Los católicos veneran el nombre de María porque es el nombre de la Madre de Dios, que es además Reina del Cielo y de la tierra.
Al celebrar su nombre también se recuerda todos los privilegios que Dios
le concedió por ser su madre y todas las gracias recibidas por su intercesión.
Cercanos a la Fiesta del Santísimo Nombre de María, aquí una novena en
honor a la Madre de Dios, para pedir su auxilio, protección e intercesión.
PRIMER
DÍA DE LA NOVENA AL SANTÍSIMO NOMBRE DE MARÍA
Por la señal de la santa cruz. De
nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de contricción
¡Señor mío, Jesucristo! Dios y Hombre verdadero. Creador, Padre y
Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita, y porque os amo sobre
todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido; también me pesa
porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina
gracia propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia
que me fuere impuesta. Amén.
Oración para invocar el
nombre de María
¡Madre de Dios y Madre mía María! Yo no soy digno de pronunciar tu
nombre; pero tú que deseas y quieres mi salvación, me has de otorgar, aunque mi
lengua no es pura, que pueda llamar en mi socorro tu santo y poderoso nombre,
que es ayuda en la vida y salvación al morir.
¡Dulce Madre, María! haz que tu nombre, de hoy en adelante, sea la
respiración de mi vida. No tardes, Señora, en auxiliarme cada vez que te llame.
Pues en cada tentación que me combata, y en cualquier necesidad que
experimente, quiero llamarte sin cesar; ¡María!
Así espero hacerlo en la vida, y así, sobre todo, en la última hora,
para alabar, siempre en el cielo tu nombre amado: “¡Oh clementísima, oh
piadosa, oh dulce Virgen María!” ¡Qué aliento, dulzura y confianza, qué ternura
siento con sólo nombrarte y pensar en ti!
Doy gracias a nuestro Señor y Dios, que nos ha dado para nuestro bien,
este nombre tan dulce, tan amable y poderoso. Señora, no me contento con sólo
pronunciar tu nombre; quiero que tu amor me recuerde que debo llamarte a cada
instante; y que pueda exclamar con san Anselmo: “¡Oh nombre de la Madre de
Dios, tú eres el amor mío!”
Amada María y amado Jesús mío, que vivan siempre en mi corazón y en el
de todos, vuestros nombres salvadores. Que se olvide mi mente de cualquier otro
nombre, para acordarme sólo y siempre, de invocar vuestros nombres adorados.
Jesús, Redentor mío, y Madre mía María, cuando llegue la hora de dejar
esta vida, concédeme entonces la gracia de deciros: “Os amo, Jesús y María;
Jesús y María, os doy el corazón y el alma mía”.
Oración para el primer
día
Oh Virgen Madre María, cuyo santísimo y augusto Nombre , que significa
Mar de gracia nos descubre, que el Altísimo se complació en Vos desde toda
eternidad , y por lo mismo os preservó de la culpa original, en atención a los
méritos previstos del Redentor del mundo, que había de nacer de Vos: recibid el
sincero parabién que os damos no solo por esta primera y especialísima gracia,
con que fuisteis enriquecida en vuestra Concepción inmaculada, sino también por
todos los demás dones, privilegios, prorrogativas y distinciones, que la
Beatísima Trinidad se dignó reunir en vuestra alma, para que fueseis
verdaderamente un mar inmenso de gracias celestiales.
Refluya, Madre nuestra, en nosotros ese piélago soberano y alcáncenos
vuestra poderosa intercesión auxilios eficaces, con que solicitemos, obtengamos
y conservemos la divina gracia, para que asemejándonos en la santidad a Vos, no
desmerezcamos el título de hijos vuestros, y después de celebrar en la tierra
las glorías de vuestro Nombre, bendigamos en el cielo con Vos al que vive y
reina Dios por los siglos de los siglos. Amén.
Oración para pedir la
gracia que se necesita
Oh piadosísima virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, dignaos
admitir estos obsequios que humildemente consagramos a gloria de vuestro Nombre
Sacrosanto. Indignos somos que nos escuchéis, mas vuestra piedad no sufrirá el
alejarnos de Vos.
Vuestro amor nos trae, vuestra piedad nos convida, y la multitud de
gracias que nos habéis dispensado en medio de nuestras iniquidades, nos obliga
y empeña a bendecir con todas las ansias de nuestro corazón, las grandezas
admirables de vuestra alma y de vuestras perfecciones y prerrogativas
inestimables comprometidas en el Nombre Augusto y venerable que recibisteis del
Cielo.
Sea bendito por toda la eternidad, Alábenles las criaturas, todas del
Cielo, de la Tierra y del abismo. Nosotros por todas, le bendecimos y loamos,
esperando poder hacerlo eternamente en la Gloria. Amén.
(Se reza cinco Ave María con un Gloria en
veneración de las cinco letras que componen el sagrado nombre de MARÍA, y se
hará en silencio la súplica de la gracia especial que se solicita)
Bajo tu amparo
Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios; no deseches las
oraciones
que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien líbranos de todo peligro,
¡oh Virgen gloriosa y bendita! Amén.
Oración de San Alfonso
María de Ligorio
Virgen Santísima Inmaculada y Madre mía María, a Vos, que sois la Madre
de mi Señor, la Reina del mundo, la abogada, la esperanza, el refugio de los
pecadores, acudo en este día yo, que soy el más miserable de todos.
Os venero, ¡oh gran Reina!, y os doy las gracias por todos los favores
que hasta ahora me habéis hecho, especialmente por haberme librado del
infierno, que tantas veces he merecido.
Os amo, Señora amabilísima, y por el amor que os tengo prometo serviros
siempre y hacer cuanto pueda para que también seáis amada de los demás.
Pongo en vuestras manos toda mi esperanza, toda mi salvación; admitidme
por siervo vuestro, y acogedme bajo vuestro manto, Vos, ¡oh Madre de
misericordia!
Y ya que sois tan poderosa ante Dios, libradme de todas las tentaciones
o bien alcanzadme fuerzas para vencerlas hasta la muerte. Os pido un verdadero
amor a Jesucristo.
Espero de vos tener una buena muerte; Madre mía, por el amor que tenéis
a Dios os ruego que siempre me ayudéis, pero más en el último instante de mi
vida. No me dejéis hasta que me veáis salvo en el cielo para bendeciros y
cantar vuestras misericordias por toda la eternidad. Así lo espero. Amén.
En el nombre del Padre y del Hijo
y del Espíritu Santo. Amén.
SEGUNDO
DÍA DE NOVENA AL SANTÍSIMO NOMBRE DE MARÍA
Por la señal de la santa cruz. De
nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de contricción
¡Señor mío, Jesucristo! Dios y Hombre verdadero. Creador, Padre y
Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita, y porque os amo sobre todas
las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido; también me pesa porque
podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia propongo
firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere
impuesta. Amén.
Oración para invocar el
nombre de María
¡Madre de Dios y Madre mía María! Yo no soy digno de pronunciar tu
nombre; pero tú que deseas y quieres mi salvación, me has de otorgar, aunque mi
lengua no es pura, que pueda llamar en mi socorro tu santo y poderoso nombre,
que es ayuda en la vida y salvación al morir.
