... En la cruz está la Perfección de la Santidad.
Todos alaban la paciencia, pero pocos quieren padecer.
Esta palabra parece dura a muchos: Niégate a
ti mismo, toma tu cruz, y sigue a Jesús.
Pero mucho más duro será oír aquella postrera palabra: Apartaos
de mí, malditos, al fuego eterno. Pues los que ahora oyen y siguen de buena
voluntad la palabra de la cruz, no temerán entonces oír la palabra de la eterna
condenación.
Esta señal de la cruz estará en
el cielo, cuando el Señor vendrá a juzgar.
Entonces todos los siervos de la
cruz, que se conformaron en la vida con el crucificado, se llegarán a Cristo juez con gran confianza.
Pues que así es, por qué tenéis
tomar la cruz, por la cual se va al
reino?
En la cruz está la salud, en la
cruz la vida, en la cruz está la
defensa de los enemigos, en la cruz está la infusión de la suavidad
soberana, en la cruz está la fortaleza
del corazón, en la cruz está el gozo del espíritu, en la cruz está la suma virtud, en la cruz está la perfección de la santidad.
No está la salud del alma, ni la
esperanza de la vida eterna, sino en la cruz.
Toma, pues, tu cruz, y sigue a Jesús, e irás a la vida eterna.
El vino primero, y llevó su cruz
y murió en la cruz por ti; porque tú
también la lleves, y desees morir en ella.
Porque si murieres juntamente con
El, vivirás con El.
Y si fueres compañero de la pena,
lo serás también de la gloria.
Mira que todo consiste en la
cruz, y todo está en morir en ella.
Y no hay otra vía para la vida, y para la verdadera entrañable paz,
sino la vía de la santa cruz y continua mortificación.
Ve donde quisieres, busca lo que quisieres... y no
hallarás más alto camino en lo alto, ni más seguro en lo bajo, sino la vía de
la santa cruz.
Dispón y ordena todas las cosas
según tu querer y parecer, y no hallarás sino que has de padecer algo, o de
grado o por fuerza: y así siempre hallarás la cruz.
Pues, o sentirás dolor en el
cuerpo, o padecerás tribulación en el
espíritu.
A veces te dejará Dios, a veces
te perseguirá el prójimo: lo que peor
es, muchas veces e descontentarás de ti mismo, y no serás aliviado, ni
refrigerado con ningún remedio ni consuelo; más conviene que sufras hasta cuando Dios quisiere.
Porque quiere Dios que aprendas a sufrir la tribulación sin consuelo, y que te sujetes del todo a El, y te hagas
más humilde con la tribulación.
Ninguno siente así de corazón la
pasión de Cristo, como aquel a quien acaece sufrir cosas semejantes.
Así que la cruz siempre está
preparada, y te espera en cualquier lugar; no puedes huir dondequiera que
estuvieres, porque dondequiera que huyas, llevas a ti contigo, y siempre
hallarás a ti mismo.
Vuélvete arriba, vuélvete abajo,
vuélvete fuera, vuélvete dentro, y en todo esto hallarás cruz. Y es necesario que en todo lugar tengas
paciencia, si quieres tener paz interior, y merecer perpetua corona.
Si de buena voluntad llevas la
cruz, ella te llevará, y guiará al fin deseado, adonde será el fin del padecer,
aunque aquí no lo sea.
Si contra tu voluntad la llevas,
cargaste, y hácestela más pesada: y sin embargo conviene que sufras.
Si desechas una cruz, sin duda
hallarás otra, y puede ser que más grave.
¿Piensas tu escapar de lo que
ninguno de los mortales pudo?
¿Quién de los Santos fue en el mundo sin cruz y tribulación?
Nuestro Señor Jesucristo por
cierto, en cuanto vivió en este mundo, no estuvo una hora sin dolor de pasión.
Porque convenía, dice, que Cristo
padeciese, y resucitase de los muertos, y
así entrase en su gloria.
Pues ¿cómo buscas tú otro camino
sino este camino real, que es la vida de la santa cruz?
Toda la vida de Cristo fue cruz y
martirio, y tú ?buscas para ti holganza
y gozo?
Yerras, te engañas si buscas otra cosa sino sufrir tribulaciones; porque
toda esta vida mortal está llena de miserias, y de toda parte señalada de
cruces.
Y cuanto más altamente alguno aprovecharé en espíritu, tanto más graves cruces hallará muchas veces,
porque la pena de su destierro crece más por el amor.
Mas este tal así afligido de
tantas maneras, no está sin el alivio de la consolación; porque siente el gran
fruto que le crece con llevar su cruz.
Porque cuando se sujeta a ella de
su voluntad, toda la carga de la tribulación se convierte en confianza de la
divina consolación.
