Seguro has escuchado hablar de las letanías lauretanas, a San José, las de la humildad… pero, ¿has oído hablar de las letanías de la confianza? Antes de contarte qué son y cómo rezarlas, quisiera hablar contigo de la confianza, por qué la perdemos y cómo la recuperamos.
CONFIAR ES DEJARSE ABRAZAR POR DIOS
«En
ti confiaron nuestros padres; confiaron, y tú los libraste; a ti clamaron, y tú
los salvaste; se apoyaron en ti, y no los defraudaste» (Sal 22:4-5). Sabemos que lo mejor que
podemos hacer de nuestra vida es ponerla en manos de Dios. Lo más sensato que
podemos hacer es seguir el plan divino, aunque nos parezca una locura. Nos han
dicho que sus proyectos son fantásticos, aunque no nos lo parezcan… especialmente
cuando no nos lo parecen.
Aun así, hay ratos en los que
nos cuesta confiar: en tiempos de desconsuelo;
momentos de ansiedad, épocas de tristeza. Sin embargo, esas etapas más
complicadas no necesariamente, por el hecho de llegar, significan que dificultan
la confianza.
Es decir, pueden convertirse –
para muchos se convierten – en una oportunidad privilegiada para abrazar a Dios
y dejarse abrazar por Él. Como un niño asustado e impotente, que solo sabe
arrojarse ante sus padres y dejarse querer. ¿Sabes
qué es lo más loco?, a veces, no somos nosotros los que saltamos
hacia los brazos de Dios; Él se nos echa al cuello para cubrirnos de besos (Lc
15:20) y decirnos «no temas».
Es la promesa de Dios, que nos
la repite desde el inicio de los tiempos y no envejece. «Cuando cruces las aguas, yo estaré contigo; cuando cruces los ríos,
no te cubrirán sus aguas; cuando camines por el fuego, no te quemarás ni te
abrasarán las llamas» (Is 43:2)
¿POR QUÉ NOS CUESTA TANTO, TANTO, CONFIAR?
Aunque veamos la belleza del
santo abandono y la confianza, como dije, hay periodos en los que nos cuesta
más vivir esto. Puede haber muchos motivos, pero hay algunos que creo que se
repiten.
Porque medimos con medidas
humanas. Ante un revés, una preocupación o una duda, nos parece imposible que
haya algo más, algo delante, algo mejor. O porque, en un contexto de desánimo –
desánimo, tristeza, ansiedad, incluso depresión – nos sentimos muy mal.
Querríamos confiar, pero el momento aplasta, estamos cansados y tampoco nos
importa tanto si algo mejora o no… estamos descorazonados.
A veces, basamos nuestra
confianza en lo que vemos y oímos. Pero hay momentos – y especialmente si
volvemos a referirnos a episodios de tristeza, ansiedad, depresión, etc. – en
los que no podemos ver. Hay mucha oscuridad. Pero aún podemos creer: Él está
detrás de la cortina de niebla. Desde ahí susurra: «confía,
nunca te dejé, nunca te dejaré».
También cuesta confiar cuando un sueño
se rompe. Queremos creer que el de Dios es mejor, pero
nos podemos poner en el plan de «es que no quiero
que sea mejor, quiero que sea el mío, el que yo tracé, con el que yo me ilusioné».
Puede que todo suene un
poquito triste, pero es que no nos cuesta confiar cuando todo va bien, ¿no es verdad? Sino cuando estamos cansados,
frustrados, desanimados, tristes…
Creo que, en todos estos casos
que te mencioné, bajamos la cabeza. La bajamos y ponemos la mirada hacia
nuestro pecho dolido, hacia un corazón roto. Pero es el tiempo
de levantar los ojos, hacia el Cielo, hacia el Sagrario. Ponerlos fijos en el
corazón atravesado por amor. Para
habitar en Él. Y en medio de ese diálogo de amores, entre un corazón roto y un
corazón atravesado, dile con cariño y sinceridad:
«Señor,
solamente confiaré en Ti. Ayúdame, para que te sea fiel, porque sé que de esta
fidelidad en servirte, dejando en tus manos todas mis solicitudes y cuidados,
puedo esperarlo todo» (san Josemaría, Forja 903)
¿CUÁNDO REZAR LAS LETANÍAS DE LA CONFIANZA?
