Pan, trabajo, salud, vida mala o digna, son parte siempre de un mismo
entramado. No gastes en engaños
Por: Jesuita Guillermo Ortiz | Fuente: es.radiovaticana.va
Por un lado la tierra se agota por la tala y los cultivos descontrolados y, cada vez más, falta el pan del trabajo digno. Y por otro, se diversifican al infinito las posibles dietas con panes distintos. El trabajo y sudor de la humanidad no tiene proporción con el pan que falta en la mesa de los pobres, porque la cultura del mercado se los roba y los asesina quitándoselo de la boca.
Por: Jesuita Guillermo Ortiz | Fuente: es.radiovaticana.va
Por un lado la tierra se agota por la tala y los cultivos descontrolados y, cada vez más, falta el pan del trabajo digno. Y por otro, se diversifican al infinito las posibles dietas con panes distintos. El trabajo y sudor de la humanidad no tiene proporción con el pan que falta en la mesa de los pobres, porque la cultura del mercado se los roba y los asesina quitándoselo de la boca.
“Lo más importante es la salud” dice la gente a menudo. Y los
nutricionistas ofrecen dietas contra las nuevas enfermedades y para conservar
el cuerpo y la juventud física, mientras hay gente que se muere de hambre. Pan,
trabajo, salud, vida mala o digna, son parte siempre de un mismo entramado. Es
muy difícil separarlo. ¿Qué pan me nutre mejor y ayuda a mi salud completa?
Jesús -obrero en el taller de carpintero de José de Nazaret, en una
situación política, social y religiosa no muy distinta de la nuestra en cuanto
a la opresión, la corrupción, la injustica-, sabe muy bien lo que es ganarse el
pan con el sudor de la frente. Y también sabe que en la masa del pan de cada
día de la familia, está no solamente el sudor del trabajo, sino también la
sangre y la vida que los mayores gastan y desgastan por los suyos. Y sabe que
el amor de la familia, en la continuidad de las generaciones, es lo que da el
sentido a la vida.
Este Jesús, que sabe que pan, trabajo, vida y salud, son parte siempre
de un solo entramado, cuando la multitud de gente que comió en el milagro de la
multiplicación de los panes, vuelve a buscarlo, intenta hacerlos reaccionar y
les dice: “Les aseguro que ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino
porque han comido pan hasta saciarse. Trabajen, no por el alimento perecedero,
sino por el que permanece hasta la Vida eterna, el que les dará el Hijo del
hombre…”. “Mi Padre les da el verdadero pan del cielo… (que) da Vida al mundo”.
“Yo soy el pan de vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en
mí jamás tendrá sed”.
¿Por qué pan trabajamos vos y yo?, ¿Con qué pan me nutro y alimento a
los míos en este día?
Jesús, que el encuentro con vos en el Pueblo de Dios, me cambie y
fortalezca en lo esencial. Que sepa y pueda alimentar bien a los míos y
nutrirme yo con esa dieta integral, completa, para todo nuestro ser y nuestra
vida; con ese pan del cielo que es tu cuerpo y tu sangre, que nos reúne en la
gran mesa de familia de los hijos de Dios. Amén.
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