¡Dulce Madre, María! haz que tu nombre, de hoy en adelante, sea la
respiración de mi vida. No tardes, Señora, en auxiliarme cada vez que te llame.
Pues en cada tentación que me combata, y en cualquier necesidad que
experimente, quiero llamarte sin cesar; ¡María!
Así espero hacerlo en la vida, y así, sobre todo, en la última hora,
para alabar, siempre en el cielo tu nombre amado: “¡Oh clementísima, oh
piadosa, oh dulce Virgen María!” ¡Qué aliento, dulzura y confianza, qué ternura
siento con sólo nombrarte y pensar en ti!
Doy gracias a nuestro Señor y Dios, que nos ha dado para nuestro bien,
este nombre tan dulce, tan amable y poderoso. Señora, no me contento con sólo
pronunciar tu nombre; quiero que tu amor me recuerde que debo llamarte a cada
instante; y que pueda exclamar con san Anselmo: “¡Oh nombre de la Madre de
Dios, tú eres el amor mío!”
Amada María y amado Jesús mío, que vivan siempre en mi corazón y en el
de todos, vuestros nombres salvadores. Que se olvide mi mente de cualquier otro
nombre, para acordarme sólo y siempre, de invocar vuestros nombres adorados.
Jesús, Redentor mío, y Madre mía María, cuando llegue la hora de dejar
esta vida, concédeme entonces la gracia de deciros: “Os amo, Jesús y María;
Jesús y María, os doy el corazón y el alma mía”.
Oración para el segundo
día
0h Virgen Madre María, cuyo Augusto Nombre de Iluminadora en su
significación nos declara haber sido Vos en vuestro nacimiento la brillante
Aurora, que anunció al mundo la próxima llegada del Eterno Sol de Justicia
Cristo JESÚS. Seáis bendita, Oh Madre nuestra, por aquella luminosa claridad,
con que comenzasteis desde luego a disipar las tinieblas del mundo,
iluminándole con los ejemplos de vuestra vida inocentísima y con los beneficios
de vuestra ilimitada misericordia. Dignaos, Señora, iluminar nuestras almas con
la memoria de vuestras admirables y puras costumbres, y con los celestiales
auxilios, que nos alcance vuestra solícita piedad.
Vuestros ejemplos sean antorcha que guíe nuestros pasos, e ilumine
nuestras sendas: vuestra misericordia alumbre los ojos de nuestro corazón, para
que no durmamos en la muerte del pecado. Aparezca vuestro Nombre sacrosanto en
medio de nuestras últimas agonías, y devotamente pronunciado disipe los temores
de nuestras almas, ahuyente de nosotros y nuestras habitaciones a los espíritus
infernales y selle los últimos alientos de nuestra vida opaca que, terminada
así felizmente, prosigamos cantando vuestras alabanzas por toda la eternidad. Amén.
Oración para pedir la
gracia que se necesita
Oh piadosísima virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, dignaos
admitir estos obsequios que humildemente consagramos a gloria de vuestro Nombre
Sacrosanto. Indignos somos que nos escuchéis, mas vuestra piedad no sufrirá el
alejarnos de Vos.
Vuestro amor nos trae, vuestra piedad nos convida, y la multitud de
gracias que nos habéis dispensado en medio de nuestras iniquidades, nos obliga
y empeña a bendecir con todas las ansias de nuestro corazón, las grandezas
admirables de vuestra alma y de vuestras perfecciones y prerrogativas
inestimables comprometidas en el Nombre Augusto y venerable que recibisteis del
Cielo.
Sea bendito por toda la eternidad, Alábenles las criaturas, todas del
Cielo, de la Tierra y del abismo. Nosotros por todas, le bendecimos y loamos,
esperando poder hacerlo eternamente en la Gloria. Amén.
(Se reza cinco Ave María con un Gloria en
veneración de las cinco letras que componen el sagrado nombre de MARÍA, y se
hará en silencio la súplica de la gracia especial que se solicita)
Bajo tu amparo
Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios; no deseches las
oraciones
que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien líbranos de todo peligro,
¡oh Virgen gloriosa y bendita! Amén.
Oración de San Alfonso
María de Ligorio
Virgen Santísima Inmaculada y Madre mía María, a Vos, que sois la Madre
de mi Señor, la Reina del mundo, la abogada, la esperanza, el refugio de los
pecadores, acudo en este día yo, que soy el más miserable de todos.
Os venero, ¡oh gran Reina!, y os doy las gracias por todos los favores
que hasta ahora me habéis hecho, especialmente por haberme librado del
infierno, que tantas veces he merecido.
Os amo, Señora amabilísima, y por el amor que os tengo prometo serviros
siempre y hacer cuanto pueda para que también seáis amada de los demás.
Pongo en vuestras manos toda mi esperanza, toda mi salvación; admitidme
por siervo vuestro, y acogedme bajo vuestro manto, Vos, ¡oh Madre de
misericordia!
Y ya que sois tan poderosa ante Dios, libradme de todas las tentaciones
o bien alcanzadme fuerzas para vencerlas hasta la muerte. Os pido un verdadero
amor a Jesucristo.
Espero de vos tener una buena muerte; Madre mía, por el amor que tenéis
a Dios os ruego que siempre me ayudéis, pero más en el último instante de mi
vida. No me dejéis hasta que me veáis salvo en el cielo para bendeciros y
cantar vuestras misericordias por toda la eternidad. Así lo espero. Amén.
En el nombre del Padre y del Hijo
y del Espíritu Santo. Amén.
TERCER
DÍA DE LA NOVENA AL SANTÍSIMO NOMBRE DE MARÍA
Por la señal de la santa cruz. De
nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de contricción
¡Señor mío, Jesucristo! Dios y Hombre verdadero. Creador, Padre y
Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita, y porque os amo sobre
todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido; también me pesa
porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina
gracia propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia
que me fuere impuesta. Amén.
Oración para invocar el
nombre de María
¡Madre de Dios y Madre mía María! Yo no soy digno de pronunciar tu
nombre; pero tú que deseas y quieres mi salvación, me has de otorgar, aunque mi
lengua no es pura, que pueda llamar en mi socorro tu santo y poderoso nombre,
que es ayuda en la vida y salvación al morir.
¡Dulce Madre, María! haz que tu nombre, de hoy en adelante, sea la
respiración de mi vida. No tardes, Señora, en auxiliarme cada vez que te llame.
Pues en cada tentación que me combata, y en cualquier necesidad que
experimente, quiero llamarte sin cesar; ¡María!
Así espero hacerlo en la vida, y así, sobre todo, en la última hora,
para alabar, siempre en el cielo tu nombre amado: “¡Oh clementísima, oh
piadosa, oh dulce Virgen María!” ¡Qué aliento, dulzura y confianza, qué ternura
siento con sólo nombrarte y pensar en ti!
Doy gracias a nuestro Señor y Dios, que nos ha dado para nuestro bien,
este nombre tan dulce, tan amable y poderoso. Señora, no me contento con sólo
pronunciar tu nombre; quiero que tu amor me recuerde que debo llamarte a cada
instante; y que pueda exclamar con san Anselmo: “¡Oh nombre de la Madre de
Dios, tú eres el amor mío!”
