Romeo: -Si con mi mano, que bien sé que es indigna, profano este relicario, es un dulce pecado. Mis labios dos ruborosos peregrinos, como expiación, están prontos a borrar el áspero contacto con un dulce beso.
Julieta: -Buen peregrino... ¡Sois injusto con vuestra mano!... sólo muestra respetuosa
devoción. Los santos tienen manos que los peregrinos con las suyas tocan:
Juntar palma con palma es el beso de los peregrinos.
Romeo:
-¿Y no tienen labios los santos y los peregrinos también?
Julieta: -¡Sí tienen labios que deben dedicar a la oración!
Romeo:
-... Entonces, santa adorada, dejad que los labios
hagan lo mismo que las manos... muévanos su plegaria, acceded para que la fe no
se convierta en desesperación.
Julieta: -Los santos no se mueven...
aunque accedan a las plegarias.
Romeo: -¡Pues no os mováis mientras recojo el fruto de
mis preces! Así, gracias a los vuestros, mis labios limpios quedan de
pecado. (se besan tímidamente)
Julieta: -¡Ahora
tengo en mis labios el pecado de los vuestros!
Romeo:
-¿El pecado de mis labios? ¡Oh falta dulcemente reprochada! ¡Devolvedme mi
pecado!
De: “La
excelente y lamentable tragedia de Romeo y Julieta” de William Shakespeare (inglés). Escrita hace más de 420 años.
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