viernes, 4 de agosto de 2017

LOS CATÓLICOS DE TRADICIÓN HEBREA


Sus inicios datan de finales del siglo XIX con la aparición de la Alianza Hebreo-Cristiana.

Por: Elsa Janeth Chala, Jefe de Prensa de la B’nei Tzion | Fuente: Catholic.net

Hasta hace unas décadas y gracias a la unificación del la Ciudad Santa de Jerusalén en 1967 por parte de Tzáhal (Fuerzas de Defensa de Israel), se dio en el entorno cristiano protestante un movimiento filosemita (de amor por el Pueblo Judío y el Estado de Israel) llamado Judaísmo Mesiánico. Si bien sus inicios datan de finales del siglo XIX con la aparición de la Alianza Hebreo-Cristiana en Inglaterra, la configuración actual de los llamados “judíos mesiánicos” es netamente neo-pentecostal, pues fue en los Estados Unidos donde surgió, gracias a movimientos como Jews for Jesus (fundada en los años sesenta por Moses Rosen en San Francisco, CA), JAMI en América Latina y la Alianza Mesiánica Israelita fundada en Puerto Rico por el pastor Daniel Hernández, quien luego se hizo llamar Dan Ben Avraham.

Fue el pastor Hernández quien gestó la proliferación de un centenar de congregaciones cristianas neo-pentecostales a lo largo y ancho de América Latina, cuyos feligreses ya no se llamaban “cristianos” sino “judíos mesiánicos” (cabe resaltar que el 98% de quienes integran las congregaciones mesiánicas no tienen vinculación alguna con la Comunidad Judía, es decir, no son realmente judíos), y sus pastores se autoproclamaban “rabinos mesiánicos” sin tener la más mínima formación teológica universitaria, propia de cualquier rabino respetable.

En este contexto apareció en el año 2000 un movimiento católico de tradición hebrea, que, queriendo tomar el nombre de “judíos mesiánicos católicos”, se había propuesto rescatar las almas de muchos católicos que ahora se encontraban en dichas sectas. Pero darse a conocer de esa manera motivó las más feroces
persecuciones de los mesiánicos protestantes, y las más fuertes críticas por parte de la ortodoxia judía, del cristianismo protestante y de la misma Iglesia Católica. Hoy en día estos católicos de tradición hebrea se encuentran en un lugar respetable y reciben todo el respaldo de los Obispos diocesanos y el buen concepto de algunas autoridades judías tradicionales en el mundo. Cómo lo lograron?

¿QUÉ SON LOS CATÓLICOS DE TRADICIÓN HEBREA?

Son católicos bautizados que conservan raíces hebreas; no han abandonado en ningún momento el Judaísmo, sino que ven en Jesús (en hebreo Yeshúa) la perfección de la ley y la cumbre de la historia del pueblo de Israel. Conservando su identidad y tradiciones judías, a ejemplo de las Iglesias Católicas Orientales (también llamadas “uniatas”) ven en la Iglesia Católica el complemento de su camino espiritual.

Los católicos de tradición hebrea no conciben el Judaísmo como religión sino como la cultura del Pueblo Judío, del que ellos nunca se han desvinculado. Se sienten parte de una nación concreta: Israel, y viven en el seno de la Iglesia Católica toda su identidad y costumbres, y leen esas tradiciones a la luz del Evangelio y del Magisterio de la Iglesia.

Sus orígenes nos llevan al año de 1824, cuando el rabino francés Paul Drach reconoce a Jesús como Mesías y se bautiza en la Iglesia Católica, y empieza a realizar apostolados para que sus hermanos judíos reconozcan al Divino Maestro; del apostolado del Rabí Drach, la Iglesia exalta la memoria de importantes personalidades católicas de tradición hebrea, tales como el Venerable Yaakov Libermann (el renovador de los Padres del Espíritu Santo), los hermanos Teodoro y Alfonso Ratisbona (fundadores de las Religiosas de Nuestra Señora de Sión), los hermanos Yaakov y Agustín Lemann (que con la bendición del Papa Pío IX y el respaldo de 150 obispos del Concilio Vaticano I, adelantaron en Europa la Invitación a los Niños de Israel para Entrar a la Iglesia), y el carmelita descalzo Hermann Cohen, un incansable apóstol de la oración por la conversión del Pueblo Judío a Cristo.

En 1946 el Gran Rabino de Italia Israel Zolli también se bautizó, y se desempeñó como asesor bíblico en la Congregación para la Doctrina de la Fe, mientras que junto con su familia trabajó anunciando a Cristo a sus hermanos judíos en Italia. Es importante resaltar que el Rabí Zolli fue pieza clave en la reforma del Misal Romano que fue aprobado en el Concilio Vaticano II; la Oración por los Judíos que se reza en la Oración Universal del Viernes Santo, que antiguamente decía “por los pérfidos judíos”, fue cambiada por “por el Pueblo Judío, a quien Di-s habló primero”... fue compuesta por el Rabí Zolli.