Amada María y amado Jesús mío, que vivan siempre en mi corazón y en el
de todos, vuestros nombres salvadores. Que se olvide mi mente de cualquier otro
nombre, para acordarme sólo y siempre, de invocar vuestros nombres adorados.
Jesús, Redentor mío, y Madre mía María, cuando llegue la hora de dejar
esta vida, concédeme entonces la gracia de deciros: “Os amo, Jesús y María;
Jesús y María, os doy el corazón y el alma mía”.
Oración para el tercer
día
Oh Virgen Madre María, cuyo Nombre Augusto interpretado Estrella del Mar
nos demuestra que fuisteis por Dios destinada para guía y consuelo de los
mortales, mientras fluctuamos por el turbulento mar de este mundo. Ved, Señora,
y ved con ojos compasivos cuan terribles son las olas de molestas tentaciones
que nos combaten, cuan formidables los escollos de los malos ejemplos, que
continuamente se presentan a nuestra vista. Y nosotros débiles zozobramos a
cada paso y perdemos el rumbo de nuestra patria.
El oculto cielo se nos oculta, y el abismo se abre bajo nuestros pies,
porque pecamos, y después que pecamos, somos acometidos de la desconfianza y de
la desesperación. Oh cuantas veces, Virgen santa, si no hubiera sido por Vos,
habríamos desconfiado de la divina misericordia! Bendita seáis, Madre
piadosísima, que cual Estrella del mar habéis aparecido en nuestros corazones
turbados con la memoria de nuestras culpas, y habéis restituido a nuestras
almas la calma y la serenidad. No os ocultéis jamás a nuestra vista, no
permitáis que nuestro corazón os olvide, o deje de invocaros con fervorosa
confianza. Porque ciertos estamos, oh MARIA, que siguiendo vuestra dirección no
nos extraviamos, y pensando en Vos no erramos: que con vuestra ayuda no caemos,
y que con vuestra protección, nada tenemos que temer; que si Vos nos guiais no
nos fatigamos, y si nos sois propicia arribaremos con felicidad al puerto de la
bienaventuranza, donde por siempre cantaremos las glorias de vuestro Nombre. Amén.
Oración para pedir la
gracia que se necesita
Oh piadosísima virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, dignaos
admitir estos obsequios que humildemente consagramos a gloria de vuestro Nombre
Sacrosanto. Indignos somos que nos escuchéis, mas vuestra piedad no sufrirá el
alejarnos de Vos.
Vuestro amor nos trae, vuestra piedad nos convida, y la multitud de
gracias que nos habéis dispensado en medio de nuestras iniquidades, nos obliga
y empeña a bendecir con todas las ansias de nuestro corazón, las grandezas
admirables de vuestra alma y de vuestras perfecciones y prerrogativas
inestimables comprometidas en el Nombre Augusto y venerable que recibisteis del
Cielo.
Sea bendito por toda la eternidad, Alábenles las criaturas, todas del
Cielo, de la Tierra y del abismo. Nosotros por todas, le bendecimos y loamos,
esperando poder hacerlo eternamente en la Gloria. Amén.
(Se reza cinco Ave María con un Gloria en
veneración de las cinco letras que componen el sagrado nombre de MARÍA, y se
hará en silencio la súplica de la gracia especial que se solicita)
Bajo tu amparo
Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios; no deseches las
oraciones
que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien líbranos de todo peligro, ¡oh
Virgen gloriosa y bendita! Amén.
Oración de San Alfonso
María de Ligorio
Virgen Santísima Inmaculada y Madre mía María, a Vos, que sois la Madre
de mi Señor, la Reina del mundo, la abogada, la esperanza, el refugio de los
pecadores, acudo en este día yo, que soy el más miserable de todos.
Os venero, ¡oh gran Reina!, y os doy las gracias por todos los favores
que hasta ahora me habéis hecho, especialmente por haberme librado del
infierno, que tantas veces he merecido.
Os amo, Señora amabilísima, y por el amor que os tengo prometo serviros
siempre y hacer cuanto pueda para que también seáis amada de los demás.
Pongo en vuestras manos toda mi esperanza, toda mi salvación; admitidme
por siervo vuestro, y acogedme bajo vuestro manto, Vos, ¡oh Madre de
misericordia!
Y ya que sois tan poderosa ante Dios, libradme de todas las tentaciones
o bien alcanzadme fuerzas para vencerlas hasta la muerte. Os pido un verdadero
amor a Jesucristo.
Espero de vos tener una buena muerte; Madre mía, por el amor que tenéis
a Dios os ruego que siempre me ayudéis, pero más en el último instante de mi
vida. No me dejéis hasta que me veáis salvo en el cielo para bendeciros y
cantar vuestras misericordias por toda la eternidad. Así lo espero. Amén.
En el nombre del Padre y del Hijo
y del Espíritu Santo. Amén.
CUARTO
DÍA DE LA NOVENA AL SANTÍSIMO NOMBRE DE MARÍA
Por la señal de la santa cruz. De
nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de contricción
¡Señor mío, Jesucristo! Dios y Hombre verdadero. Creador, Padre y
Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita, y porque os amo sobre
todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido; también me pesa
porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina
gracia propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia
que me fuere impuesta. Amén.
Oración para invocar el
nombre de María
¡Madre de Dios y Madre mía María! Yo no soy digno de pronunciar tu
nombre; pero tú que deseas y quieres mi salvación, me has de otorgar, aunque mi
lengua no es pura, que pueda llamar en mi socorro tu santo y poderoso nombre,
que es ayuda en la vida y salvación al morir.
¡Dulce Madre, María! haz que tu nombre, de hoy en adelante, sea la
respiración de mi vida. No tardes, Señora, en auxiliarme cada vez que te llame.
Pues en cada tentación que me combata, y en cualquier necesidad que
experimente, quiero llamarte sin cesar; ¡María!
Así espero hacerlo en la vida, y así, sobre todo, en la última hora,
para alabar, siempre en el cielo tu nombre amado: “¡Oh clementísima, oh
piadosa, oh dulce Virgen María!” ¡Qué aliento, dulzura y confianza, qué ternura
siento con sólo nombrarte y pensar en ti!
Doy gracias a nuestro Señor y Dios, que nos ha dado para nuestro bien,
este nombre tan dulce, tan amable y poderoso. Señora, no me contento con sólo
pronunciar tu nombre; quiero que tu amor me recuerde que debo llamarte a cada
instante; y que pueda exclamar con san Anselmo: “¡Oh nombre de la Madre de
Dios, tú eres el amor mío!”
Amada María y amado Jesús mío, que vivan siempre en mi corazón y en el
de todos, vuestros nombres salvadores. Que se olvide mi mente de cualquier otro
nombre, para acordarme sólo y siempre, de invocar vuestros nombres adorados.
Jesús, Redentor mío, y Madre mía María, cuando llegue la hora de dejar
esta vida, concédeme entonces la gracia de deciros: “Os amo, Jesús y María;
Jesús y María, os doy el corazón y el alma mía”.
