Hablando en términos humanos..., se puede decir, que cuando Dios, hace
un santo a continuación rompe el molde y el siguiente no tiene nada que ver con
el anterior. De hecho todos somos distintos y no solo en los cuerpos, sino
también en nuestras almas, aunque nadie ha visto el alma de su vecino, ni
siquiera la de la persona más allegada, pero si vemos los frutos de las almas
de los demás, por su carácter, sus virtudes y sus vicios. Nos decía el Señor “Guardaos de los falsos profetas: se acercan con piel de oveja, pero por
dentro son lobos rapaces, por sus frutos los conoceréis”. (Mt 7,15-20).
Y al ser todos diferentes, tanto los santos y al decir santos no solo me
refiero a los que ya están canonizados, sino aquellos que ya están en el cielo,
aunque aquí nadie la haya canonizados y también son santos en potencia, los que
luchan aquí abajo para asegurarse su entrada futura en el Reino de los cielos.
Y todos satos y no tan santos, como personas que han sido y son ahora también
diferentes. Pero de todas formas si podemos agruparlos, en unas determinadas
categorías, es lo que vamos a tratar de reseñar:
I.- Primeramente, tenemos
los santos del Antiguo
Testamento, empezando por los primeros Patriarcas y pasando por los profetas y
terminando con el último santo de esta época que es San Juan Bautista, del cual
el Señor dijo: “28 Yo os digo; no hay entre los nacidos de mujer
profeta más grande que Juan; pero el más pequeño en el reino de Dios es mayor
que él”. (Lc 7,28).
II.- En la época evangélica o del Nuevo Testamento, el primer santo y
mártir, fue San Esteban, el protomártir, que murió apedreado en la puerta de
Jerusalén, que lleva su nombre, aunque a esta puerta los musulmanes la
denominen Puerta de los leones, por dos leones gravados en la piedra que
flanquean dicha puerta. Santos mártires, es la categoría más antigua. En los
primitivos tiempos del cristianismo, la palma del martirio fue muy frecuente,
sin que por ello haya dejado de darse esta clase de santos, en épocas
posteriores e incluso en la actualidad. El pasado siglo XX, fue muy fecundo en
mártires, destacando los Cristeros en los años 26 y siguientes en México y en
España los asesinatos de cristianos católicos en los años 36 y siguientes, en
la ll guerra mundial, fueron masacrados muchos mártires, y en el presente siglo
sigue habiendo muchas persecuciones y martirios de católicos, en países
comunistas y en persecuciones por los islamistas. Y actualmente, estamos
viviendo las masacres de cristianos orientales que están realizando fanáticos
musulmanes.
III.- Confesores y ascetas, fueron y son santos que sin haber obtenido
la palma del martirio cruento, si la obtuvieron del incruento. Al igual que en
el caso anterior, son estos unos santos que se dieron en épocas antiguas y en
las actuales. Son los cristianos que viven su fe, en grado heroico. En esta
clase de santos, se da la mayor variedad de formas, desde los que vivieron su
fe en vida eremítica o conventual, hasta los simples cristianos seglares, con
los que sin conocerlos hoy en día estamos conviviendo con ellos.
IV.- Los fundadores de órdenes o movimientos religiosos, son otra
categoría a considerar. Fueron llamados por el Señor, a levantar verdaderos
imperios de cristiandad, partiendo de la nada, pero confiando en la ayuda
divina que nunca les faltó, pero como siempre ocurre con las cosas de Dios, Él
se las daba y se las da, ahora también, en forma inesperada y por conductos que
ellos no podían ni imaginar .Solo con el carisma de su influjo y actividad,
pudo por ejemplo, actuar un San Francisco de Asís, un Santo Domingo de Guzmán,
una Santa Teresa de Jesús o un San Ignacio de Loyola y modernamente un San
Josemaría Escrivá de Balaguer.
