miércoles, 17 de agosto de 2022

SI QUIERES APRENDER A DECIR «SEÑOR, ME FÍO DE TI», AMARÁS LAS LETANÍAS DE LA CONFIANZA

 Seguro has escuchado hablar de las letanías lauretanas, a San José, las de la humildad… pero, ¿has oído hablar de las letanías de la confianza? Antes de contarte qué son y cómo rezarlas, quisiera hablar contigo de la confianza, por qué la perdemos y cómo la recuperamos.

CONFIAR ES DEJARSE ABRAZAR POR DIOS

«En ti confiaron nuestros padres; confiaron, y tú los libraste; a ti clamaron, y tú los salvaste; se apoyaron en ti, y no los defraudaste» (Sal 22:4-5). Sabemos que lo mejor que podemos hacer de nuestra vida es ponerla en manos de Dios. Lo más sensato que podemos hacer es seguir el plan divino, aunque nos parezca una locura. Nos han dicho que sus proyectos son fantásticos, aunque no nos lo parezcan… especialmente cuando no nos lo parecen.

Aun así, hay ratos en los que nos cuesta confiar: en tiempos de desconsuelo; momentos de ansiedad, épocas de tristeza. Sin embargo, esas etapas más complicadas no necesariamente, por el hecho de llegar, significan que dificultan la confianza.

Es decir, pueden convertirse – para muchos se convierten – en una oportunidad privilegiada para abrazar a Dios y dejarse abrazar por Él. Como un niño asustado e impotente, que solo sabe arrojarse ante sus padres y dejarse querer. ¿Sabes qué es lo más loco?, a veces, no somos nosotros los que saltamos hacia los brazos de Dios; Él se nos echa al cuello para cubrirnos de besos (Lc 15:20) y decirnos «no temas». 

Es la promesa de Dios, que nos la repite desde el inicio de los tiempos y no envejece. «Cuando cruces las aguas, yo estaré contigo; cuando cruces los ríos, no te cubrirán sus aguas; cuando camines por el fuego, no te quemarás ni te abrasarán las llamas» (Is 43:2)

¿POR QUÉ NOS CUESTA TANTO, TANTO, CONFIAR?

Aunque veamos la belleza del santo abandono y la confianza, como dije, hay periodos en los que nos cuesta más vivir esto. Puede haber muchos motivos, pero hay algunos que creo que se repiten.

Porque medimos con medidas humanas. Ante un revés, una preocupación o una duda, nos parece imposible que haya algo más, algo delante, algo mejor. O porque, en un contexto de desánimo – desánimo, tristeza, ansiedad, incluso depresión – nos sentimos muy mal. Querríamos confiar, pero el momento aplasta, estamos cansados y tampoco nos importa tanto si algo mejora o no… estamos descorazonados.

A veces, basamos nuestra confianza en lo que vemos y oímos. Pero hay momentos – y especialmente si volvemos a referirnos a episodios de tristeza, ansiedad, depresión, etc. – en los que no podemos ver. Hay mucha oscuridad. Pero aún podemos creer: Él está detrás de la cortina de niebla. Desde ahí susurra: «confía, nunca te dejé, nunca te dejaré».

También cuesta confiar cuando un sueño se rompe. Queremos creer que el de Dios es mejor, pero nos podemos poner en el plan de «es que no quiero que sea mejor, quiero que sea el mío, el que yo tracé, con el que yo me ilusioné».

Puede que todo suene un poquito triste, pero es que no nos cuesta confiar cuando todo va bien, ¿no es verdad? Sino cuando estamos cansados, frustrados, desanimados, tristes…

Creo que, en todos estos casos que te mencioné, bajamos la cabeza. La bajamos y ponemos la mirada hacia nuestro pecho dolido, hacia un corazón roto. Pero es el tiempo de levantar los ojos, hacia el Cielo, hacia el Sagrario. Ponerlos fijos en el corazón atravesado por amor. Para habitar en Él. Y en medio de ese diálogo de amores, entre un corazón roto y un corazón atravesado, dile con cariño y sinceridad:

«Señor, solamente confiaré en Ti. Ayúdame, para que te sea fiel, porque sé que de esta fidelidad en servirte, dejando en tus manos todas mis solicitudes y cuidados, puedo esperarlo todo» (san Josemaría, Forja 903)

¿CUÁNDO REZAR LAS LETANÍAS DE LA CONFIANZA?