Oración para el cuarto
día
0h Virgen Madre María, cayo venerable Nombre significando Señora nos
recuerda el dominio que ejercéis sobre las celestiales, terrenas e infernales
criaturas. Grande admiración, oh Madre, consuelo y alegría nos causa el
contemplaros Señora universal. Sois Señora de los Ángeles, y ante Vos, humana
criatura, se postran reverentes los soberanos espíritus, que muchos siglos
antes de que Vos nacieseis, solo se postraron ante el supremo Creador. Pero
vuestra santidad casi infinita, y vuestra dignidad de Madre de Dios os ha
colocado sobre las celestiales jerarquías.
Oh ¡que grandeza la vuestra, Virgen poderosa! Si os obedecen los Ángeles
bienaventurados ¿cuánto de Vos temblarán los espíritus malignos? Y que
felicidad para nosotros, que Vos tengáis tal dominio! He aquí, Señora, nuestros
ojos se dirigen siempre a vuestras manos. De ellas nos ha venido cuanto bueno
poseemos, de ellas esperamos recibir cuanto necesitamos, por ellas queremos
ofrecer al Señor cuanto de bueno practiquemos con su gracia. Nuestro corazón
suspira por amaros, ansían nuestros labios bendeciros, desea veneraros nuestro
espíritu y nuestra alma se complace en suplicaros. Admitid, Señora, nuestros
obsequios y ejerciendo vuestro dominio contra los enemigos de nuestras almas ,
alejadlos de nosotros en la hora de nuestra muerte , para que libres de su
tiranía nos gocemos eternamente en vuestra amable servidumbre. Amén.
Oración para pedir la
gracia que se necesita
Oh piadosísima virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, dignaos
admitir estos obsequios que humildemente consagramos a gloria de vuestro Nombre
Sacrosanto. Indignos somos que nos escuchéis, mas vuestra piedad no sufrirá el
alejarnos de Vos.
Vuestro amor nos trae, vuestra piedad nos convida, y la multitud de
gracias que nos habéis dispensado en medio de nuestras iniquidades, nos obliga
y empeña a bendecir con todas las ansias de nuestro corazón, las grandezas
admirables de vuestra alma y de vuestras perfecciones y prerrogativas
inestimables comprometidas en el Nombre Augusto y venerable que recibisteis del
Cielo.
Sea bendito por toda la eternidad, Alábenles las criaturas, todas del
Cielo, de la Tierra y del abismo. Nosotros por todas, le bendecimos y loamos,
esperando poder hacerlo eternamente en la Gloria. Amén.
(Se reza cinco Ave María con un Gloria en
veneración de las cinco letras que componen el sagrado nombre de MARÍA, y se
hará en silencio la súplica de la gracia especial que se solicita)
Bajo tu amparo
Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios; no deseches las
oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien líbranos de todo
peligro, ¡oh Virgen gloriosa y bendita! Amén.
Oración de San Alfonso
María de Ligorio
Virgen Santísima Inmaculada y Madre mía María, a Vos, que sois la Madre
de mi Señor, la Reina del mundo, la abogada, la esperanza, el refugio de los
pecadores, acudo en este día yo, que soy el más miserable de todos.
Os venero, ¡oh gran Reina!, y os doy las gracias por todos los favores
que hasta ahora me habéis hecho, especialmente por haberme librado del
infierno, que tantas veces he merecido.
Os amo, Señora amabilísima, y por el amor que os tengo prometo serviros
siempre y hacer cuanto pueda para que también seáis amada de los demás.
Pongo en vuestras manos toda mi esperanza, toda mi salvación; admitidme
por siervo vuestro, y acogedme bajo vuestro manto, Vos, ¡oh Madre de
misericordia!
Y ya que sois tan poderosa ante Dios, libradme de todas las tentaciones
o bien alcanzadme fuerzas para vencerlas hasta la muerte. Os pido un verdadero
amor a Jesucristo.
Espero de vos tener una buena muerte; Madre mía, por el amor que tenéis
a Dios os ruego que siempre me ayudéis, pero más en el último instante de mi
vida. No me dejéis hasta que me veáis salvo en el cielo para bendeciros y cantar
vuestras misericordias por toda la eternidad. Así lo espero. Amén.
En el nombre del Padre y del Hijo
y del Espíritu Santo. Amén.
QUINTO
DÍA DE LA NOVENA AL SANTÍSIMO NOMBRE DE MARÍA
Por la señal de la santa cruz. De
nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de contricción
¡Señor mío, Jesucristo! Dios y Hombre verdadero. Creador, Padre y
Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita, y porque os amo sobre
todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido; también me pesa
porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina
graciapropongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia
que me fuere impuesta. Amén.
Oración para invocar el
nombre de María
¡Madre de Dios y Madre mía María! Yo no soy digno de pronunciar tu
nombre; pero tú que deseas y quieres mi salvación, me has de otorgar, aunque mi
lengua no es pura, que pueda llamar en mi socorro tu santo y poderoso nombre,
que es ayuda en la vida y salvación al morir.
¡Dulce Madre, María! haz que tu nombre, de hoy en adelante, sea la
respiración de mi vida. No tardes, Señora, en auxiliarme cada vez que te llame.
Pues en cada tentación que me combata, y en cualquier necesidad que
experimente, quiero llamarte sin cesar; ¡María!
Así espero hacerlo en la vida, y así, sobre todo, en la última hora,
para alabar, siempre en el cielo tu nombre amado: “¡Oh clementísima, oh
piadosa, oh dulce Virgen María!” ¡Qué aliento, dulzura y confianza, qué ternura
siento con sólo nombrarte y pensar en ti!
Doy gracias a nuestro Señor y Dios, que nos ha dado para nuestro bien,
este nombre tan dulce, tan amable y poderoso. Señora, no me contento con sólo
pronunciar tu nombre; quiero que tu amor me recuerde que debo llamarte a cada
instante; y que pueda exclamar con san Anselmo: “¡Oh nombre de la Madre de
Dios, tú eres el amor mío!”
Amada María y amado Jesús mío, que vivan siempre en mi corazón y en el
de todos, vuestros nombres salvadores. Que se olvide mi mente de cualquier otro
nombre, para acordarme sólo y siempre, de invocar vuestros nombres adorados.
Jesús, Redentor mío, y Madre mía María, cuando llegue la hora de dejar
esta vida, concédeme entonces la gracia de deciros: “Os amo, Jesús y María;
Jesús y María, os doy el corazón y el alma mía”.
Oración para el quinto
día
Oh Virgen Madre María, cuyo santo Nombre interpretado Mirra del mar, nos
descubre los frutos admirables de vuestras virtudes perfectísimas. Fuisteis de
cierto, Madre nuestra, mirra suavísima y escogida en la presencia del altísimo.
Atraído por su olor el Rey de la Gloria descendió del seno del eterno Padre a
morar en vuestro vientre y engendrasteis así Vos en el mundo la perla de la
inmortalidad. Llena después de amargura en la pasión de vuestro querido JESUS y
abrasada en el fuego de la caridad más sublime, exhalasteis una suavidad tan
fragante, que embalsamó los cielos y la tierra recreando maravillosamente a sus
moradores. La Iglesia se goza aun percibiendo el aroma exquisito de vuestro
corazón sacrificado por los pecadores al pié de la cruz en la cima del
Calvario.