En el Estado de Israel se fundó en 1957 el “Proyecto Santiago”, que vendría a ser la primera comunidad de católicos de tradición hebrea. El Papa Juan XXIII concedió el permiso para que la Santa Misa pudiese ser celebrada en idioma hebreo, agregando algunas plegarias propias de la tradición sinagogal judía. En la actualidad una comisión israelí trabaja en la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, para concluir la elaboración de los misales y otros bendicionales que vendrían a configurar el rito hebreo, que en últimas viene a ser el rito más antiguo de la Iglesia, puesto que los fundadores de la Iglesia eran judíos y toda la Iglesia Madre de Jerusalén del siglo I estaba compuesta casi en su totalidad por judíos.

Hoy en día la Obra de Santiago la pastorea directamente Su Beatitud el Patriarca Latino de Jerusalén y está conformada por algo menos de 400 familias. Su parroquia central es la Parroquia de San Simeón y Santa Ana (en hebreo "Beth Sh’meón v’Janah") en Jerusalén, Israel.

En 1979, en Sudáfrica, el padre Elías Friedman, un carmelita judío, proclamó al mundo que el católico de origen judío no tiene por qué permitir ser asimilado (la asimilación es el proceso en el cual el judío va perdiendo su identidad y costumbres a medida que se desenvuelve en una cultura ajena o en la Iglesia), y que por el contrario, debe conservar sus raíces y tradiciones dentro de la Iglesia. Fray Elías fue el fundador de la Asociación Internacional de Hebreos Católicos, que cuenta actualmente con cobertura en más de 11 países. La AHC está especializada en atender a católicos de origen judío ashkenazi (judíos de Europa Oriental).

En el año jubilar 2000 Richard Gamboa Ben-Eleazar, quien venía de la ortodoxia
judía y luego de haber vivido en carne propia el fenómeno de los judíos mesiánicos, fundó en Bogotá la B’NEI TZION. Actualmente la B’nei Tzion cuenta con presencia en 5 naciones de América Latina, España y Alemania, y está especializada en atender a católicos de origen judío sefardí (de España) y a los descendientes de los B’nei Anusím, es decir, los descendientes de quienes fueron presionados o forzados a convertirse al catolicismo durante la Inquisición.

TRABAJANDO CON AMOR EN LA IGLESIA, SIN DEJAR DE SER JUDÍOS

Los católicos de tradición hebrea se caracterizan por la preservación de su identidad y costumbres judías iluminadas a la luz del Evangelio y del Magisterio de la Iglesia. Trabajan incansablemente contra la asimilación, y procuran que los católicos de origen o descendencia judía conserven y guarden fielmente las pautas de su milenaria tradición, a la luz del Evangelio.

Su actividad principal es la oración, siguen las pautas ancestrales de plegarias y festividades revisadas a la luz del Evangelio. Tienen en sus comunidades momentos de una profunda y exigente catequesis, lo que implica el esfuerzo de repensar la fe y presentarla, adaptándola al lenguaje y mentalidad judías.

Contrario a los judíos mesiánicos, que llaman a sus congregaciones “sinagogas mesiánicas”, los católicos de tradición hebrea no se reúnen en sinagoga alguna. Cada quien está incardinado en la parroquia del barrio donde residan y allí colaboran en la catequesis, en los ministerios litúrgicos propios del laicado, en los diversos grupos apostólicos parroquiales, en la integración con la comunidad parroquial, la evangelización, la animación vocacional, la pastoral ecuménica y juvenil. A muchos les llama la atención verles usando sus kipót o solideos y sus talít o mantos de oración en la Celebración Eucarística, o balanceándose mientras oran con sus sidurím o libros de oraciones delante del Santísimo. Aunque son muy aferrados a su tradición y su identidad, se integran con facilidad en sus comunidades parroquiales y esto permite, en cierta manera, mostrar la cara amable y alegre del Pueblo Judío.

LOS CATÓLICOS DE TRADICIÓN HEBREA ANTE EL JUDAÍSMO TRADICIONAL

Una frase muy común en el entorno judío afirma que el único lugar en donde un judío puede desenvolverse libremente como judío es el Estado de Israel. Pero el católico de tradición hebrea lleva todas las de perder en ese punto, ya que no siquiera en el mismo Estado de Israel se le permite expresar su judaísmo y su fe en Cristo con libertad.

En Israel y en las comunidades judías tradicionales hay temor por la difusión de las sectas religiosas y, con frecuencia, la sociedad y los medios de comunicación no hacen distinción entre las grandes Iglesias tradicionales y las nuevas sectas. Esto ha llevado a que los católicos de tradición hebrea sean confundidos con judíos mesiánicos y sean duramente tratados e ignorados por parte de todas las corrientes tradicionales judías, muy en especial por parte de rabinos y laicos del jaredismo (ultra-ortodoxia judía).

