El 5 de agosto de 358, María Virgen expresó su voluntad para comenzar la
construcción de un templo a través del milagro de una nevada en pleno verano.
La basílica de Santa María la Mayor, el templo mariano más grande de Roma,
comenzó así su historia.
El día de
hoy la Iglesia celebra la dedicación de la Basílica de Santa María la Mayor,
una de las cuatro basílicas patriarcales de Roma junto con las de San Juan de
Letrán, San Pedro del Vaticano y San Pablo Extramuros. Esta fiesta es
importante porque recuerda el origen del templo más grande dedicado a la Virgen
María en Roma. De ahí el adjetivo de “Mayor”. A pesar de su grandeza artística,
este templo tuvo unos orígenes humildes que fueron magnificados por acción de
la Madre de Dios, quien tuvo a bien manifestarse a algunos pobladores para
indicar el lugar que hoy ocupa el templo.
HISTORIA DEL MILAGRO DE LA NIEVE
Una
tradición de la ciudad de Roma cuenta que a principios de la Edad Media, es
decir: mediados del Siglo IV, un anciano matrimonio de patricios romanos, que
no había tenido hijos y que era caritativo y generoso, pidió consejo a la
Virgen María para saber a quién debía heredar sus riquezas a su muerte. Pues el
matrimonio deseaba donar sus bienes para la propagación del cristianismo y las
obras de caridad.
Una vez
hecha la petición, los esposos vieron a María Virgen en sueños, quien les dijo
que “allá en donde señalara” se debía iniciar la construcción de un templo
dedicado en su honor. A la mañana siguiente, los esposos se preguntaban
intrigados cuál sería aquella señal anunciada. Esa mañana, el monte Esquilino,
una de las siete colinas de Roma, amaneció nevado. Ante esto hay que saber que
en Roma casi nunca nieva, y menos a principios de agosto. Con alegría, los
esposos interpretaron este hecho milagroso como la señal que se les había
anunciado.
No mucho
después, los esposos comunicaron el milagro al entonces Papa reinante: Liberio,
quien ejerció su pontificado entre los años 352 y 366 A.D. Fue entonces que se
decidió construir un templo en honor a Santa María bajo la advocación de
Nuestra Señora de las Nieves, pues con nieve milagrosa dio a conocer su
voluntad. El edificio que se comenzó a construir fue pagado con donativos del matrimonio
patricio así como con fondos eclesiásticos. El templo erigido fue llamado
Basílica Liberiana en honor del Papa Liberio, quien terminó su construcción en
360 A.D.
El
milagro de la nieve sobre el Monte Esquilino sucedió el 5 de agosto de 358 A.D.
En este año la basílica se comenzó a construir, y fue terminada en el año 360
A.D. Cada 5 de agosto, los cristianos conmemoraban el milagro arrojando pétalos
de rosas blancas desde lo alto de la basílica.
LA DEDICACIÓN DE LA NUEVA
BASÍLICA
El primer
templo edificado en el Monte Esquilino no era muy grande, sin embargo, fue la
primera basílica en Roma dedicada principalmente a María Virgen. Los romanos
pronto se hicieron devotos de la Madre de Dios bajo la advocación de Nuestra
Señora de las Nieves. En general, la advocación sólo fue de la devoción de los
romanos y pocas veces se extendió fuera de allí. No obstante, esta tendencia
cambió cuando, a raíz de un Concilio, se reedificó la Basílica.
En el año
431 A.D se celebró el Concilio de Éfeso, donde se proclamó que María Virgen es,
en verdad, Madre de Dios y no sólo humanamente Madre de Cristo. Para celebrar
la maternidad de María y para difundir su devoción entre los romanos, el Papa
Sixto III (reinando de 432 a 440 A.D) mandó construir una nueva basílica en el
lugar donde la primera, ya destruida, había estado. La nueva basílica fue
decorada con elegantes mosaicos bizantinos y engalanada con materiales bellos
como el mármol o el pórfido.
A lo
largo de toda la edad media, la nueva basílica sufrió cambios en su estilo
arquitectónico: recibió artesonados nuevos en los techos, fue adornada con
numerosas obras de arte, y, durante la época barroca, algunas cúpulas le fueron
añadidas. Es de notar que su campanario fue, por años, la torre más alta de
Roma.
“Los
católicos han tenido siempre mucha veneración por la Basílica de Santa María la
Mayor, por haber sido el primer templo dedicado a Nuestra Señora en Roma, y
porque la antigua leyenda de las nieves que cayeron en el sitio donde iba a ser
construida recuerda a los fieles que cuando lleguen los ardores de las pasiones
y el fuego de las adversidades, la Madre de Dios puede traer desde el cielo las
nieves de las bendiciones divinas que apaguen las llamas de nuestras malas
inclinaciones y calmen la sed de los que ansían tener paz, santidad y
salvación.” (1)
“Nuestra
Señora de las Nieves” en Vidas de Santos, P. Eliecer SALESMAN,
Apostolado Bíblico Católico, Bogotá, Colombia, 1994, Vol. 3, p. 212.
GabrielGonzález Nares
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