VATICANO, 18 Nov. 16 / 03:20 pm (ACI).- El Papa Francisco explicó
que los obispos tienen el deber de acoger y acompañar a quienes han fracasado
en su matrimonio
y nunca considerarlos “extraños al
Cuerpo de Cristo que es la Iglesia”.
Así lo indicó el Santo Padre en su discurso a los obispos reunidos este
viernes 18 de noviembre en la Rota Romana, donde reciben un curso sobre la
reforma del proceso de nulidad matrimonial que entró en vigor en diciembre de
2015.
En sus palabras a los obispos, en una visita que originalmente estaba
programada para este sábado 19 de noviembre, el Papa resaltó que el fin de toda
acción pastoral es la “salus animarum”, es decir, la salvación de las almas.
En esta perspectiva, dijo Francisco, “la
Iglesia camina desde siempre, como madre que acoge y ama, bajo el ejemplo de
Jesús Buen Samaritano”.
“La Iglesia del Verbo Encarnado se ‘encarna’ en las
vivencias tristes y los sufrimientos de la gente, se inclina ante los pobres y
ante cuantos están lejanos de la comunidad eclesial o se consideran fuera de
ella a causa de su fracaso matrimonial”.
Sin embargo, prosiguió el Santo Padre, estos fieles “permanecen incorporados a Cristo en virtud del bautismo.
Por lo tanto a nosotros nos toca la gran responsabilidad de ejercitar el munus
(don), recibido de Jesús divino Pastor, médico y juez de las almas, de no considerarlos nunca extraños al Cuerpo de
Cristo, que es la Iglesia”.
“Estamos llamados a no excluirlos de nuestra ansia
pastoral, sino a dedicarnos a ellos y a su situación irregular y sufriente, con
toda solicitud y caridad”, alentó.
Tras resaltar que la misión del obispo también se orienta en este
sentido, el Papa Francisco explicó que es importante y necesario “eliminar con decisión todo impedimento de carácter
mundano que hace difícil a un gran número de fieles el acceso a los tribunales
eclesiásticos. Los asuntos de tipo
económico y organizativo no pueden constituir un obstáculo para la verificación
canónica sobre la validad de un matrimonio”.
“En la óptica de una sana relación entre justicia y
caridad, la ley de la Iglesia no puede
prescindir del principio fundamental de la salus animarum. Por lo tanto,
los tribunales eclesiásticos están llamados a ser expresiones tangibles de un
servicio diaconal del derecho en el resguardo de este fin primario”, subrayó.
Por ello, continuó el Pontífice, la salus
animarum es la “palabra final del Código de Derecho Canónico”,
para que esté “por encima como ley suprema y como
valor que supera el derecho mismo, indicando así el horizonte de la
misericordia”.
El Papa comentó asimismo que las preguntas que surgen de la pastoral
matrimonial “requieren respuestas y procedimientos
no siempre fáciles. Estoy seguro que estas jornadas de estudios los ayudarán a
individualizar la aproximación más oportuna a las diversas problemáticas”.
De Cristo, el Buen Pastor, dijo Francisco, “debemos
aprender cada día la sabia búsqueda del unum necessarium (lo único
necesario): la salus animarum” que es “el
bien supremo y se identifica con Dios mismo, como enseña San Gregorio
Nacianceno”.
“Confíen en la asistencia indefectible del Espíritu Santo, que conduce invisible pero
realmente a la Iglesia”.
“Recémosle para que los ayude y también ayude al
Sucesor de Pedro a responder, con disponibilidad y humildad, al grito de ayuda
de tantos de nuestros hermanos y hermanas que necesitan conocer la verdad sobre
su matrimonio y sobre el camino de sus vidas”,
concluyó.
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