LIMA, 01 Ago. 17 / 07:39 pm
(ACI).- El Arzobispo de Lima y Primado del Perú, Cardenal Juan Luis
Cipriani, pidió a los sacerdotes a tener el corazón despierto y “estar pegados al Sagrario”, velando siempre
porque el demonio no se detiene.
El Purpurado hizo este llamado durante la Misa del encuentro de
rectores de seminarios que celebró este 31 de julio en el Santuario de Santa
Rosa de Lima, y en la que estuvo presente el Secretario para los Seminarios de
la Congregación para el Clero, Mons. Jorge Carlos Patrón Wong, quien ha llegado
desde el Vaticano para un curso de actualización con los rectores y formadores
de los Seminarios en el Perú.
“¿Dónde está tu tesoro?, ¿qué ocupa tu corazón?,
¿en qué se te van los pensamientos, esas ilusiones, esos dolores, esas
preocupaciones?”, les preguntó el Arzobispo.
El Cardenal dijo a los rectores de seminarios que “hay que tener el corazón despierto y para estar así
tenemos que estar pegados al Sagrario, de ahí viene todo. De ese enamorarnos de
Jesús viene luego esa entrega sin cansancios, sin omisiones. El que está
cansado que le diga al obispo”.
“En un seminario no se puede descansar, las 24
horas hay que estar velando porque el demonio no para”, expresó.
Durante su homilía, el Purpurado también los exhortó a cuidar “la semilla de la vocación de sus seminaristas”. “En
nuestras manos tenemos un tesoro bien importante, el futuro de la Iglesia en el Perú”,
afirmó.
El Cardenal Cipriani explicó que “cuando
estamos al frente del seminario, esa pequeña semilla que Dios ha puesto en el
alma y en el corazón de los seminaristas le corresponde a cada uno de ustedes
cuidarlo, hacerla crecer, regarla, acompañarla, reforzarla”.
“Hay que estar enamorados del seminario, de la
Iglesia, de la diócesis, de la parroquia”, porque “el que no está enamorado
empieza a traicionar”, advirtió.
El Arzobispo exhortó a los rectores a no ser funcionarios, como ha dicho
el Papa Francisco, pues “los tiempos actuales
tienen un gran peligro”, donde la “tibieza
material adormece a todo el mundo”.
En ese sentido, los alentó a no “estar ahí
como quien manda ni cumpliendo una serie de obligaciones”, sino pensar
con amor “en la vocación de aquel chico que recién
ha entrado”, y rezar por quienes van avanzando y madurando, “cada uno con ese tesoro de su vocación”.
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