Y cuanto más se quebranta la
carne por la aflicción, tanto más se
esfuerza el espíritu por la gracia interior.
Y algunas veces tanto es
confortado del afecto de la tribulación y adversidad, por el amor y conformidad de la cruz de Cristo, que no quiere estar sin
dolor y tribulación: porque se tiene por más acepto a Dios, cuanto
mayores y más graves cosas pudiere sufrir por El.
Esto no es virtud humana, sino gracia de Cristo, que tanto
puede y hace en la carne flaca, que lo que naturalmente siempre aborrece
y huye, lo acometa y acabe con fervor de espíritu.
No es según la condición humana
llevar la cruz, amar la cruz, castigar el cuerpo, ponerle en servidumbre; huir
las honras, sufrir de grado las
injurias, despreciarse a sí mismo, y desear ser despreciado; sufrir toda cosa adversa y dañosa, y no desear cosa de prosperidad en este
mundo.
Si miras a ti, no podrás por ti
cosa alguna de éstas: más si confías en
Dios, Él te enviará fortaleza del cielo, y hará que te estén sujetos el mundo y la carne.
Y no temerás al diablo tu enemigo, si estuvieses armado de fe, y
señalado con la cruz de Cristo.
Disponte, pues, como buen y fiel
siervo de Cristo, para llevar varonilmente la cruz de tu Señor crucificado por
tu amor.
Prepárate a sufrir muchas adversidades y diversas incomodidades en esta
miserable vida; porque así estará contigo Jesús
adondequiera que fueres; y de verdad que le hallarás en cualquier parte que te
escondas.
Así conviene que sea, y no hay
otro remedio para evadirse del dolor y de la tribulación de los males, sino
sufrir.
Bebe afectuosamente el cáliz del
Señor, si quieres ser su amigo, y tener parte con Él.
Remite a Dios las consolaciones,
para que haga con ellas lo que más le agradaré.
Pero tú disponte a sufrir las
tribulaciones, y estímalas por grandes consuelos; porque no son condignas las
pasiones de este tiempo para merecer la gloria venidera, aunque tú solo
pudieses sufrirlas todas.
Cuando llegares a tanto, que la
aflicción te sea dulce y gustosa por amor de Cristo, piensa entonces que te va
bien; porque hallaste el paraíso en la tierra.
Cuando te parece grave el
padecer, y procuras huirlo, cree que te va mal, y dondequiera que fueres, te
seguirá la tribulación.
Si te dispones para hacer lo que
debes, es a saber, sufrir y morir, luego te irá mejor, y hallarás paz.
Y aunque fueres arrebatado hasta
el tercer cielo con San Pablo, no estarás por eso seguro de no sufrir alguna
contrariedad. Yo (dice Jesús) le mostraré cuántas cosas le convendrán padecer
por mi nombre.
Debes, pues, padecer, si quieres
amar a Jesús, y servirle siempre.
¡Ojalá que fueses digno de
padecer algo por el nombre de Jesús! ¡Cuán grande gloria te resultaría! ¡Cuánta
alegría a todos los Santos de Dios! ¡Cuánta edificación sería para el prójimo!
Todos alaban la paciencia, pero
pocos quieren padecer.
Con razón debieras sufrir algo de
buena gana por Cristo; pues hay muchos que sufren graves cosas por el mundo.
Ten por cierto que te conviene
morir viviendo; y cuanto más muere cada uno a sí mismo, tanto más comienza
vivir para Dios. Ninguno es suficiente para comprender cosas celestiales, si no
se humilla a sufrir adversidades por Cristo.
No hay cosa a Dios más acepta, ni
para ti en este mundo más saludable, que padecer de buena voluntad por Cristo.
Y si te diesen a escoger, más
debieras desear padecer cosas adversas por Cristo, que ser recreado con muchas
consolaciones; porque así le serías más semejante, y más conforme a todos los
Santos.
No está, pues, nuestro
merecimiento ni la perfección de nuestro estado en las muchas suavidades y
consuelos sino más bien en sufrir grandes penalidades y tribulaciones.
Porque si alguna cosa fuera mejor
y más útil para la salvación de los hombres que el padecer, Cristo lo hubiera
declarado con su doctrina y con su ejemplo.
Pues manifiestamente exhorta a sus discípulos, y a todos los que desean
seguirle, a que lleven la cruz, y dice: Si alguno quisiera venir en pos de Mí,
niéguese a sí mismo, Tome su cruz y sígame.
Así que leídas y bien consideradas todas las cosas, sea esta la postrera
conclusión: Que por muchas tribulaciones nos conviene entrar en el reino de
Dios.
Al copiar este artículo favor conservar o citar la Fuente: EL CAMINO HACIA DIOS
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