesia de eventos sobrenaturales).
Él cuenta
que: Mientras
estábamos cavando un sagrario – un pozo seco
[para la eliminación adecuada del vino de la comunión] – los trabajadores se
encontraron con vasijas hechas a mano Llamamos a la Universidad de Arizona, que
tenía paleontólogos, y vinieron. Fue muy interesante, dice el sacerdote. Preguntaron
– estos arqueólogos de la universidad – si no había habido ningún evento
paranormal relacionado con la búsqueda de las vasijas.
Hubo dos.
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Cada vez que cruzaba la iglesia y me sentaba en un banco que chillaba, al rato también había otro chirrido en el banco – como si alguien estuviera sentado allí.
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Yo discerní que un anciano me seguía y llamé al hombre que había sido pastor antes de mí y le pregunté si había visto algo.
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Él no, pero su esposa sí: sentía que un indio viejo le seguía a todas partes – inofensivo, pero un alma que no pertenecía a allí.
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Cada vez que cruzaba la iglesia y me sentaba en un banco que chillaba, al rato también había otro chirrido en el banco – como si alguien estuviera sentado allí.
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Yo discerní que un anciano me seguía y llamé al hombre que había sido pastor antes de mí y le pregunté si había visto algo.
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Él no, pero su esposa sí: sentía que un indio viejo le seguía a todas partes – inofensivo, pero un alma que no pertenecía a allí.
La noche antes de la llegada de los arqueólogos,
tuve un sueño.
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En el que vi una colina desierta y un anciano, encorvado trayendo una niña de ocho o nueve años, tal vez más joven, su pelo caía y él estaba de duelo.
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En el que vi una colina desierta y un anciano, encorvado trayendo una niña de ocho o nueve años, tal vez más joven, su pelo caía y él estaba de duelo.
Me
desperté y me pregunté, ¿qué fue eso? Resultó que encontraron una vasija con los restos de un viejo cremados y una más
pequeña con los restos de fragmentos de huesos de una joven, en vasijas
que eran de cientos de años. Eran indios de ‘Las Trincheras’. Me dio la sensación que la niña había muerto
trágicamente y el viejo era su abuelo.
Una vez que él oró por ellos, las perturbaciones y los sentimientos se
detuvieron.
Era como si su alma hubiera vagado durante diez siglos, o al menos se hubiera
manifestado durante mucho tiempo, y simplemente necesitaba oración y
reconocimiento, y ahora estaba en paz.
Al Padre Lorig le dijo un amigo que tiene ascendencia indígena, que los
indios creen que tienen dos almas, una que guarda la tumba y la otra que sigue
al Gran Espíritu.
COMPRENDE SU MISIÓN
El sacerdote, quien también es autor de un libro, El Corazón de un Padre: Rosario de Meditaciones para los
Papás, relata también un momento en que de la nada le enviaron 1.300 estampitas. Alguien de Sheboygan, Wisconsin, que las
había recogido de funerales, se las envió y él se puso a celebrar Misa para
cada una. A
partir de entonces hubo muchos casos, de las experiencias. Empezó y me asustó, dice el padre Lorig. Antes de
convertirse en católico, el Padre Lorig dice que fue a Phoenix para una
convención y en el medio de la noche se
despertó y abrió los ojos y vio una mujer con un perro a los pies de la cama.
Le grité en voz alta, dice
el padre Lorig.
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A la mañana siguiente fui a la recepción y le pregunté al hombre que había trabajado mas tiempo allí si había habido una mujer y un perro muertos aquí.
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Y me dijo que sí, que hubo una mujer y su perro que habían sido muertos en un accidente en la calle fuera del hotel.
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A la mañana siguiente fui a la recepción y le pregunté al hombre que había trabajado mas tiempo allí si había habido una mujer y un perro muertos aquí.
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Y me dijo que sí, que hubo una mujer y su perro que habían sido muertos en un accidente en la calle fuera del hotel.
En Dallas hubo experiencias con los muertos que me asustaron, dijo el clérigo. Le dije a Dios, que parara esto. Si
esto es algo que haces, no lo quiero. Me
despertaba en medio de la noche y veía el espíritu de una persona muerta.
Pero las observaciones estaban asociadas,
pronto se dio cuenta la intercesión que el Señor deseaba.
EL CASO DE UN ALMA QUE LE AGRADECE
En un caso sepultó a un joven de 17 años de edad,
llamado Tony, que había estado involucrado con las drogas y se suicidó,
Oré por él en cada misa
durante un año y un año más tarde fui al Cementerio Reina del Cielo para otro
funeral, de un recién nacido.
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Y aparqué el coche en el otro extremo del cementerio, dice el padre Doug.
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Entonces fui a la bóveda, dije oraciones y consolé a la familia.
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Y estaba caminando más allá de todas estas tumbas y paré porque alguien me estaba llamando por mi nombre.
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Y aparqué el coche en el otro extremo del cementerio, dice el padre Doug.
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Entonces fui a la bóveda, dije oraciones y consolé a la familia.
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Y estaba caminando más allá de todas estas tumbas y paré porque alguien me estaba llamando por mi nombre.
Padre Doug, Padre Doug
Y no había nadie allí.
Miré hacia abajo y estaba
justo en tumba de Tony y tuve una locución.
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Le oí decirme claramente, “Padre Doug: gracias”
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Le oí decirme claramente, “Padre Doug: gracias”
ORAR POR LAS ALMAS QUE ESTÁN ATADAS A LA TIERRA
Algunas almas hacen su purgatorio en la tierra,
dice el sacerdote.
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Algunas están atadas a la tierra; atadas a un lugar de pecado o de pena, algo que no pueden dejar ir.
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Algunas están atadas a la tierra; atadas a un lugar de pecado o de pena, algo que no pueden dejar ir.
El sacerdote cita un caso en el que una joven que
vio el espíritu de otro sacerdote que no tenía boca.
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Como se vio después, el pobre sacerdote se había suicidado pegándose un tiro en la boca.
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Como se vio después, el pobre sacerdote se había suicidado pegándose un tiro en la boca.
UN SACERDOTE CON EL DON DE VER A LOS MUERTOS
El testimonio del padre Dwight
Longenecker narra los dones de visión de los muertos de un sacerdote
anglicano católico que conoció, pero que lamentablemente abandonó el sacerdocio
y a su esposa para ir a vivir con su novio.
Lo voy a llamar Padre John. Era sacerdote carismático anglo católico, dice Dwight Longenecker.
Un amigo de mi hermano Daryl, que
llamaremos Henry, murió repentinamente en un accidente de avión y él estaba
molesto porque aunque Henry era creyente, creía que estaba lejos de Dios cuando
murió.
Así que el padre John dijo: “Tenemos que hacer una Misa réquiem por Henry.”
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