Oh Madre querida, seamos semejantes a ti los que nos gloriamos de ser
hijos vuestros. La memoria de vuestras penas toleradas por nuestro amor,
amargue nuestros corazones con la mirra de la compunción y encendidos nuestros
pechos en el amor de Jesús ofendido, destilen esta mirra nuestros ojos en
abundantes lágrimas, y destílenla nuestras manos en obras de virtud y
penitencia. Seremos entonces buen olor de Jesucristo, y el Señor no rehusará
habitar en nuestras almas por su gracia, hasta que logremos con la misma ser
coronados de gloria en la feliz eternidad. Amén.
Oración para pedir la
gracia que se necesita
Oh piadosísima virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, dignaos
admitir estos obsequios que humildemente consagramos a gloria de vuestro Nombre
Sacrosanto. Indignos somos que nos escuchéis, mas vuestra piedad no sufrirá el
alejarnos de Vos.
Vuestro amor nos trae, vuestra piedad nos convida, y la multitud de
gracias que nos habéis dispensado en medio de nuestras iniquidades, nos obliga
y empeña a bendecir con todas las ansias de nuestro corazón, las grandezas
admirables de vuestra alma y de vuestras perfecciones y prerrogativas
inestimables comprometidas en el Nombre Augusto y venerable que recibisteis del
Cielo.
Sea bendito por toda la eternidad, Alábenles las criaturas, todas del
Cielo, de la Tierra y del abismo. Nosotros por todas, le bendecimos y loamos,
esperando poder hacerlo eternamente en la Gloria. Amén.
(Se reza cinco Ave María con un Gloria en
veneración de las cinco letras que componen el sagrado nombre de MARÍA, y se
hará en silencio la súplica de la gracia especial que se solicita)
Bajo tu amparo
Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios; no deseches las
oraciones
que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien líbranos de todo peligro,
¡oh Virgen gloriosa y bendita! Amén.
Oración de San Alfonso
María de Ligorio
Virgen Santísima Inmaculada y Madre mía María, a Vos, que sois la Madre
de mi Señor, la Reina del mundo, la abogada, la esperanza, el refugio de los
pecadores, acudo en este día yo, que soy el más miserable de todos.
Os venero, ¡oh gran Reina!, y os doy las gracias por todos los favores
que hasta ahora me habéis hecho, especialmente por haberme librado del
infierno, que tantas veces he merecido.
Os amo, Señora amabilísima, y por el amor que os tengo prometo serviros
siempre y hacer cuanto pueda para que también seáis amada de los demás.
Pongo en vuestras manos toda mi esperanza, toda mi salvación; admitidme
por siervo vuestro, y acogedme bajo vuestro manto, Vos, ¡oh Madre de
misericordia!
Y ya que sois tan poderosa ante Dios, libradme de todas las tentaciones
o bien alcanzadme fuerzas para vencerlas hasta la muerte. Os pido un verdadero
amor a Jesucristo.
Espero de vos tener una buena muerte; Madre mía, por el amor que tenéis
a Dios os ruego que siempre me ayudéis, pero más en el último instante de mi
vida. No me dejéis hasta que me veáis salvo en el cielo para bendeciros y
cantar vuestras misericordias por toda la eternidad. Así lo espero. Amén.
En el nombre del Padre y del Hijo
y del Espíritu Santo. Amén.
SEXTO
DÍA DE LA NOVENA AL SANTÍSIMO NOMBRE DE MARÍA
Por la señal de la santa cruz. De
nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de contricción
¡Señor mío, Jesucristo! Dios y Hombre verdadero. Creador, Padre y
Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita, y porque os amo sobre
todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido; también me pesa
porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina
gracia propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia
que me fuere impuesta. Amén.
Oración para invocar el
nombre de María
¡Madre de Dios y Madre mía María! Yo no soy digno de pronunciar tu
nombre; pero tú que deseas y quieres mi salvación, me has de otorgar, aunque mi
lengua no es pura, que pueda llamar en mi socorro tu santo y poderoso nombre,
que es ayuda en la vida y salvación al
morir.
¡Dulce Madre, María! haz que tu nombre, de hoy en adelante, sea la
respiración de mi vida. No tardes, Señora, en auxiliarme cada vez que te llame.
Pues en cada tentación que me combata, y en cualquier necesidad que
experimente, quiero llamarte sin cesar; ¡María!
Así espero hacerlo en la vida, y así, sobre todo, en la última hora,
para alabar, siempre en el cielo tu nombre amado: “¡Oh clementísima, oh
piadosa, oh dulce Virgen María!” ¡Qué aliento, dulzura y confianza, qué ternura
siento con sólo nombrarte y pensar en ti!
Doy gracias a nuestro Señor y Dios, que nos ha dado para nuestro bien,
este nombre tan dulce, tan amable y poderoso. Señora, no me contento con sólo
pronunciar tu nombre; quiero que tu amor me recuerde que debo llamarte a cada
instante; y que pueda exclamar con san Anselmo: “¡Oh nombre de la Madre de
Dios, tú eres el amor mío!”
Amada María y amado Jesús mío, que vivan siempre en mi corazón y en el
de todos, vuestros nombres salvadores. Que se olvide mi mente de cualquier otro
nombre, para acordarme sólo y siempre, de invocar vuestros nombres adorados.
Jesús, Redentor mío, y Madre mía María, cuando llegue la hora de dejar
esta vida, concédeme entonces la gracia de deciros: “Os amo, Jesús y María;
Jesús y María, os doy el corazón y el alma mía”.
Oración para el sexto
día
Oh Virgen Madre María, que os dignasteis interpretar vuestro sagrado
Nombre Madre de misericordia a fin de consolar a un siervo vuestro en la hora
de su muerte. ¿A quién mejor que a Vos clamaremos nosotros miserables y desolados
implorando el alivio de nuestros males y miserias? ¿A quién mejor que a Vos,
verdadera Madre de misericordia? Oh Madre santa, Madre única, Madre inmaculada,
Madre incorrupta, Madre de misericordia, Madre de piedad y de indulgencia,
abrid vuestro seno piadoso y recibid en él a los que estamos muertos por la
culpa. Hijos pródigos pero ya arrepentidos clamamos a Vos, y con todas las
veras de nuestro corazón llenos de confianza os apellidamos Madre nuestra.
Y recordamos oh con cuanto agradecimiento, las veces innumerables, que
nos habéis protegido, defendido y excusado con el divino Padre. Qué fuera ya de
nosotros sin vuestra mediación, Madre amantísima! Continuad, Virgen pía,
vuestros oficios de maternal misericordia para con nosotros desdichados pecadores.
Vos sois nuestro refugio. Vos nuestro consuelo; en Vos está nuestra esperanza
durante la vida, y en Vos confiaremos, cuando acercándose el momento de
comparecer ante el tribunal de Jesucristo, pida justicia contra nosotros
nuestro común enemigo. Haced, oh Madre, que en aquel instante os invoquemos
fervorosos y responded piadosa a nuestra invocación; tomad a vuestro cargo
nuestra defensa, y aplacado el divino Juez por vuestra intercesión logremos con
Vos bendecirle por los siglos de los siglos; Amen.
