La
situación caótica y violenta llena de injusticias que observamos a veces en el
mundo, hace que algunas personas piensen que: o Dios no existe, o no le
importamos al permitir tanto mal y dolor.
Si
Jesucristo no hubiera venido a la tierra, esto es, si Dios no se hubiera
encarnado en la Virgen María; vivido enseñando su Evangelio y formando una
Iglesia a través de sus apóstoles; padecido su pasión y muerte en la cruz; y
finalmente resucitar y enviar al Espíritu Santo para acompañarnos en la
historia ¿qué hubiera pasado en estos últimos 2000 años en el planeta?
Para
empezar, no existiría la Biblia como tal, sólo el pueblo judío mantendría el
Talmud o libro de la ley, y entonces aún no se habrían cumplido las promesas de
la venida de un mesías que se contienen en lo que los cristianos conocemos como
el Antiguo Testamento. Todo el Nuevo Testamento que incluye los Evangelios
escritos por los apóstoles Juan y Mateo, y por Marcos y Lucas, los hechos de
los apóstoles y las cartas de Pablo, Judas, Santiago, Pedro y Juan, y el
apocalipsis no existirían. Y por lo tanto muchas obras de pensamiento, arte y
cultura inspiradas por estos escritos tampoco existirían.
Luego las
enseñanzas de Jesucristo que modificaron el sentido de la ley judía no
existirían, por ejemplo todo lo que implican las bienaventuranzas, perdonar y
aún amar y pedir por el que te hace daño, amar y servir al prójimo como a ti
mismo, el perdón de los pecados y el renacer a una nueva vida a partir de la
muerte y resurrección de Cristo y el bautismo por el Espíritu Santo. Y
entonces, pienso que en este período de la historia habríamos tenido muchas más
guerras y más salvajes que las que hemos tenido.
Tampoco
sabríamos que todo lo que hacemos en nuestra vida sería irrelevante aunque
pareciera milagroso, si no fuera hecho por amor. Tampoco que tendríamos que ser
misericordiosos, pobres, humildes, constructores de justicia y paz. Mucho menos
que nuestra dignidad como personas se deriva de ser Hijos de Dios, que tenemos
un Padre celestial que nos ama inmensamente, y que fuimos conquistados a precio
de la sangre del Dios-Hombre. Por lo que considero que muchas obras sociales
inspiradas en estos principios no habrían existido.
Menos
sabríamos que la construcción del Reino de Dios en la tierra inicia en cada uno
de nosotros, y que eso implica hacernos como niños y servir a los demás. Ni
conoceríamos el Padre Nuestro que nos permite comunicarnos como hijos con Dios
Padre. Por supuesto que no existiría la Iglesia, ni sus múltiples escisiones en
otras iglesias cristianas, por lo que cerca de 2 mil
millones de personas tendríamos otra religión o quizá seríamos
ateos, y todos los milagros y obras de santos en la historia tampoco
existirían.
Por
ejemplo, la conquista española en América no hubiera implicado una
evangelización, ni los humanistas españoles cristianos hubieran discutido y
legislado para que los indígenas fueran considerados hijos de Dios, así que, o
los conquistadores hubieran aniquilado a todos los aborígenes, o los hubieran
esclavizado para la explotación continental, así, no existirían las grandes
obras culturales virreinales que siguen siendo patrimonio y orgullo cultural
ante el mundo. Ni las grandes obras de inspiración cristiana que fue la base de
los servicios de gobierno de estados laicos, cómo universidades, hospitales,
orfanatorios, etc.
Qué bueno
que Jesucristo si existió, que Dios se compadece de nuestras debilidades,
injusticias, pecados y sufrimientos, y nos ama tanto, que nos envió a Su Hijo,
para que perdonara nuestros pecados, nos revelara la verdad y nos enseñara el
camino para ser plenamente humanos. Nos redimió a través de su muerte y
resurrección, y restauró el orden en el universo a través de Jesucristo, quien
nos llama a ser sus discípulos y convertirnos en Él para servir a los demás y a
toda la creación.
La
pasión, muerte y resurrección de Jesucristo que transformó y sigue
transformando el cosmos, la recordamos y celebramos esta semana. Esta realidad
histórica es el misterio de Dios que se ocupa con Amor de todo el universo y de
quienes vivimos en él. Vivamos esta Semana Santa de la mejor manera posible,
para encontrarnos con el acontecimiento más importante de la historia de la
humanidad: Jesucristo.
Oscar
Fidencio Ibáñez Hernández
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