jueves, 8 de julio de 2021

LA MONJA BENEDICTINA PHILIPPA RATH PIDE A LOS OBISPOS ALEMANES MÁS COMPROMISO A FAVOR DE LA ORDENACIÓN DE MUJERES

«Cuantas más iglesias locales den un voto claro al respecto, más se podrá mover algo»

La monja benedictina Philippa Rath ha pedido a los máximos representantes de la Iglesia católica en Alemania que muestren un mayor compromiso en el Vaticano por la igualdad de derechos de las mujeres en la Iglesia. Para no variar, pide que se admita a las mujeres al sacramento del orden, algo que la Iglesia, como sentenció San Juan Pablo II, no puede hacer.

(Katolisch/InfoCatólica) «Necesitamos más obispos valientes», reclamó la monja benedictina en un acto en la Universidad Humboldt de Berlín el miércoles por la noche. Intervino en un ciclo de conferencias sobre «Imágenes de género en las religiones».

La monja de la abadía de Santa Hildegarda de Rüdesheim-Eibingen reiteró su petición de que las mujeres sean admitidas al oficio de diácono y sacerdote. «Cuantas más iglesias locales den un voto claro al respecto, más se podrá mover algo», dijo Rath, que participa en el debate sobre la reforma  que se quiere llevar a cabo en la Asamblea Sinodal de la Iglesia católica en Alemania.

La religiosa dijo que ya existe un fuerte compromiso con la justicia de género en la Iglesia católica en todos los continentes. «Es una vuelta al cristianismo original, no una adaptación al espíritu de los tiempos». Como paso intermedio, Rath argumentó que la actual ley eclesiástica debería «interpretarse de forma más elástica». Se refirió a la  situación de la Iglesia católica en Suiza, donde, a diferencia de Alemania, también se permite predicar a los teólogos.

El libro de Rath «Weil Gott es so will» («Porque Dios así lo quiere»), publicado en febrero de este año, causó mucho revuelo en la Iglesia Católica y fuera de ella. Contiene testimonios de vida de 150 mujeres que se sienten llamadas a ser sacerdotes o diaconisas, pero que no pueden vivir esta supuesta vocación en la Iglesia porque la doctrina católica irreversible sobre la cuestión indica que sólo pueden ser ordenados como presbíteros los varones.

En una entrevista, Rath había dicho que la «iglesia clerical masculina» católica era una iglesia «amputada» porque excluye del sacramento del orden a más de la mitad de los creyentes, es decir, a las mujeres.

DOCTRINA DE LA IGLESIA SOBRE EL SACRAMENTO DEL ORDEN

San Juan Pablo II, Papa, dedicó una carta apostólica, Ordinatio sacerdotalis, a explicar por qué la Iglesia no puede ordenar mujeres como sacerdotes, poniendo toda su autoridad pontificia para zanjar definitivamente la cuestión. La carta acaba así:

«Si bien la doctrina sobre la ordenación sacerdotal, reservada sólo a los hombres, sea conservada por la Tradición constante y universal de la Iglesia, y sea enseñada firmemente por el Magisterio en los documentos más recientes, no obstante, en nuestro tiempo y en diversos lugares se la considera discutible, o incluso se atribuye un valor meramente disciplinar a la decisión de la Iglesia de no admitir a las mujeres a tal ordenación.

Por tanto, con el fin de alejar toda duda sobre una cuestión de gran importancia, que atañe a la misma constitución divina de la Iglesia, en virtud de mi ministerio de confirmar en la fe a los hermanos (cf. Lc 22,32), declaro que la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia».

La Congregación para la Doctrina de la Fe respondió a una dubia sobre la naturaleza del pronunciamiento pontificio, advirtiendo que se trata de una doctrina propuesta infaliblemente por la Iglesia:

Pregunta: Si la doctrina que debe mantenerse de manera definitiva, según la cual la Iglesia no tiene facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres propuesta en la Carta Apostólica Ordinatio sacerdotalis, se ha de entender como perteneciente al depósito de la fe.

Respuesta: Sí. Esta doctrina exige un asentimiento definitivo, puesto que, basada en la Palabra de Dios escrita y constantemente conservada y aplicada en la Tradición de la Iglesia desde el principio, ha sido propuesta infaliblemente por el Magisterio ordinario y universal (cf. Lumen gentium, 25,2). Por consiguiente, en las presentes circunstancias, el Sumo Pontífice, al ejercer su ministerio de confirmar en la fe a sus hermanos (cf. Lc 22,32), ha propuesto la misma doctrina con una declaración formal, afirmando explícitamente lo que siempre, en todas partes y por todos los fieles se debe mantener, en cuanto perteneciente al depósito de la fe.

En el mes de mayo del año 2018, el cardenal Luis Ladaria, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, recordó en un artículo publicado en L´Osservatore Romano el carácter definitivo de la doctrina católica sobre el sacramento del orden sacerdotal reservado para los hombres.

Escribió entonces el cardenal español:

La Iglesia siempre se ha sentido obligada por esta decisión del Señor, que excluye que el sacerdocio ministerial pueda conferirse válidamente a las mujeres. Juan Pablo II, en su carta apostólica Ordinatio sacerdotalis, publicada el 22 de mayo de 1994, enseñó «con el fin de alejar toda duda sobre una cuestión de gran importancia» y «en virtud de mi ministerio de confirmar en la fe a los hermanos» (cf. Lc 22,32), que «la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia».

La Congregación para la Doctrina de la Fe, en respuesta a una duda sobre la enseñanza de la Ordinatio sacerdotalis, reiteró que se trata de una doctrina que pertenece al depósito de la fe.

Desde este punto de vista, es motivo de grave preocupación que aún se escuchen voces en algunos países que cuestionan la validez de esta doctrina. Para sostener que esto no es definitivo, se argumenta que no se ha definido ex cathedra y que una decisión posterior de un futuro Papa o Concilio podría, por lo tanto, revocarla. Sembrar estas dudas causa una gran confusión entre los fieles, no solo acerca del sacramento del Orden Sagrado como parte de la constitución divina de la Iglesia, sino también acerca del Magisterio ordinario, que puede enseñar infaliblemente la doctrina católica.

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