Puedes leerlas en la oración y
meditar en ellas. O después de
comulgar. También puedes rezarlas al terminar el rosario… o en el
momento en que sientas que te agobias.
Se dice que a amar se aprende
amando. ¿A confiar se aprende confiando? Suena
muy simple, pero, sin embargo, se trata precisamente de ello. Verás que,
muchas veces, la confianza se aprende muy fácil: pidiéndole a Él
que nos ayude a confiar.
Por eso, teniendo presente
estas letanías en tu día a día y cuando las necesites, ya estarás comenzando a
confiar de nuevo.
LETANÍAS DE LA CONFIANZA
Estas letanías me ayudaron en
un momento en el que no sabía cómo sostenerme en distintas dimensiones de mi
vida, pero solo sabía que quería aprender a confiar. ¡Aquí
van!
De la creencia que tengo que
ganar tu amor. Líbrame Jesús.
Del temor a no ser amado. Líbrame Jesús.
De la falsa seguridad de que
lo puedo hacer solo. Líbrame
Jesús.
Del temor a ser despreciado
por confiar en Ti. Líbrame
Jesús.
De la duda en Tus palabras y
promesas. Líbrame Jesús.
De rebelarme contra la
dependencia total en Ti. Líbrame
Jesús.
Del rechazo en aceptar Tu
voluntad. Líbrame Jesús.
De la ansiedad del futuro. Líbrame Jesús.
Del resentimiento o
preocupación excesiva del pasado. Líbrame Jesús.
De la búsqueda inquieta de mi
propio interés en el momento presente. Líbrame Jesús.
De la incredulidad en Tu amor
y presencia. Líbrame Jesús.
Del temor a ser requerido para
dar más de lo que tengo. Líbrame
Jesús.
De la creencia de que mi vida
no tiene sentido ni valor. Líbrame
Jesús.
Del miedo de lo que el amor
exige. Líbrame Jesús.
Del desánimo. Líbrame Jesús.
Que estás continuamente
abrazándome, sosteniéndome, amándome. Jesús, confío en Ti.
Que Tu amor me transforma y es
más profundo que mis pecados y faltas. Jesús, confío
en Ti.
Que el no saber lo que mañana
trae es una invitación para apoyarme en Ti. Jesús, confío en Ti.
Que mi sufrimiento, unido al
Tuyo, dará fruto en esta vida y la próxima. Jesús, confío en Ti.
Que no me dejarás huérfano
porque Tú estás presente en Tu Iglesia. Jesús, confío en Ti.
Que Tu plan es mejor que
cualquier otro. Jesús, confío
en Ti.
Que siempre me escuchas y en
Tu bondad siempre me respondes. Jesús, confío en Ti.
Que Tú me das la gracia para
aceptar el perdón y para perdonar a los demás. Jesús, confío en Ti.
Que me das la fortaleza
necesaria para todo aquello que me pides. Jesús, confío en Ti.
Que mi vida es un regalo. Jesús, confío en Ti. Que me enseñarás
a confiar en Ti. Jesús,
confío en Ti.
Que eres mi Señor y mi Dios. Jesús, confío en Ti..
Que Tú me amas. Jesús, confío en Ti.
Una experiencia personal
Espero que estas letanías de
la confianza te sean muy útiles. ¿Sabes?, luego
de terminar de escribir el artículo, me quedé con la sensación de que había
algo más que quería compartir contigo.
Mencioné que cuando se
atraviesan momentos de tristeza, ansiedad, etc. confiar se hace más difícil. Me
ha pasado. Cuando la salud mental duele, más cuesta confiar. Sabemos que no
podemos vivir desconfiados y por eso pedimos a Dios esa confianza en la
oración.
Pero es difícil identificar «cuánto problema» es
parte de la salud mental y cuánto de las dificultades en la vida espiritual.
Por eso, quisiera recomendarte un nuevo curso que lanzamos: «Salud mental y vida espiritual»,
en él verás sobre la unidad de la persona, el equilibrio de las emociones, cómo
vernos con los ojos de Dios y más.
¡De verdad pienso
que te podría interesar!
Escrito por: María Belén Andrada
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