miércoles, 14 de enero de 2015

CLASES DE SANTOS


Hablando en términos humanos..., se puede decir, que cuando Dios, hace un santo a continuación rompe el molde y el siguiente no tiene nada que ver con el anterior. De hecho todos somos distintos y no solo en los cuerpos, sino también en nuestras almas, aunque nadie ha visto el alma de su vecino, ni siquiera la de la persona más allegada, pero si vemos los frutos de las almas de los demás, por su carácter, sus virtudes y sus vicios. Nos decía el Señor “Guardaos de los falsos profetas: se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces, por sus frutos los conoceréis”. (Mt 7,15-20).

Y al ser todos diferentes, tanto los santos y al decir santos no solo me refiero a los que ya están canonizados, sino aquellos que ya están en el cielo, aunque aquí nadie la haya canonizados y también son santos en potencia, los que luchan aquí abajo para asegurarse su entrada futura en el Reino de los cielos. Y todos satos y no tan santos, como personas que han sido y son ahora también diferentes. Pero de todas formas si podemos agruparlos, en unas determinadas categorías, es lo que vamos a tratar de reseñar:

I.- Primeramente, tenemos los santos del Antiguo Testamento, empezando por los primeros Patriarcas y pasando por los profetas y terminando con el último santo de esta época que es San Juan Bautista, del cual el Señor dijo: “28 Yo os digo; no hay entre los nacidos de mujer profeta más grande que Juan; pero el más pequeño en el reino de Dios es mayor que él”. (Lc 7,28).

II.- En la época evangélica o del Nuevo Testamento, el primer santo y mártir, fue San Esteban, el protomártir, que murió apedreado en la puerta de Jerusalén, que lleva su nombre, aunque a esta puerta los musulmanes la denominen Puerta de los leones, por dos leones gravados en la piedra que flanquean dicha puerta. Santos mártires, es la categoría más antigua. En los primitivos tiempos del cristianismo, la palma del martirio fue muy frecuente, sin que por ello haya dejado de darse esta clase de santos, en épocas posteriores e incluso en la actualidad. El pasado siglo XX, fue muy fecundo en mártires, destacando los Cristeros en los años 26 y siguientes en México y en España los asesinatos de cristianos católicos en los años 36 y siguientes, en la ll guerra mundial, fueron masacrados muchos mártires, y en el presente siglo sigue habiendo muchas persecuciones y martirios de católicos, en países comunistas y en persecuciones por los islamistas. Y actualmente, estamos viviendo las masacres de cristianos orientales que están realizando fanáticos musulmanes.

III.- Confesores y ascetas, fueron y son santos que sin haber obtenido la palma del martirio cruento, si la obtuvieron del incruento. Al igual que en el caso anterior, son estos unos santos que se dieron en épocas antiguas y en las actuales. Son los cristianos que viven su fe, en grado heroico. En esta clase de santos, se da la mayor variedad de formas, desde los que vivieron su fe en vida eremítica o conventual, hasta los simples cristianos seglares, con los que sin conocerlos hoy en día estamos conviviendo con ellos.

IV.- Los fundadores de órdenes o movimientos religiosos, son otra categoría a considerar. Fueron llamados por el Señor, a levantar verdaderos imperios de cristiandad, partiendo de la nada, pero confiando en la ayuda divina que nunca les faltó, pero como siempre ocurre con las cosas de Dios, Él se las daba y se las da, ahora también, en forma inesperada y por conductos que ellos no podían ni imaginar .Solo con el carisma de su influjo y actividad, pudo por ejemplo, actuar un San Francisco de Asís, un Santo Domingo de Guzmán, una Santa Teresa de Jesús o un San Ignacio de Loyola y modernamente un San Josemaría Escrivá de Balaguer.

V.- Los místicos, son una categoría que puede coincidir con otra clase de santos. Mística fue Santa Teresa de Jesús, al mismo tiempo que fundadora activista o emprendedora y también doctora de la Iglesia.El adjetivo “místico”, expresa la acción directa e inmediata de Dios en el alma, junto con la conciencia que el alma tiene de tal hecho. De ahí, que básicamente “místico” sea sinónimo de “contemplativo”, aunque por lo general la palabra mística se suele reservar para designar los estados más avanzados del proceso contemplativo.

Además durante las primeras fases de la contemplación, no somos normalmente conscientes de la acción divina en nosotros. La mística pues es la toma de posesión de nuestro ser por Dios, que trae consigo una modificación de nuestra psicología, de nuestra conciencia y de nuestra conducta, de manera verificable, aunque no seamos capaces de saberlo ni expresarlo. Para Royo Marín, la mística no es un estado extraordinario y anormal reservado para unos pocos aristócratas del espíritu, sino el camino ordinario y normal que han de recorrer todas las almas, para lograr la completa expansión y desarrollo de la gracia santificante, recibida en forma de semilla o germen en el sacramento del bautismo.

             VI.- En la categoría de santos pensadores, se pueden incluir todos aquellos que han sido declarados “Doctores o doctoras de la Iglesia”. Tres son las féminas declaradas doctoras de la Iglesia, de ellas una Santa Catalina de Siena, es dominica, del siglo XIV, las otras dos de nombre Teresa pertenecientes a la orden del Carmelo descalzo, estas glorias del Carmelo son: Santa Teresa de Jesús, y Santa Teresa de Lisieux y últimamente casi podemos considerar a Santa Teresa Benedicta de la Cruz, en el mundo Edith Stein, judía conversa alemana, gaseada los nazis en un campo de concentración durante la segunda guerra mundial de 1939-1945, es patrona de Europa y va camino de ser la tercera doctora de la orden del Carmelo teresiano. Amén de los doctoras, la Iglesia tiene declarados varios doctores, entre lo que destacan los dominicos San Alberto Magno y Santo Tomás de Aquino, sin olvidar al carmelita descalzo San Juan de la Cruz, San Juan de Ávila y San Isidoro de Sevilla, entre un total de 33 santos declarados doctores de la iglesia por la Santa Sede.

