El Adviento es un período para esperar y preparar la venida del Señor Jesús.
Por: Daniel Alberto Robles Macías | Fuente:
ConMasGracia.org
La Navidad está cerca y los cristianos lo reconocemos cada que llega el
Adviento. Es un
tiempo litúrgico que se caracteriza por el color morado en
el ornamento de
los sacerdotes y la corona de adviento, la cual es de color verde y va
acompañada de cinco velas en colores morado, rosa y blanco. Es una tradición que se hace presente en todas las Iglesias católicas del mundo, a partir de la última semana de noviembre o la
primera de diciembre, según sea el caso.
Cada domingo se enciende una vela
que va precedida de lecturas muy significativas y que marcan el camino hasta
llegar a la celebración de la Navidad. En el primer domingo de
Adviento se da también comienzo con un nuevo año, litúrgicamente hablando, cerrándose el anterior con la celebración de la
fiesta de Jesucristo Rey del Universo.
¿Pero qué significa
“adviento”? La palabra viene del latín ad-venio que quiere decir: “llegada, venida”. Por lo tanto, es
un período para esperar y preparar la venida del Señor Jesús. No solamente
recordamos su primera venida a este mundo, sino que también nos preparamos para
su segunda venida al final de los tiempos.
Ambas venidas están totalmente
relacionadas una con la otra, de tal modo que, “al
celebrar anualmente la liturgia de Adviento, la Iglesia actualiza esta espera
del Mesías: participando en la larga preparación de la primera venida del
Salvador, los fieles renuevan el ardiente deseo de su segunda Venida” (CEC
524).
Por eso, la Iglesia, a través de
las lecturas que se proclaman en este tiempo, quiere renovar en el corazón de
sus fieles el deseo ardiente de la espera del Hijo de Dios. De tal forma, en
las primeras semanas veremos cómo en la Palabra de Dios resuena el anuncio de
la venida inminente de Cristo. Asimismo, nos invita a
estar siempre preparados y en vela,
pues no conocemos el día ni la hora en que vendrá el Hijo de Dios.
En este tiempo, el espíritu que
debe predominar especialmente es el de la expectación y la
esperanza. Esa inquietud y
emoción que produce poder ver a Dios, Señor de todo cuando existe, quien se ha
querido hacer pequeño para formar parte de nuestra vida, de nuestra existencia
y que quiere caminar junto con nosotros.
Igualmente, el adviento debe invitarnos a la conversión y al arrepentimiento. Debemos sentir dolor por
los pecados que se han arraigado en el fondo de nuestro corazón, para poder
cambiar y dejar atrás nuestra vida de pecado, pues como ya lo dijo Jesús: “bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos
verán a Dios” (Mt 5, 8).
De tal modo que, sólo a través de
esa pureza espiritual que se alcanza con la participación en el sacramento de
la reconciliación y la penitencia, es que podremos ver y reconocer al Dios que nace, que ya está aquí.
Que este tiempo de espera, nos
ayude a ser conscientes de lo que está por venir. Cristo viene y quiere que
todos participemos de ese momento abriendo nuestro corazón de par en par y así pueda
tomar un lugar dentro de él.
Este artículo fue publicado originalmente por nuestros aliados y amigos CON+GRACIA
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