Puedes leerlas en la oración y meditar en ellas. O después de comulgar. También puedes rezarlas al terminar el rosario… o en el momento en que sientas que te agobias.

Se dice que a amar se aprende amando. ¿A confiar se aprende confiando? Suena muy simple, pero, sin embargo, se trata precisamente de ello. Verás que, muchas veces, la confianza se aprende muy fácil: pidiéndole a Él que nos ayude a confiar.

Por eso, teniendo presente estas letanías en tu día a día y cuando las necesites, ya estarás comenzando a confiar de nuevo.

LETANÍAS DE LA CONFIANZA

Estas letanías me ayudaron en un momento en el que no sabía cómo sostenerme en distintas dimensiones de mi vida, pero solo sabía que quería aprender a confiar. ¡Aquí van!

De la creencia que tengo que ganar tu amor. Líbrame Jesús.

Del temor a no ser amado. Líbrame Jesús.

De la falsa seguridad de que lo puedo hacer solo. Líbrame Jesús.

Del temor a ser despreciado por confiar en Ti. Líbrame Jesús.

De la duda en Tus palabras y promesas. Líbrame Jesús.

De rebelarme contra la dependencia total en Ti. Líbrame Jesús.

Del rechazo en aceptar Tu voluntad. Líbrame Jesús.

De la ansiedad del futuro. Líbrame Jesús.

Del resentimiento o preocupación excesiva del pasado. Líbrame Jesús.

De la búsqueda inquieta de mi propio interés en el momento presente. Líbrame Jesús.

De la incredulidad en Tu amor y presencia. Líbrame Jesús.

Del temor a ser requerido para dar más de lo que tengo. Líbrame Jesús.

De la creencia de que mi vida no tiene sentido ni valor. Líbrame Jesús.

Del miedo de lo que el amor exige. Líbrame Jesús.

Del desánimo. Líbrame Jesús.

Que estás continuamente abrazándome, sosteniéndome, amándome. Jesús, confío en Ti.

Que Tu amor me transforma y es más profundo que mis pecados y faltas. Jesús, confío

en Ti.

Que el no saber lo que mañana trae es una invitación para apoyarme en Ti. Jesús, confío en Ti.

Que mi sufrimiento, unido al Tuyo, dará fruto en esta vida y la próxima. Jesús, confío en Ti.

Que no me dejarás huérfano porque Tú estás presente en Tu Iglesia. Jesús, confío en Ti.

Que Tu plan es mejor que cualquier otro. Jesús, confío en Ti.

Que siempre me escuchas y en Tu bondad siempre me respondes. Jesús, confío en Ti.

Que Tú me das la gracia para aceptar el perdón y para perdonar a los demás. Jesús, confío en Ti.

Que me das la fortaleza necesaria para todo aquello que me pides. Jesús, confío en Ti.

Que mi vida es un regalo. Jesús, confío en Ti. Que me enseñarás a confiar en Ti. Jesús, confío en Ti.

 Que eres mi Señor y mi Dios. Jesús, confío en Ti..

Que Tú me amas. Jesús, confío en Ti.

Una experiencia personal

Espero que estas letanías de la confianza te sean muy útiles. ¿Sabes?, luego de terminar de escribir el artículo, me quedé con la sensación de que había algo más que quería compartir contigo.

Mencioné que cuando se atraviesan momentos de tristeza, ansiedad, etc. confiar se hace más difícil. Me ha pasado. Cuando la salud mental duele, más cuesta confiar. Sabemos que no podemos vivir desconfiados y por eso pedimos a Dios esa confianza en la oración.

Pero es difícil identificar «cuánto problema» es parte de la salud mental y cuánto de las dificultades en la vida espiritual. Por eso, quisiera recomendarte un nuevo curso que lanzamos: «Salud mental y vida espiritual», en él verás sobre la unidad de la persona, el equilibrio de las emociones, cómo vernos con los ojos de Dios y más.

¡De verdad pienso que te podría interesar!

Escrito por: María Belén Andrada

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