Oración para pedir la
gracia que se necesita
Oh piadosísima virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, dignaos
admitir estos obsequios que humildemente consagramos a gloria de vuestro Nombre
Sacrosanto. Indignos somos que nos escuchéis, mas vuestra piedad no sufrirá el
alejarnos de Vos.
Vuestro amor nos trae, vuestra piedad nos convida, y la multitud de
gracias que nos habéis dispensado en medio de nuestras iniquidades, nos obliga
y empeña a bendecir con todas las ansias de nuestro corazón, las grandezas admirables
de vuestra alma y de vuestras perfecciones y prerrogativas inestimables
comprometidas en el Nombre Augusto y venerable que recibisteis del Cielo.
Sea bendito por toda la eternidad, Alábenles las criaturas, todas del
Cielo, de la Tierra y del abismo. Nosotros por todas, le bendecimos y loamos,
esperando poder hacerlo eternamente en la Gloria. Amén.
(Se reza cinco Ave María con un Gloria en
veneración de las cinco letras que componen el sagrado nombre de MARÍA, y se
hará en silencio la súplica de la gracia especial que se solicita)
Bajo tu amparo
Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios; no deseches las
oraciones
que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien líbranos de todo peligro, ¡oh
Virgen gloriosa y bendita! Amén.
Oración de San Alfonso
María de Ligorio
Virgen Santísima Inmaculada y Madre mía María, a Vos, que sois la Madre
de mi Señor, la Reina del mundo, la abogada, la esperanza, el refugio de los
pecadores, acudo en este día yo, que soy el más miserable de todos.
Os venero, ¡oh gran Reina!, y os doy las gracias por todos los favores
que hasta ahora me habéis hecho, especialmente por haberme librado del
infierno, que tantas veces he merecido.
Os amo, Señora amabilísima, y por el amor que os tengo prometo serviros
siempre y hacer cuanto pueda para que también seáis amada de los demás.
Pongo en vuestras manos toda mi esperanza, toda mi salvación; admitidme
por siervo vuestro, y acogedme bajo vuestro manto, Vos, ¡oh Madre de
misericordia!
Y ya que sois tan poderosa ante Dios, libradme de todas las tentaciones
o bien alcanzadme fuerzas para vencerlas hasta la muerte. Os pido un verdadero
amor a Jesucristo.
Espero de vos tener una buena muerte; Madre mía, por el amor que tenéis
a Dios os ruego que siempre me ayudéis, pero más en el último instante de mi
vida. No me dejéis hasta que me veáis salvo en el cielo para bendeciros y
cantar vuestras misericordias por toda la eternidad. Así lo espero. Amén.
En el nombre del Padre y del Hijo
y del Espíritu Santo. Amén.
SÉPTIMO
DÍA DE LA NOVENA AL SANTÍSIMO NOMBRE DE MARÍA
Por la señal de la santa cruz. De
nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo
y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de contricción
¡Señor mío, Jesucristo! Dios y Hombre verdadero. Creador, Padre y
Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita, y porque os amo sobre
todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido; también me pesa
porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina
gracia propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia
que me fuere impuesta. Amén.
Oración para invocar el
nombre de María
¡Madre de Dios y Madre mía María! Yo no soy digno de pronunciar tu
nombre; pero tú que deseas y quieres mi salvación, me has de otorgar, aunque mi
lengua no es pura, que pueda llamar en mi socorro tu santo y poderoso nombre,
que es ayuda en la vida y salvación al morir.
¡Dulce Madre, María! haz que tu nombre, de hoy en adelante, sea la
respiración de mi vida. No tardes, Señora, en auxiliarme cada vez que te llame.
Pues en cada tentación que me combata, y en cualquier necesidad que
experimente, quiero llamarte sin cesar; ¡María!
Así espero hacerlo en la vida, y así, sobre todo, en la última hora,
para alabar, siempre en el cielo tu nombre amado: “¡Oh clementísima, oh
piadosa, oh dulce Virgen María!” ¡Qué aliento, dulzura y confianza, qué ternura
siento con sólo nombrarte y pensar en ti!
Doy gracias a nuestro Señor y Dios, que nos ha dado para nuestro bien,
este nombre tan dulce, tan amable y poderoso. Señora, no me contento con sólo
pronunciar tu nombre; quiero que tu amor me recuerde que debo llamarte a cada
instante; y que pueda exclamar con san Anselmo: “¡Oh nombre de la Madre de
Dios, tú eres el amor mío!”
Amada María y amado Jesús mío, que vivan siempre en mi corazón y en el
de todos, vuestros nombres salvadores. Que se olvide mi mente de cualquier otro
nombre, para acordarme sólo y siempre, de invocar vuestros nombres adorados.
Jesús, Redentor mío, y Madre mía María, cuando llegue la hora de dejar
esta vida, concédeme entonces la gracia de deciros: “Os amo, Jesús y María;
Jesús y María, os doy el corazón y el alma mía”.
Oración para el séptimo
día
Oh Virgen Madre María, toda dulzura, y toda suavidad como lo declara
vuestro Nombre sacrosanto. ¿Quién podrá dignamente celebrar la dulzura de
vuestro trato y la benignidad de vuestra condición? Una sola palabra vuestra
llenó de alegría al mundo y regalando dulcemente los oídos del divino Esposo,
os hizo al mismo tiempo Esposa suya, Madre de Dios. Saludasteis a vuestra
prima Isabel, y apenas vuestra dulce voz resonó en sus oídos, el hijo que
llevaba en sus entrañas, dio saltos de gozo y ella misma fue llena del Espíritu
Santo. Oigamos, Madre nuestra, también vuestra voz; habladnos, Madre dulcísima,
eficazmente al corazón.
Ya sabemos, que nos diréis como a los sirvientes de las bodas de Cana;
Haced lo que mi Hijo os diga: Dadnos pues que llegue a los oídos de nuestra
alma esta vuestra voz, y dadnos voluntad de cumplirla con prontitud y
perfección. Habladnos así mismo, Madre querida, en la hora de nuestra muerte,
allí entre los clamores y remordimientos de nuestra conciencia suene vuestra
voz en nuestros oídos: cuando en medio de nuestras agonías os digamos: Madre,
oigamos de vuestros labios el dulce nombre de hijos, y consolados y reanimados
con tal palabra volemos en vuestros brazos a bendecir para siempre vuestro
Nombre en las moradas eternas de la gloria. Amén.
Oración para pedir la
gracia que se necesita
Oh piadosísima virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, dignaos
admitir estos obsequios que humildemente consagramos a gloria de vuestro Nombre
Sacrosanto. Indignos somos que nos escuchéis, mas vuestra piedad no sufrirá el
alejarnos de Vos.
Vuestro amor nos trae, vuestra piedad nos convida, y la multitud de
gracias que nos habéis dispensado en medio de nuestras iniquidades, nos obliga
y empeña a bendecir con todas las ansias de nuestro corazón, las grandezas
admirables de vuestra alma y de vuestras perfecciones y prerrogativas
inestimables comprometidas en el Nombre Augusto y venerable que recibisteis del
Cielo.
Sea bendito por toda la eternidad, Alábenles las criaturas, todas del
Cielo, de la Tierra y del abismo. Nosotros por todas, le bendecimos y loamos,
esperando poder hacerlo eternamente en la Gloria. Amén.
