jueves, 1 de mayo de 2014

LE QUITAN A AYAAN EL HONORIS CAUSA



Fatwa en Somalia, expulsada de Holanda, humillada en USA.

Vosotros merecéis recuerdos mejores que el 11 de septiembre y el atentado al maratón de Boston”, estas eran las palabras que Ayaan Hirsi Ali iba a dirigir a los estudiantes de la Brandeis University de Boston al recibir el doctorado honoris causa, días antes del desarrollo de la edición de 2014 de esta competición. Recordemos que en 2013 dos bombas explotaron cerca de la meta del maratón, matando a distintas personas e hiriendo a más de 100.

Ayaan Hirsi Ali es la mujer somalí, musulmana, que en 2004 osó escribir el texto de un cortometraje titulado Submission (Sumisión), dirigido por el director holandés Theo Van Gogh, en el que se relata la historia de cinco mujeres islámicas víctimas de abusos y maltratos siguiendo el nombre de Alá y en el respeto de la ley coránica. Fue una ofensa intolerable para los integristas islámicos. Dos meses después de su salida en las salas, Theo Van Gogh pagaba su valentía con la vida: un inmigrante marroquí le preparó una emboscada en la calle, en pleno día, en Ámsterdam y lo mató con cuatro disparos, lo degolló y le hundió en el cuerpo un cuchillo en cuya lama estaba ensartada una carta de cinco páginas destinada a Ayaan que contenía una fatwa, una sentencia islámica que la condenaba a muerte.

¡ACUSADA DE "ISLAMOFOBIA"!
La edición 2014 del maratón de Boston se ha desarrollado el 21 de abril sin incidentes. Pero Ayaan Hirsi Ali no ha pronunciado su discurso en la Brandeis University porque, a causa de la presión de los docentes y de estudiantes indignados por su “islamofobia”, las autoridades académicas han decidido no concederle el título.

UN DISCURSO QUE AVERGÜENZA A QUIENES LO PROHIBIERON
«Nosotros, occidentales –iba a decir a los estudiantes a propósito de las reivindicaciones de las mujeres en los países islámicos– debemos ofrecer la dosis justa de ayuda (...) debemos volver a nuestra raíces convirtiéndonos de nuevo en el faro del pensamiento libre y de la libertad del siglo XXI. Ante una injusticia tenemos que reaccionar, no sólo condenándola, sino con acciones concretas.

»Uno de los mejores lugares para hacerlo es en nuestras instituciones de enseñanza superior. Debemos hacer que nuestras universidades sean templos no de la ortodoxia dogmática, sino del verdadero pensamiento crítico, donde todas las ideas sean bienvenidas y donde se impulse el debate civil. Estoy acostumbrada a que me piten en las universidades, por lo que estoy muy agradecida de poder hablar aquí hoy. No espero que todos estéis de acuerdo conmigo, pero aprecio muchísimo vuestra apertura a la escucha.

»Estoy ante vosotros aquí como alguien que está combatiendo por los derechos de las mujeres y de las chicas de todo el mundo. Y estoy ante vosotros como alguien que no tiene miedo de plantear preguntas incómodas sobre el papel de la religión en esta batalla. La vinculación entre violencia, sobre todo la violencia contra las mujeres, y el islam es demasiado clara para ser ignorada. No ayudamos a los estudiantes, las universidades, los ateos y los creyentes cuando cerramos los ojos antes esta vinculación, cuando buscamos excusas en lugar de reflexionar.

»Por esto pregunto: el concepto de guerra santa, ¿es compatible con nuestro ideal de tolerancia religiosa? ¿Es blasfemia, castigada con la muerte, poner en discusión la aplicación en nuestra era de ciertas doctrinas que se remontan al siglo VII? Tanto el cristianismo como el judaísmo han tenido sus reformas. Ha llegado el tiempo también para una reforma del islam.

»¿Son inadmisibles estas argumentaciones? Ciertamente deberían ser admisibles para una universidad que ha sido fundada después del escándalo del Holocausto en un tiempo en el que muchas universidades estadounidenses aún imponían restricciones a los estudiantes judíos. El lema de la Brandeis University es: “La verdad, también la más inaccesible”. Es también mi lema».

