Muchos santos, entre ellos san
Juan XXIII, creen que san José está en cuerpo y alma en los cielos
Muchos a lo largo de los
siglos se han preguntado cómo murió José de Nazaret, esposo de María Virgen y
padre según la Ley de Jesús, el Hijo de Dios.
No existen documentos que avalen el cuándo y el cómo de la muerte de san
José, aunque el Patriarca ha sido nombrado Patrono de la Buena Muerte. Sobre cuándo murió José, la
tradición señala que fue un 19 de marzo, día en que se celebra la fiesta del
Santo Patriarca. Pero sobre el año nada se ha podido averiguar hasta el
momento. Tan silenciosa fue la vida de José que se fue de este mundo
calladamente.
Unos, como san Epifanio, creen
que José murió poco después de cumplir Jesús 12 años, es decir poco después de
haber hallado a Jesús discutiendo con los doctores de la Ley. Sobre esta
hipótesis se han basado muchos para deducir que José era un hombre mayor, es
más, incluso anciano, para resaltar de este modo la virginidad de María y
encontrar una explicación fácil a su castidad matrimonial.
La mayoría piensa que José
murió poco antes de la vida pública de Jesús. El evangelio de san Juan narra
las Bodas de Caná (cfr. Jn, 2, 1-11) y señala que Jesús se dio a conocer antes
de que “llegara mi hora”, o sea cuando
comenzó su vida pública. Estaban invitados a la boda María su madre, y nada
dice de san José. La Virgen no hubiera ido a una boda sin su esposo, lo que
indica que José ya había fallecido.
Y ¿cuándo murió san José? Aunque no hay documentos, es posible que el Santo Patriarca tomara a
María como esposa a los veinte y pocos años. La Virgen era más joven, era una doncella
cuando se unió a José en matrimonio. La esperanza de vida en tiempos de Jesús
no era mucha y rondaba entre los 45-50 años de media para los hombres. Por lo
tanto, José debió fallecer entre los 45 y 50 años, o sea cuando Jesús tendría
entre 20 y 25 años.
Y ¿cómo murió José? José de Nazaret fue elegido muy cuidadosamente por Dios para que
custodiara a su Hijo, Jesús, y a la Madre de este, siempre Virgen, María. José
era un predilecto de Dios, y a los predilectos no les falta nunca la cruz de
cada día, como decía santa Teresa de Ávila.
Por lo tanto el Señor le debió conceder una muerte plácida, aunque no
exenta de dolores, recibiendo los cuidados y el cariño personal de su esposa
María y de su hijo Jesús, como cuenta san Bernardino. ¡Qué bien morir tienen las personas cuando
son atendidas por Jesús y por María en su última agonía! Mueren con el alma en
paz, ¡felices!
San José, patrono de la Buena
Muerte, nos acompaña con Jesús y María en el tránsito de nuestra vida a la vida
eterna. Encomendándose a san José en la hora de la muerte le pedimos que
nos conceda la paz en el alma y la participación en la vida beatífica del
cielo tras dejar la vida mortal.
Además, podemos
rezar esta oración con tanta tradición en la Iglesia:
Jesús, José y María os doy el corazón y el alma
mía,
Jesús, José y María, asistidme en mi última agonía,
Jesús, José y María, descanse en paz con vosotros
(ustedes) el alma mía.
Una vez falleció, cuenta santo
Tomás, el alma de José fue al seno de Abrahán con los demás justos del Antiguo
Testamento, hasta la muerte de Jesucristo, hasta consumada la redención, donde
las almas pasarían ya a un descanso “pleno”, pues aunque habían expiado la
culpa, tenían la naturaleza.
Pero es más, algunos santos,
como san Juan XXIII, creían que san
José resucitó en cuerpo y alma a los cielos (homilía el 26 de mayo de
1960, con motivo de la canonización de san Gregorio Barbarigo). El Papa dijo
que él lo creía así en su interior, pero no anunciaba doctrina alguna.
También lo creían el teólogo
español Suárez, san Pedro Damián y san
Bernardino de Siena, san Francisco de Sales, san Alfonso María de Ligorio, la
venerable Madre María Jesús de Ágreda, Bossuet, san Enrique de Ossó y Cervelló
y otros. ¿Cómo no podría estar
en cuerpo y alma en los cielos, al lado de Jesús y María su esposa?
Y un dato más para la
historia. El día en que el beato Pío IX nombró a san José Patrono de la Iglesia
universal, unos energúmenos se fueron al Vaticano y debajo de las ventanas
gritaron “¡Muerte al
Papa!”. ¡Qué rabia tenía el diablo!
San José, decía san Juan Pablo
II, fue comprendido y divulgado por un alma profunda y mística, santa Teresa de
Ávila, junto con tantos santos e instituciones religiosas que tienen al Santo
Patriarca como Patrono y hasta fundador.
El día 19 de marzo, el próximo
domingo (o el lunes según los lugares dado que el domingo es de Cuaresma) todos
podemos pedir la intercesión de san José para nuestras necesidades, pues decía santa Teresa que el Santo Patriarca
nunca le falló.
Además, podemos contemplar a san José en tres
misterios del Santo Rosario: los tres últimos Misterios de Gozo: el
Nacimiento de Jesús en Belén, la Presentación de Jesús al Templo, y Jesús
perdido y hallado en el Templo discutiendo con los doctores de la Ley. Es una
manera de vivir esta unión de José con María y con Jesús, la Sagrada Familia.
———————–
Pasamos este sexto domingo contemplando la Buena
Muerte de san José.
Después de hacer
la señal de la Cruz rezamos la oración a san José del papa León XIII:
Oración a San José
A
ti, bienaventurado san José, acudimos en nuestra tribulación, y después de
implorar el auxilio de tu santísima esposa, solicitamos también confiadamente
tu patrocinio.
Con
aquella caridad que te tuvo unido con la Inmaculada Virgen María, Madre de
Dios, y por el paterno amor con que abrazaste al Niño Jesús, humildemente te
suplicamos que vuelvas benigno los ojos a la herencia que con su Sangre
adquirió Jesucristo, y con tu poder y auxilio socorras nuestras necesidades.
Protege,
oh providentísimo Custodio de la divina Familia, la escogida descendencia de
Jesucristo; aleja de nosotros, oh padre amantísimo, este flagelo de errores y
vicios. Asístenos propicio desde el cielo, en esta lucha contra el poder de las
tinieblas; y como en otro tiempo libraste de la muerte la vida amenazada del
Niño Jesús, así ahora defiende a la santa Iglesia de Dios de las hostiles
insidias y de toda adversidad.
Y
a cada uno de nosotros protégenos con tu constante patrocinio, para que, a
ejemplo tuyo, y sostenidos por tu auxilio, podamos vivir y morir santamente y
alcanzar en los cielos la eterna bienaventuranza. Amén.
———
Después pedimos las gracias
para este domingo confiadamente, porque el santo patriarca es muy generoso.
Finalmente rezamos un Padrenuestro por
las intenciones del Papa. Y terminamos: san José ruega por nosotros; ruega por
mí.
Fr Lawrence Lew, O.P.-CC
No hay comentarios:
Publicar un comentario