Creo que estos
consejos pueden ayudar a más de uno, especialmente a quienes se acercan por
primera vez a esta experiencia.
Por: P. Leandro Bonnin | Fuente: Infocatolica.com
Por: P. Leandro Bonnin | Fuente: Infocatolica.com
Hace casi un año iniciamos
la Adoración Eucarística perpetua en la comunidad de la que soy párroco.
Gracias a Dios, los frutos de esta iniciativa no dejan de notarse, y tengo la
certeza de que Jesús Resucitado seguirá transformando cada día más a cada uno
de los que se postren ante Él.
A la vez, iniciar la
Adoración me hizo más consciente de la necesidad de una Catequesis sobre la
oración. Me encontré con que muchos hermanos no habían sido educados en la vida
de diálogo con el Señor, y también con el hecho de que yo mismo no tenía
“aceitada” una pedagogía de la oración.
Como fruto de esta
búsqueda, he ido elaborando a lo largo de este tiempo algunos textos sencillos
para ayudar a mis ovejas a aprovechar su Hora Santa. Evidentemente que se puede
decir mucho más, y que se puede ser más preciso o profundo… pero creo que estos
consejos pueden ayudar a más de uno, especialmente a quienes se acercan por
primera vez a esta experiencia.
Consejos al llegar a la Capilla de Adoración
- Arrodíllate con las dos rodillas,
si puedes hacerlo, al ingresar. Que el gesto de tu cuerpo sea expresión de tu amor y tu adoración.
Inclina la cabeza con respeto.
- No comiences inmediatamente el Rosario u otra práctica de
piedad. Permanece unos
instantes arrodillado en el banco o sentado, mirando la Hostia Consagrada y dejándote mirar por Aquel que
dio la vida por vos.
- En lo posible, deja el reloj y el celular apartado, para que no te
distraigas mirando qué hora es. Te sorprenderás algunos días cuando llegue
el siguiente adorador.
- Recuerda que puedes adorar sentado, de
rodillas o de pie.
Si estas solo, puedes incluso postrarte en
tierra. Lo importante es que el cuerpo no sea un obstáculo a tu oración,
sino que también adore. Algunas veces llegarás un poco agitado a la
capilla, y es bueno que te serenes y que respires de manera honda y
pausada, para detenerte y poder entrar mejor en la intimidad con el Señor.
Otros días llegarás cansado, y vivirás tu encuentro con Jesús como un “descansar junto a Él”, a modo del discípulo
amado que reclinaba su cabeza en el pecho del Señor.
- Si estás con otras personas, procura no ser para ellos
motivo de molestia o distracción. Evita hacer ruidos innecesarios, así
como comentarios inoportunos.
- Para entrar en la presencia de Jesús, invoca al Espíritu
Santo, Maestro interior de oración. También puedes hablar a María y
pedirle que te introduzca en la intimidad con el Señor.
Consejos para realizar el Santo Rosario ante Jesús Eucaristía
- Haz bien los gestos iniciales: la señal de la Cruz, el golpe en el pecho
al pedir perdón, etc. Esos gestos también son oración.
- Anuncia el misterio que vas a contemplar,
aunque estés solo, y antes de comenzar con los padrenuestros y avemarías,
medita un instante en la frase bíblica que se propone.
- Reza con calma, no te apresures.
El Padrenuestro y la primera parte del Avemaría son palabra bíblica, por
lo tanto, son Palabra de Dios, palabra que santifica.
- Saborea cada frase, mientras en tu corazón piensa en Jesús y
en el momento de su vida que contemplas.
- Mientras haces el Rosario, mira muchas veces a Jesúsen la Hostia,
e intercala entre misterio y misterio la jaculatoria: “Bendito y alabado sea Jesús en el Santísimo
Sacramento del Altar: sea por siempre bendito y alabado”.
Consejos para hacer la lectura y meditación del Evangelio
- Te aconsejo leer y meditar en tu Hora Santa el EVANGELIO DEL SIGUIENTE
DOMINGO, o bien, el del Domingo anterior. Esto te ayudará a vivir
y/o prolongar la celebración de la Misa del Día del Señor, y así obtener
más fruto de ella.
- Es
bueno que puedas leer el Evangelio directamente de la
Biblia y no del celular o de otro folleto. Al abrir la Biblia,
hazlo con respeto y reverencia. Al finalizar la lectura del texto, puedes
besar el libro santo.
- Recuerda que la Biblia es Palabra de Dios, es decir, del
mismo Jesús que está presente en la Hostia Consagrada. Por lo tanto, cuando haya en los textos frases que
dice Jesús, imagina que están saliendo de la Hostia Consagrada,
directo a tu corazón.
- Pide al Espíritu Santo que descienda abundantemente en
tu inteligencia para que puedas comprender, y en tu corazón para que se
inflame en un amor cada día más intenso por Jesús, en deseos de obedecer
su Palabra, en la decisión de cambiar.
- Lee el texto no
sólo una vez, sino dos o tres
veces. En la tercera lectura,
detente en las palabras que más te
llaman la atención: alguna acción de Jesús, algún detalle de la narración,
algún gesto.
- Para obtener un fruto abundante de ese
momento, puedes hacer tres preguntas al texto:
- ¿Qué
dice?: es decir, cuál es
el sentido original de las palabras del evangelista y de
Jesús en el contexto en que fueron escritas y dichas. Si es un
relato, imagina los lugares, los rostros, las personas… entra allí mismo.
Éste paso requiere una LECTURA atenta
y pausada.
- ¿Qué
ME dice?: este segundo
momento consiste en una MEDITACIÓN,
una reflexión orante, donde puedes preguntarte y preguntar a
Jesús qué mensaje contiene para tu vida en la actualidad. Qué
aspectos de tu vida cotidiana son iluminados por esa Palabra. Que
sentimientos o actitudes sentís que el Señor te invita a mejorar. Que
decisiones inspira en vos.
- ¿Qué
LE digo?: luego de escuchar y de
pensar, un tercer momento es responder a Jesús con una ORACIÓN, que brota del texto mismo. Esta
oración la hará brotar el mismo Espíritu Santo que inspiró la Sagrada
Escritura. Habla a Jesús con confianza, a veces agradeciendo, otras
pidiendo perdón, otras entregando, otras simplemente alabándolo. Para este
momento puedes usar también los Salmos (en las Biblias te indica si un salmo
es de acción de gracias, de perdón, etc) o algún canto que exprese lo que
en ese momento esté en tu alma.
- El momento final es dejar el corazón
serenamente ante Jesús, en silencio; CONTEMPLAR a
Aquel que es la Palabra de Dios hecha Carne y presente en el Pan.
Cada uno de nosotros será llevado por el Dios
Uno y Trino a vivir una mayor intimidad. Es preciso ser dóciles, para que ese
tiempo sea un inicio de la Contemplación y Adoración que viviremos en la
Jerusalén Celestial.
Artículo originalmente
publicado en InfoCatolica.com
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