sábado, 12 de abril de 2014

NUNCA DEBEMOS PERDER LA VISIÓN CRISTIANA DE LAS ASUNTOS DE ESTE MUNDO


Antes de empezar, quiero dejar claro que no soy ni vasco, ni catalán. Sólo soy un pobre sacerdote que quiere que todos se respeten y ayuden. Soy hijo de un padre castellano y una madre aragonesa que nunca tuvieron la menor inclinación nacionalista.

Sobre el tema del plebiscito acerca de la independencia de Cataluña, ya escribí hace casi cinco meses:


Reafirmándome en lo que dije, quiero recordar a los que aman a España que es fácil faltar al amor al prójimo al hablar de este tema. Cada uno que piense lo que quiera, pero no insultemos al hermano, no nos enfurezcamos, no exacerbemos nuestras peores pasiones.

Tenemos que aceptar como un hecho el que millones de habitantes de esta península no se sienten españoles. Eso no es una hipótesis, ni una teoría, ni una falsedad. Se trata de un hecho. Y cuanto antes aceptemos ese hecho, más berrinches nos ahorraremos.

Yo hablo como pastor. Cada uno que defienda lo que considere que es más justo, pero sin enfadarse. Ningún buen cristiano puede decir, ni pensar: pues yo enviaría los tanques y pondría orden por la fuerza.

Ese pensamiento es pueril. Este tipo de cosas no se resuelven como en La Guerra de las Galaxias haciendo saltar por los aires la Estrella de la Muerte y ya todo está solucionado y pueden salir los créditos con una bella música.

Como sacerdote, en cuestiones opinables del mundo, aconsejo tratar de entender las posiciones del otro, de meternos en la mente del que no piensa como nosotros, y darnos cuenta de que es un ser humano, un hermano. Pase lo que pase, no caigamos en una escalada de odios, de soberbia y de desprecio.

P. FORTEA

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