(Se reza cinco Ave María con un Gloria en
veneración de las cinco letras que componen el sagrado nombre de MARÍA, y se
hará en silencio la súplica de la gracia especial que se solicita)
Bajo tu amparo
Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios; no deseches las
oraciones
que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien líbranos de todo peligro,
¡oh Virgen gloriosa y bendita! Amén.
Oración de San Alfonso
María de Ligorio
Virgen Santísima Inmaculada y Madre mía María, a Vos, que sois la Madre
de mi Señor, la Reina del mundo, la abogada, la esperanza, el refugio de los
pecadores, acudo en este día yo, que soy el más miserable de todos.
Os venero, ¡oh gran Reina!, y os doy las gracias por todos los favores
que hasta ahora me habéis hecho, especialmente por haberme librado del
infierno, que tantas veces he merecido.
Os amo, Señora amabilísima, y por el amor que os tengo prometo serviros
siempre y hacer cuanto pueda para que también seáis amada de los demás.
Pongo en vuestras manos toda mi esperanza, toda mi salvación; admitidme
por siervo vuestro, y acogedme bajo vuestro manto, Vos, ¡oh Madre de
misericordia!
Y ya que sois tan poderosa ante Dios, libradme de todas las tentaciones
o bien alcanzadme fuerzas para vencerlas hasta la muerte. Os pido un verdadero
amor a Jesucristo.
Espero de vos tener una buena muerte; Madre mía, por el amor que tenéis
a Dios os ruego que siempre me ayudéis, pero más en el último instante de mi
vida. No me dejéis hasta que me veáis salvo en el cielo para bendeciros y
cantar vuestras misericordias por toda la eternidad. Así lo espero. Amén.
En el nombre del Padre y del Hijo
y del Espíritu Santo. Amén.
OCTAVO
DÍA DE LA NOVENA AL SANTÍSIMO NOMBRE DE MARÍA
Por la señal de la santa cruz. De
nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de contricción
¡Señor mío, Jesucristo! Dios y Hombre verdadero. Creador, Padre y
Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita, y porque os amo sobre
todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido; también me pesa
porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina
gracia propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia
que me fuere impuesta.
Amén.
Oración para invocar el
nombre de María
¡Madre de Dios y Madre mía María! Yo no soy digno de pronunciar tu
nombre; pero tú que deseas y quieres mi salvación, me has de otorgar, aunque mi
lengua no es pura, que pueda llamar en mi socorro tu santo y poderoso nombre,
que es ayuda en la vida y salvación al morir.
¡Dulce Madre, María! haz que tu nombre, de hoy en adelante, sea la
respiración de mi vida. No tardes, Señora, en auxiliarme cada vez que te llame.
Pues en cada tentación que me combata, y en cualquier necesidad que
experimente, quiero llamarte sin cesar; ¡María!
Así espero hacerlo en la vida, y así, sobre todo, en la última hora,
para alabar, siempre en el cielo tu nombre amado: “¡Oh clementísima, oh
piadosa, oh dulce Virgen María!” ¡Qué aliento, dulzura y confianza, qué ternura
siento con sólo nombrarte y pensar en ti!
Doy gracias a nuestro Señor y Dios, que nos ha dado para nuestro bien,
este nombre tan dulce, tan amable y poderoso. Señora, no me contento con sólo
pronunciar tu nombre; quiero que tu amor me recuerde que debo llamarte a cada
instante; y que pueda exclamar con san Anselmo: “¡Oh nombre de la Madre de
Dios, tú eres el amor mío!”
Amada María y amado Jesús mío, que vivan siempre en mi corazón y en el
de todos, vuestros nombres salvadores. Que se olvide mi mente de cualquier otro
nombre, para acordarme sólo y siempre, de invocar vuestros nombres adorados.
Jesús, Redentor mío, y Madre mía María, cuando llegue la hora de dejar
esta vida, concédeme entonces la gracia de deciros: “Os amo, Jesús y María;
Jesús y María, os doy el corazón y el alma mía”.
Oración para el octavo
día
Oh Virgen Madre María, cuyo sagrado Nombre nos revela vuestra celestial
hermosura. Nosotros, Madre bella, nos complacemos singularmente en contemplaros
superior en belleza a todas las criaturas sensibles e insensibles producidas
por la sabia mano del Omnipotente. Con indecible gozo de nuestra alma os
predicamos hermosa cual la luna en su plenitud y escogida como el sol. Os
miramos y admiramos toda linda, toda bella, sin mancha alguna ni sombra de
pecado o de ignorancia. Nos congratulamos de tener una Madre, que fue siempre
objeto de las complacencias del Altísimo; alábenla los astros de la mañana, y
cuya hermosura celebran el sol y la luna admirados, con júbilo universal de los
hijos de Dios.
Oh felicísima, oh bellísima, oh hermosísima sobre todas las hermosuras
inferiores al Creador. Cautive, Madre querida, vuestra casta belleza nuestros
corazones, y enamorados estos de vuestras gracias singulares, jamás sean presa
del amor profano, ni se dejen seducir de la pasajera hermosura de los cuerpos
corruptibles. Agrádenos solamente la belleza de la virtud, la hermosura de la
gracia, el resplandor de la inocencia, estas bellezas que no pasan con los años
, que no se marchitan con la enfermedad , estas bellezas que la muerte
perfecciona y eterniza. Amemos, oh María, tu belleza celestial, y para poder
gozarla conservemos por tu intercesión limpias de toda culpa nuestras almas , a
fin de que terminada nuestra carrera mortal, logremos ser eternos admiradores
de vuestra belleza en la mansión de los justos. Amén.
Oración para pedir la
gracia que se necesita
Oh piadosísima virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, dignaos
admitir estos obsequios que humildemente consagramos a gloria de vuestro Nombre
Sacrosanto. Indignos somos que nos escuchéis, mas vuestra piedad no sufrirá el
alejarnos de Vos.
Vuestro amor nos trae, vuestra piedad nos convida, y la multitud de
gracias que nos habéis dispensado en medio de nuestras iniquidades, nos obliga
y empeña a bendecir con todas las ansias de nuestro corazón, las grandezas
admirables de vuestra alma y de vuestras perfecciones y prerrogativas
inestimables comprometidas en el Nombre Augusto y venerable que recibisteis del
Cielo.
Sea bendito por toda la eternidad, Alábenles las criaturas, todas del
Cielo, de la Tierra y del abismo. Nosotros por todas, le bendecimos y loamos,
esperando poder hacerlo eternamente en la Gloria. Amén.
(Se reza cinco Ave María con un Gloria en
veneración de las cinco letras que componen el sagrado nombre de MARÍA, y se
hará en silencio la súplica de la gracia especial que se solicita)
Bajo tu amparo
Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios; no deseches las
oraciones
que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien líbranos de todo peligro,
¡oh Virgen gloriosa y bendita! Amén.
Oración de San Alfonso
María de Ligorio
Virgen Santísima Inmaculada y Madre mía María, a Vos, que sois la Madre
de mi Señor, la Reina del mundo, la abogada, la esperanza, el refugio de los
pecadores, acudo en este día yo, que soy el más miserable de todos.
