domingo, 13 de abril de 2014

EL PAPA, POR RAMOS



Miles de peregrinos en el Domingo de Ramos en el Vaticano.

El Papa Francisco presidió la celebración del Domingo de Ramos llevando el báculo pastoral que le donaron los presos de la cárcel italiana de San Remo.

Antes de celebrar la Eucaristía realizó la tradicional bendición de las palmas con miles de fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro, en la jornada en la también se celebra, a nivel diocesano en todo el mundo, la 29ª Jornada mundial de la Juventud, ocasión durante la cual los jóvenes brasileños entregaron la Cruz y el icono mariano de la Salus Populi Romani a sus coetáneos polacos, para que los lleven en peregrinación a Cracovia, sede de la próxima JMJ, que se celebrará en el verano europeo del año 2016 ante la presencia del Papa.

PALMAS TRENZADAS DE LA REGIÓN ITALIANA DE PULLA
En una Plaza de San Pedro en la que por decimoquinta vez, el adorno de los olivos fue ofrecido por la región italiana de Pulla y los tradicionales ‘parmurelli’ – es decir las palmas trenzadas – por la ciudad de San Remo, el Obispo de Roma conmemoró la entrada de Jesús en Jerusalén, el Domingo de Pasión, que abre la Semana Santa.

PREGUNTAS DEL PAPA EN SU HOMILÍA
¿Dónde está mi corazón? ¿Soy yo como Pilato que cuando veo que la situación es difícil, me lavo las manos y no sé asumir mi responsabilidad y dejo condenar – o condeno yo – a las personas? ¿Quién soy yo? ¿Me parezco a Judas o a María, que llora a su Jesús? ¿Quién soy yo, ante mi Señor?, son algunas de las preguntas que el Papa hizo en su homilía de este Domingo de la Pasión del Señor, que abre la Semana Santa.

HOMILÍA COMPLETA DEL SANTO PADRE DURANTE LA EUCARISTÍA DEL DOMINGO DE RAMOS
«Esta semana comienza con una procesión festiva con ramas de olivo: todo el pueblo acoge a Jesús. Los niños y los jóvenes cantan, alaban a Jesús. Pero esta semana va adelante en el misterio de la muerte de Jesús y de su resurrección. Hemos escuchado la Pasión del Señor. Nos hará bien preguntarnos ¿Quién soy yo? ¿Quién soy yo ante mi Señor? ¿Quién soy yo, delante de Jesús entrando en Jerusalén en este día de fiesta? ¿Soy capaz de expresar mi alegría, de alabarlo? ¿O tomo las distancias? ¿Quién soy yo, delante de Jesús que sufre?

»Hemos oído muchos nombres: tantos nombres. El grupo de líderes religiosos, algunos sacerdotes, algunos fariseos, algunos maestros de la ley que había decidido matarlo. Estaban esperando la oportunidad de apresarlo ¿Soy yo como uno de ellos? Incluso hemos oído otro nombre: Judas. 30 monedas. ¿Yo soy como Judas?

»Hemos escuchado otros nombres: los discípulos que no entendían nada, que se quedaron dormidos mientras el Señor sufría. ¿Mi vida está dormida? ¿O soy como los discípulos, que no entendían lo que era traicionar a Jesús? ¿O como aquel otro discípulo que quería resolver todo con la espada: ¿soy yo como ellos? ¿Yo soy como Judas, que finge amar y besa Maestro para entregarlo, para traicionarlo? ¿Soy yo, un traidor? ¿Soy como aquellos líderes religiosos que tienen prisa en organizar un tribunal y buscan falsos testigos: ¿Soy yo como ellos?

»Y cuando hago estas cosas, si las hago, ¿creo que con esto salvo al pueblo? ¿Soy yo como Pilato que cuando veo que la situación es difícil, me lavo las manos y no sé asumir mi responsabilidad y dejo condenar – o condeno yo – a las personas? ¿Soy yo como aquella muchedumbre que no sabía bien si estaba en una reunión religiosa, en un juicio o en un circo, y elije a Barrabás?

»Para ellos es lo mismo: era más divertido, para humillar a Jesús. ¿Soy yo como los soldados que golpean al Señor, le escupen, lo insultan, se divierten con la humillación del Señor? ¿Soy yo como el Cireneo que regresaba del trabajo, fatigado, pero que tuvo la buena voluntad de ayudar al Señor a llevar la cruz? ¿Soy yo como aquellos que pasaban delante de la Cruz y se burlaban de Jesús?: “¡Pero... tan valeroso! ¡Que descienda de la cruz, y nosotros creeremos en Él!”.

»La burla a Jesús… ¿Soy yo como aquellas mujeres valientes, y como la mamá de Jesús, que estaba allí, y sufrían en silencio? ¿Soy yo como José, el discípulo escondido, que lleva el cuerpo de Jesús con amor, para darle sepultura? ¿Soy yo como estas dos Marías, que permanecen en la puerta del Sepulcro, llorando, rezando? ¿Soy yo como estos dirigentes que al día siguiente fueron a los de Pilato para decir: “Pero, mira que éste decía que habría resucitado; pero que no venga otro engaño”, y frenan la vida, bloquean el sepulcro para defender la doctrina, para que la vida no salga afuera? ¿Dónde está mi corazón? ¿A cuál de éstas personas yo me parezco?

»Que esta pregunta nos acompañe durante toda la semana».

(Traducción de Eduardo Rubió y María Fernanda Bernasconi).

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