V.- Son santos activistas aquellos, que llevados por su celo apostólico, en vez de recluirse salen a vivir al máximo su fe en el mundo. Tal es el caso de los misioneros, que han existido en toda época. Misioneros fueron los hermanos Cirilo y Metódio que evangelizaron la Europa oriental. Anteriormente San Bonifacio salió de Inglaterra para evangelizar Alemania. Más modernamente, San Francisco Javier fue otro ejemplo de misionero, convirtiendo al cristianismo a miles de personas en la India y extremo oriente.

VI.- Santos humanistas, son otra categoría en la que destaca la figura de Santo Tomás Moro, que además de mártir fue un santo abogado, político, canciller de Inglaterra, escritor, filósofo y hasta hábil negociante en transacciones económicas.

VII.- Y para que se vea que existen toda clase de santos, cerraremos este catálogo de clases de santos, con una categoría que a los ojos de hoy en día podrían calificarse de excéntricos. Son estos santos que estando su corazón totalmente entregado a Dios, les ha importado muy poco lo que la gente pudiese pensar de ellos, porque entendían que lo que hacían era la voluntad de Dios para con ellos. tal es el caso de Simeón el estilista. Fue este un santo, que se subió a una columna, y en lo alto de ella vivió día y noche, durante bastantes años, llevando una rigorosa vida ascética de ayunos y penitencias. Entregó su alma al Señor, sin bajarse de la columna. El mismo San Juan Bautista, hoy en día, sería considerado como un tipo raro, ya que vivía en el desierto, vistiéndose solamente con pieles de animales, y alimentándose de langostas, y no precisamente de las que se pescan en los mares y se sirven en los restaurantes de muchos tenedores, sino aquella otra que son repugnantes insectos que formando plagas devoran todos los campos en donde aterrizan. Esta clase de santos se da también hoy en día, no recuerdo donde leí que en un país oriental había un santo subido en una peña y allí viví sin bajarse de ella, dedicándose a la oración..

            VIII.- Hay una última clase de santo, al que ya nos hemos referido, es aquel que aún vive entre nosotros y que salvo raras excepciones es un desconocido entre los que conviven con él. Esta clase de santo ya en la tierra, en su vida terrestre llega a alcanzar, alto grado de semejanza a Dios, y por lo tanto su conducta está siempre de acuerdo con las normas divinas. Y este grado de acercamiento a Dios raramente es detectado muchas veces por todos aquellos que están en contacto con él e intervienen en la vida del santo. Nunca en ningún tiempo, nadie (casi nadie para ser justos) se ha enterado de los santos que tenía al lado. San Francisco de Asís, para sus coetáneos, del siglo XIII, no fue más que un tipo excéntrico y exaltado. Y Santa Teresa de Jesús era una monja inquieta y andariega, que no paraba siempre de acá para allá. Y es que el santo, es él, el primer ignorante de su situación.

Ningún santo se cree santo, al contrario su humildad le obliga a tenerse por el más grande de los pecadores. Aspirar a la gloria de ser canonizado, creyéndose uno que tiene méritos suficientes, sería un acto de vanidad. Podemos estar seguros de que no hay ningún santo en el calendario de la iglesia que esperase el honor de ser elevado a los altares. El verdadero santo, es lo suficiente realista como para no considerarse un héroe. Está suficientemente preocupado pensando que debería ser mucho mejor, como para dedicarse a pensar lo bueno que es. Tomás de Kempis nos dice a este respecto: “Los más grandes santos a los ojos de Dios, son los más pequeños a sus propios ojos, y cuanto más aureolados de gloria, tanto más humilde se creen”. En la hagiografía tradicional, los autores de este tipo de libros, han venido presentándonos a los santos, como tremendos gigantes espirituales, cuya estatura, era prácticamente imposible de alcanzar para el resto de los mortales. Muchas veces, se han desbordado imaginativamente los autores, en el adorno de las hazañas de los santos. En este sentido el abad Boyland, escribe: “…, hay muchas narraciones escritas de vidas de santos que a causa de las múltiples distorsiones y del énfasis de lo accidental a costa de lo esencial, están más allá de la realidad que las petrificadas actitudes de las multicolores vidrieras de las Iglesias”.

A las narraciones de las vidas de los santos, les ha pasado muchas veces, lo que les pasó en su día a los narradores de los evangelios apócrifos, que en el deseo de magnificar a sus personajes, no se ajustaron a la realidad, y llegaron, a explicarnos, por ejemplo, que las palmeras del desierto, se inclinaban al paso del Niño Jesús, ofreciéndoles sus dátiles para que los tomara, o bien, que el Niño Jesús jugaba con el barro, modelando pájaros o palomas, que luego cuando las soplaba, tomaban vida y echaban a volar. Toda esta hagiografía, ha causado muchas veces, más daño que bien, a muchas almas que han leído estas biografías, pues se han sentido marginadas, e incapacitadas para alcanzar la santidad.

Los santos, evidentemente fueron gigantes espirituales, pero no olvidemos nunca, que partieron siempre desde la condición de enanos, y de enanos pecadores como nosotros. Alcanzaron la corona de su triunfo con muchos esfuerzos y sacrificios, y precisamente, no en veinticuatro horas. A ninguno de ellos, Dios les regaló nada, excepto su ayuda en forma de gracia, que es un regalo que también nosotros lo tenemos siempre a nuestra entera disposición, si es que queremos utilizar el regalo.

Mi más cordial saludo lector y e deseo de que Dios te bendiga.

Juan del Carmelo

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