Os venero, ¡oh gran Reina!, y os doy las gracias por todos los favores
que hasta ahora me habéis hecho, especialmente por haberme librado del
infierno, que tantas veces he merecido.
Os amo, Señora amabilísima, y por el amor que os tengo prometo serviros
siempre y hacer cuanto pueda para que también seáis amada de los demás.
Pongo en vuestras manos toda mi esperanza, toda mi salvación; admitidme
por siervo vuestro, y acogedme bajo vuestro manto, Vos, ¡oh Madre de
misericordia!
Y ya que sois tan poderosa ante Dios, libradme de todas las tentaciones
o bien alcanzadme fuerzas para vencerlas hasta la muerte. Os pido un verdadero
amor a Jesucristo.
Espero de vos tener una buena muerte; Madre mía, por el amor que tenéis
a Dios os ruego que siempre me ayudéis, pero más en el último instante de mi
vida. No me dejéis hasta que me veáis salvo en el cielo para bendeciros y
cantar vuestras misericordias por toda la eternidad. Así lo espero. Amén.
En el nombre del Padre y del Hijo
y del Espíritu Santo. Amén.
NOVENO
DÍA DE LA NOVENA AL SANTÍSIMO NOMBRE DE MARÍA
Por la señal de la santa cruz. De
nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de contricción
¡Señor mío, Jesucristo! Dios y Hombre verdadero. Creador, Padre y
Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita, y porque os amo sobre todas
las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido; también me pesa porque
podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia propongo
firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere
impuesta. Amén.
Oración para invocar el
nombre de María
¡Madre de Dios y Madre mía María! Yo no soy digno de pronunciar tu
nombre; pero tú que deseas y quieres mi salvación, me has de otorgar, aunque mi
lengua no es pura, que pueda llamar en mi socorro tu santo y poderoso nombre,
que es ayuda en la vida y salvación al morir.
¡Dulce Madre, María! haz que tu nombre, de hoy en adelante, sea la
respiración de mi vida. No tardes, Señora, en auxiliarme cada vez que te llame.
Pues en cada tentación que me combata, y en cualquier necesidad que
experimente, quiero llamarte sin cesar; ¡María!
Así espero hacerlo en la vida, y así, sobre todo, en la última hora,
para alabar, siempre en el cielo tu nombre amado: “¡Oh clementísima, oh
piadosa, oh dulce Virgen María!” ¡Qué aliento, dulzura y confianza, qué ternura
siento con sólo nombrarte y pensar en ti!
Doy gracias a nuestro Señor y Dios, que nos ha dado para nuestro bien,
este nombre tan dulce, tan amable y poderoso. Señora, no me contento con sólo
pronunciar tu nombre; quiero que tu amor me recuerde que debo llamarte a cada
instante; y que pueda exclamar con san Anselmo: “¡Oh nombre de la Madre de
Dios, tú eres el amor mío!”
Amada María y amado Jesús mío, que vivan siempre en mi corazón y en el
de todos, vuestros nombres salvadores. Que se olvide mi mente de cualquier otro
nombre, para acordarme sólo y siempre, de invocar vuestros nombres adorados.
Jesús, Redentor mío, y Madre mía María, cuando llegue la hora de dejar
esta vida, concédeme entonces la gracia de deciros: “Os amo, Jesús y María;
Jesús y María, os doy el corazón y el alma mía”.
Oración para el noveno
día
Oh Virgen Madre María, cuyo sagrado Nombre interpretado por el
Crisóstomo: Gran Milagro, nos revela vuestra suma perfección, y nos enseña a
miraros como la criatura predilecta del Altísimo. Así es en verdad, Madre
nuestra, con placer indecible lo reconocemos y confesamos. Milagro sois de la
gracia que se anticipó a la muerte de Jesucristo para redimiros en virtud suya
y librarnos de la culpa original. Milagro sois del divino Espíritu, por cuya
soberana operación brillan en Vos juntamente la flor de la Virginidad, y los
frutos de la Maternidad, siendo Virgen fecunda y Madre intacta.
Milagro sois que al cielo asombra, contemplándoos criatura y Madre del
Creador. Haced, oh Madre, que la consideración de tanta grandeza vuestra excite
en nuestras almas vivos deseos de contemplaros eternamente, y que para
conseguir tanta dicha nos resolvamos de una vez a renunciar al pecado y
practicar las máximas del Evangelio, cuya fiel y constante observancia nos haga
merecedores de gozar de vuestra presencia y bendecir con Vos en el cielo al que
vive y reina Dios por los siglos de los siglos. Amén.
Oración para pedir la
gracia que se necesita
Oh piadosísima virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, dignaos
admitir estos obsequios que humildemente consagramos a gloria de vuestro Nombre
Sacrosanto. Indignos somos que nos escuchéis, mas vuestra piedad no sufrirá el
alejarnos de Vos.
Vuestro amor nos trae, vuestra piedad nos convida, y la multitud de
gracias que nos habéis dispensado en medio de nuestras iniquidades, nos obliga
y empeña a bendecir con todas las ansias de nuestro corazón, las grandezas
admirables de vuestra alma y de vuestras perfecciones y prerrogativas
inestimables comprometidas en el Nombre Augusto y venerable que recibisteis del
Cielo.
Sea bendito por toda la eternidad, Alábenles las criaturas, todas del
Cielo, de la Tierra y del abismo. Nosotros por todas, le bendecimos y loamos,
esperando poder hacerlo eternamente en la Gloria. Amén.
(Se reza cinco Ave María con un Gloria en
veneración de las cinco letras que componen el sagrado nombre de MARÍA, y se
hará en silencio la súplica de la gracia especial que se solicita)
Bajo tu amparo
Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios; no deseches las
oraciones
que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien líbranos de todo peligro, ¡oh
Virgen gloriosa y bendita! Amén.
Oración de San Alfonso
María de Ligorio
Virgen Santísima Inmaculada y Madre mía María, a Vos, que sois la Madre
de mi Señor, la Reina del mundo, la abogada, la esperanza, el refugio de los
pecadores, acudo en este día yo, que soy el más miserable de todos.
Os venero, ¡oh gran Reina!, y os doy las gracias por todos los favores
que hasta ahora me habéis hecho, especialmente por haberme librado del
infierno, que tantas veces he merecido.
Os amo, Señora amabilísima, y por el amor que os tengo prometo serviros
siempre y hacer cuanto pueda para que también seáis amada de los demás.
Pongo en vuestras manos toda mi esperanza, toda mi salvación; admitidme
por siervo vuestro, y acogedme bajo vuestro manto, Vos, ¡oh Madre de
misericordia!
Y ya que sois tan poderosa ante Dios, libradme de todas las tentaciones
o bien alcanzadme fuerzas para vencerlas hasta la muerte. Os pido un verdadero
amor a Jesucristo.
Espero de vos tener una buena muerte; Madre mía, por el amor que tenéis
a Dios os ruego que siempre me ayudéis, pero más en el último instante de mi
vida. No me dejéis hasta que me veáis salvo en el cielo para bendeciros y
cantar vuestras misericordias por toda la eternidad. Así lo espero. Amén.
En el nombre del Padre y del Hijo
y del Espíritu Santo. Amén.
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