V.- Los místicos, son una categoría que puede coincidir con otra clase
de santos. Mística fue Santa Teresa de Jesús, al mismo tiempo que fundadora
activista o emprendedora y también doctora de la Iglesia.El adjetivo “místico”,
expresa la acción directa e inmediata de Dios en el alma, junto con la
conciencia que el alma tiene de tal hecho. De ahí, que básicamente “místico”
sea sinónimo de “contemplativo”, aunque por lo general la palabra mística se
suele reservar para designar los estados más avanzados del proceso
contemplativo.
Además durante las primeras fases de la contemplación, no somos
normalmente conscientes de la acción divina en nosotros. La mística pues es la
toma de posesión de nuestro ser por Dios, que trae consigo una modificación de
nuestra psicología, de nuestra conciencia y de nuestra conducta, de manera
verificable, aunque no seamos capaces de saberlo ni expresarlo. Para Royo
Marín, la mística no es un estado extraordinario y anormal reservado para unos
pocos aristócratas del espíritu, sino el camino ordinario y normal que han de
recorrer todas las almas, para lograr la completa expansión y desarrollo de la
gracia santificante, recibida en forma de semilla o germen en el sacramento del
bautismo.
VI.- En la categoría de santos pensadores, se
pueden incluir todos aquellos que han sido declarados “Doctores o doctoras de
la Iglesia”. Tres son las féminas declaradas doctoras de la Iglesia, de ellas
una Santa Catalina de Siena, es dominica, del siglo XIV, las otras dos de
nombre Teresa pertenecientes a la orden del Carmelo descalzo, estas glorias del
Carmelo son: Santa Teresa de Jesús, y Santa Teresa de Lisieux y últimamente
casi podemos considerar a Santa Teresa Benedicta de la Cruz, en el mundo Edith
Stein, judía conversa alemana, gaseada los nazis en un campo de concentración
durante la segunda guerra mundial de 1939-1945, es patrona de Europa y va
camino de ser la tercera doctora de la orden del Carmelo teresiano. Amén de los
doctoras, la Iglesia tiene declarados varios doctores, entre lo que destacan
los dominicos San Alberto Magno y Santo Tomás de Aquino, sin olvidar al
carmelita descalzo San Juan de la Cruz, San Juan de Ávila y San Isidoro de
Sevilla, entre un total de 33 santos declarados doctores de la iglesia por la
Santa Sede.
V.- Son santos activistas aquellos, que llevados por su celo apostólico,
en vez de recluirse salen a vivir al máximo su fe en el mundo. Tal es el caso
de los misioneros, que han existido en toda época. Misioneros fueron los
hermanos Cirilo y Metódio que evangelizaron la Europa oriental. Anteriormente
San Bonifacio salió de Inglaterra para evangelizar Alemania. Más modernamente,
San Francisco Javier fue otro ejemplo de misionero, convirtiendo al
cristianismo a miles de personas en la India y extremo oriente.
VI.- Santos humanistas, son otra categoría en la que destaca la figura
de Santo Tomás Moro, que además de mártir fue un santo abogado, político,
canciller de Inglaterra, escritor, filósofo y hasta hábil negociante en
transacciones económicas.
VII.- Y para que se vea que existen toda clase de santos, cerraremos
este catálogo de clases de santos, con una categoría que a los ojos de hoy en
día podrían calificarse de excéntricos. Son estos santos que estando su corazón
totalmente entregado a Dios, les ha importado muy poco lo que la gente pudiese
pensar de ellos, porque entendían que lo que hacían era la voluntad de Dios
para con ellos. tal es el caso de Simeón el estilista. Fue este un santo, que
se subió a una columna, y en lo alto de ella vivió día y noche, durante
bastantes años, llevando una rigorosa vida ascética de ayunos y penitencias.
Entregó su alma al Señor, sin bajarse de la columna. El mismo San Juan
Bautista, hoy en día, sería considerado como un tipo raro, ya que vivía en el
desierto, vistiéndose solamente con pieles de animales, y alimentándose de
langostas, y no precisamente de las que se pescan en los mares y se sirven en
los restaurantes de muchos tenedores, sino aquella otra que son repugnantes
insectos que formando plagas devoran todos los campos en donde aterrizan. Esta
clase de santos se da también hoy en día, no recuerdo donde leí que en un país
oriental había un santo subido en una peña y allí viví sin bajarse de ella,
dedicándose a la oración..
