Durante
su ministerio publico, Jesús anunció la buena noticia de la salvación y
demostró su poder salvífico curando a los enfermos donde quiera que iba.
Ahora
que el Señor está resucitado en gloria no ha cambiado su deseo de salvar a su pueblo
ni ha disminuido su poder para eliminar la enfermedad y toda clase de males.
Jesús quiere sanar a su pueblo de tosa sus dolencias y demostrarnos su
misericordia.
Lo
único que nos pide es que PERDONEMOS de corazón a los demás, tal como Él nos ha
perdonado. Cuando aprendemos a ser bondadosos con el prójimo, nos damos cuenta
de lo inmensamente compasivo que Dios es con sus hijos, y esto sirve para
fortalecer nuestra FE y CONFIANZA en la capacidad del Señor para sanarnos tanto
espiritual como físicamente.
-Cuando
oren con fe, el enfermo sanará y el Señor lo levantará, y si ha cometido
pecados, estos le serán perdonados. Por eso, confiésense unos a otros sus
pecados y oren unos por otros para ser sanados. Santiago 5, 15-16
A
veces resulta difícil entender este vínculo entre el perdón y la sanación que
tan hermosamente describe la Carta del Apóstol Santiago. Los que sufren
enfermedades terminales – por ejemplo – pueden sentirse doblemente castigados
si piensan que la razón por la cual no se han curado es porque todavía guardan
en su corazón pecados o rencores de los que no se han arrepentido. Esto querría
decir que por su culpa no se han sanado aun.
OJO
POR OJO: La dificultad de entender el nexo entre perdón u curación consiste, en
parte, en que estamos demasiados acostumbrados a razonar con un fuerte sentido
de justicia retributiva, es decir, el principio que nos hace creer en Dios
simplemente no puede, o no quiere perdonar nuestros pecados y que, por lo
tanto, tiene que imponernos algún castigo que sea proporcional al delito.
La
justicia retributiva actúa como un arma de doble filo. Mientras insistamos en
desquitarnos del mal que nos han hecho, será más difícil para nosotros aceptar
que Dios vaya a perdonarnos fácilmente y sin condiciones por los pecados que hayamos
cometido, y cuando no somos receptivos a su misericordia, nos privamos de la
curación que el Señor anhela concedernos simplemente porque nos ama.
Durante
su ministerio, Jesús estableció siempre un vínculo entre el perdón y la
curación, incluso, el Señor enseñó que el perdón es requisito previo a la
adoración:
-Si
al llevar tu ofrenda al altar te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti,
deja tu ofrenda allí mismo delante del altar y ve primero a ponerte en paz con
tu hermano. Entonces podrás volver al altar y presentar tu ofrenda. Mt. 5,
23-24.
Estamos
tan acostumbrados a rezar el Padrenuestro que no es raro que no lleguemos a
percatarnos cabalmente de lo que realmente significa pedirle a Dios que nos
perdone del mismo modo como nosotros perdonamos a los demás.
PERDONAR
ES AMAR
Al
perdonar estamos amando. Esto no significa que nos sintamos bien emocionalmente
con la persona a quien damos nuestro perdón, pero que dentro del verdadero amor
cristiano entra el acto de perdón y estamos dispuestos a orar por esa persona.
Cuando estaba Jesús colgado en la cruz, tampoco se sentía bien enfrente a los
que lo perseguían y le crucificaban, pero Él les extendió su Amor
perdonándoles: -Padre perdónales, porque no saben lo que hacen. Lucas 23, 24.
-Si
Dios te sana de un cáncer terminal tan solo por el hecho de haber perdonado,
dale gracias y siéntete primero feliz por haber perdonado y después haberte
sanado. Más importante es que uno se salve a que uno se sane.
-De
que te podría servir que te sane el Señor y luego te mata un carro sin estar
salvo. ¿A dónde crees que te irías bien sanito? Una sanación física sin
conversión-salvación espiritual no tiene sentido.
-El
problema de muchos de los que Dios sana a través de los grupos de oración – a
pesar de que se les pide que sean buenos católicos – es que una vez sanos se
olvidan nuevamente de Él.
PERDONAR
ES RECORDAR SIN RENCOR… A VECES ES MUY DIFÍCIL OLVIDAR AUNQUE EL TIEMPO SE
ENCARGARÁ DE QUE OLVIDES.
Grupo
Católico de Oración por los Enfermos – Si Señor.
José
Miguel Pajares Clausen
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