LA DOBLE PERSECUCIÓN DE AYAAN
En 2004 todo el mundo occidental se alzó contra al asesinato de Theo Van Gogh y la condena a muerte de Ayaan. A ella, inmigrante llegada a Holanda en 1992, en esa época ciudadana holandesa y diputada del Partido Socialdemócrata, se le concedió una escolta y el consuelo de innumerables manifestaciones de solidaridad. Submission fue proyectada en todo el mundo occidental.

Pero dos años después, en 2006, el ministerio de Inmigración holandés, con el pretexto de datos erróneos en su petición de ciudadanía presentada en 1997, decidió considerar nulo el acto de naturalización de Ayaan Hirsi Ali. Se le concedieron seis semanas para recurrir. Al mismo tiempo, un juez emitía una sentencia favorable a sus vecinos de casa que habían solicitado su desahucio sosteniendo que su intimidad había sido violada a causa de las medidas de seguridad adoptadas para protegerla y temían que su presencia pudiera poner en riesgo su incolumidad.

La sentencia le requería dejar en el plazo de cuatro meses la vivienda-refugio puesta a su disposición por el estado para defenderla. De este modo, Hirsi Ali decidió aceptar una oferta de trabajo en el American Enterprise Institute de Washington y se trasladó a los Estados Unidos.

FEO PAPEL DE LAS AUTORIDADES ACADÉMICAS

Lo que ha sucedido en la Brandeis University, con el agravante por parte de las autoridades académicas de haber intentado presentar la renuncia al doctorado honoris causa como una decisión acordada con Hirsi Ali, cosa que no es cierta, es un signo de los tiempos: y esta vez el mundo occidental no se ha alzado en defensa de Ayaan, y de los propios ideales.

Los dos magníficos libros autobiográficos escritos por Ayaan Hirsi Ali han sido publicados en Italia por Rizzoli: Infedele (Infiel), en 2007, y Nomade (Nómada), en 2010. En ellos Ayaan relata su vida, desde su infancia en Somalia –marcada por el hecho de la lacerante infibulación (ablación) que le impuso su abuela sin saberlo sus padres y por los acontecimientos en su familia, que sufrió la persecución del dictador Siad Barre contra el cual combatía el padre de Ayaan– hasta los sucesos que la llevaron a Arabia Saudita, Etiopia y Kenia, pasando por el matrimonio que le impuso su padre, el acto liberatorio de sustraerse al destino de mujeres como ella y a los siguientes años transcurridos en Europa y en los Estados Unidos: “Sabía que una vida distinta era posible –escribe Hirsi Ali en Infiel, recordado el inicio de su nueva vida en Occidente– lo había leído en los libros y ahora podía verlo, olerlo en el aire: el tipo de existencia que había siempre querido, con una verdadera instrucción, un trabajo de verdad, un matrimonio de verdad. Quería convertirme en una persona, un individuo, con una vida propia”.

EL DIOS CRISTIANO

El precio que ha pagado es altísimo. Su padre y toda su familia la han rechazado y ha perdido la fe. Si ahora también Occidente la rechaza, ¿qué le queda? ¿Tal vez el apoyo de la comunidad cristiana a la cual apelaba en la introducción de Nómada? “He tenido el placer de encontrar cristianos cuyo concepto de Dios está muy lejos de Alá –se lee en su introducción al libro–; este Dios cristiano moderno es sinónimo de amor: los sacerdotes no predican el odio, la intolerancia y la discordia; este Dios es misericordioso, no busca el poder temporal y no está en competición con la ciencia; sus seguidores consideran la Biblia un libro hecho de parábolas, no de ordenes tajantes a las que hay que atenerse rigurosamente. El cristianismo del amor y la tolerancia es uno de los más potentes antídotos de Occidente al islam del odio y la intolerancia”.

Publicado originalmente en La Nuova Bussola Quotidiana.
Traducción de Helena Faccia Serrano.

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