VIII.- Hay una última
clase de santo, al que ya nos hemos referido, es aquel que aún vive entre
nosotros y que salvo raras excepciones es un desconocido entre los que conviven
con él. Esta clase de santo ya en la tierra, en su vida terrestre llega a
alcanzar, alto grado de semejanza a Dios, y por lo tanto su conducta está
siempre de acuerdo con las normas divinas. Y este grado de acercamiento a Dios
raramente es detectado muchas veces por todos aquellos que están en contacto
con él e intervienen en la vida del santo. Nunca en ningún tiempo, nadie (casi
nadie para ser justos) se ha enterado de los santos que tenía al lado. San
Francisco de Asís, para sus coetáneos, del siglo XIII, no fue más que un tipo
excéntrico y exaltado. Y Santa Teresa de Jesús era una monja inquieta y
andariega, que no paraba siempre de acá para allá. Y es que el santo, es él, el
primer ignorante de su situación.
Ningún santo se cree santo, al contrario su humildad le obliga a tenerse
por el más grande de los pecadores. Aspirar a la gloria de ser canonizado,
creyéndose uno que tiene méritos suficientes, sería un acto de vanidad. Podemos
estar seguros de que no hay ningún santo en el calendario de la iglesia que
esperase el honor de ser elevado a los altares. El verdadero santo, es lo
suficiente realista como para no considerarse un héroe. Está suficientemente
preocupado pensando que debería ser mucho mejor, como para dedicarse a pensar
lo bueno que es. Tomás de Kempis nos dice a este respecto: “Los más grandes santos a los ojos de Dios, son los más
pequeños a sus propios ojos, y cuanto más aureolados de gloria, tanto más
humilde se creen”. En la hagiografía tradicional, los autores de este
tipo de libros, han venido presentándonos a los santos, como tremendos gigantes
espirituales, cuya estatura, era prácticamente imposible de alcanzar para el
resto de los mortales. Muchas veces, se han desbordado imaginativamente los
autores, en el adorno de las hazañas de los santos. En este sentido el abad
Boyland, escribe: “…, hay muchas narraciones escritas de
vidas de santos que a causa de las múltiples distorsiones y del énfasis de lo
accidental a costa de lo esencial, están más allá de la realidad que las
petrificadas actitudes de las multicolores vidrieras de las Iglesias”.
A las narraciones de las vidas de los santos, les ha pasado muchas
veces, lo que les pasó en su día a los narradores de los evangelios apócrifos,
que en el deseo de magnificar a sus personajes, no se ajustaron a la realidad,
y llegaron, a explicarnos, por ejemplo, que las palmeras del desierto, se
inclinaban al paso del Niño Jesús, ofreciéndoles sus dátiles para que los
tomara, o bien, que el Niño Jesús jugaba con el barro, modelando pájaros o palomas,
que luego cuando las soplaba, tomaban vida y echaban a volar. Toda esta
hagiografía, ha causado muchas veces, más daño que bien, a muchas almas que han
leído estas biografías, pues se han sentido marginadas, e incapacitadas para
alcanzar la santidad.
Los santos, evidentemente fueron gigantes espirituales, pero no
olvidemos nunca, que partieron siempre desde la condición de enanos, y de
enanos pecadores como nosotros. Alcanzaron la corona de su triunfo con muchos
esfuerzos y sacrificios, y precisamente, no en veinticuatro horas. A ninguno de
ellos, Dios les regaló nada, excepto su ayuda en forma de gracia, que es un
regalo que también nosotros lo tenemos siempre a nuestra entera disposición, si
es que queremos utilizar el regalo.
Mi más cordial saludo lector y e deseo de que
Dios te bendiga.
Juan del Carmelo
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