Aunque la evangelización no se descuida, ya que es la razón de ser de la Iglesia, como nos lo enseñaba el Papa Paulo VI en la Evangelii Nuntiandi, las comunidades católicas de tradición hebrea no son misioneras. No hacen proselitismo, no buscan que la gente se adhiera a sus asociaciones, y esto ha creado un clima de confianza y de respeto entre las comunidades y algunos rabinos ortodoxos.

Por eso, uno de sus criterios es la discreción. Como comunidad son discretos pero visibles y orgullosos de lo que son, aún en medio de las incomprensiones y las persecuciones… pero ningún católico de tradición hebrea emprende campañas para motivar a la gente a adherirse a alguna de sus comunidades. Prefieren ser muy pocos pero convencidos, a ser muchos pero con una visión tergiversada de lo que es vivir el Judaísmo a la luz del
Evangelio, en el seno de la Iglesia Católica.

No obstante, hay un deseo psicológico de la sociedad judía tradicional e israelí de conocer, acercarse, comprender mejor a los católicos, bien sean de ritos orientales o latinos. Contrario a lo que se pudiese pensar, ya hay acercamientos fraternos con los rabinos tradicionales, que se interesan por esta espiritualidad. Por ejemplo, en México la comunidad B’nei Abraham (adscrita a la B’nei Tzion) está muy vinculada a los estudios del Centro México-Israel. El Rabino Jefe de la B’nei Tzion, además de someterse a la autoridad del Santo Padre y del Patriarca Latino de Jerusalén a través de su obispo diocesano, el Arzobispo de Bogotá, está bajo la orientación del Gran Rabino de Colombia en lo referente a los asuntos propios del rabinato.

Es una actitud positiva que no se encontraba hace unos años. Para los católicos de tradición hebrea es un reto nuevo y estimulante.

Las comunidades están creciendo muy lentamente, pero el número no es un problema para ellos. Tratan de vivir serenamente la fe, con una actitud positiva hacia la Iglesia, hacia el Estado de Israel, hacia la sociedad.

LOS CATÓLICOS DE TRADICIÓN HEBREA Y LOS JUDÍOS MESIÁNICOS

Por parte de los llamados “judíos mesiánicos” las persecusiones y las críticas no han sido menores; de hecho, las peores
persecuciones se han recibido por parte de ellos, ya que los judío-mesiánicos consideran a los católicos de tradición hebrea como una amenaza letal a la existencia de los judíos mesiánicos, y según sus pastores, su existencia es una clara señal del gobierno de Satán que rige desde el Vaticano (este tipo de declaraciones no es novedad, cientos de pastores neo-pentecostales consideran a la Iglesia Católica como una secta satánica y así lo gritan desde sus púlpitos y algunos medios de comunicación).

Pero muchas veces el odio de los mesiánicos contra la Iglesia ha trascendido a vías de hecho, como ocurrió con el Rabino Jefe de la B’nei Tzion, que fue ferozmente perseguido y hasta amenazado de muerte por parte de los judíos mesiánicos. La alta agresividad de los mesiánicos y sus campañas de proselitismo para ganar adeptos, así no sean judíos de nacimiento, han permitido mostrar a la opinión pública que los judíos mesiánicos son mucho más anticatólicos que los Testigos de Jehová.

Los católicos de tradición hebrea han querido servir de puente entre la Iglesia y estas congregaciones, que aunque los rechacen con violencia, en el fondo de sus corazones piden que se les hable del perdón, de la reconciliación, del amor, pero son tajantes a la hora de responder ante ciertas conductas de los mesiánicos. Los católicos de tradición hebrea no toleran que se use la tradición judía para generar odios, rencores, celos ni agresión alguna contra el prójimo; por ejemplo, en muchas congregaciones mesiánicas se enseña que los palestinos y los árabes son el ejército de Satán, enemigos de Israel, y hasta se valen de ciertas citas bíblicas para demostrarlo; los católicos de tradición hebrea han salido a la defensa de los árabes y de los musulmanes de buena voluntad, y recuerdan a todos los judíos que árabes y musulmanes son “primos” de los judíos por tener a Abraham como padre común, y que por lo tanto hay que trabajar en estrechar los lazos de hermandad y de diálogo solidario con ellos. Esto ha acrecentado el odio de los judíos mesiánicos contra los católicos de tradición hebrea.

La AHC y la B’nei Tzion han enviado en diversas ocasiones, cartas a los presidentes de Israel y de Palestina para recordarles que ambas naciones están destinadas por la gracia de Di-s a ser ejemplo de hermandad, de perdón, de reconciliación y de solidaridad para el mundo entero, y han implorado por una solución pacífica y negociada del conflicto en Oriente Medio, aunque rechazan enérgicamente la internacionalización de Jerusalén, defendiendo la soberanía del Estado de Israel sobre la Ciudad Santa.

De otro lado cabe destacar la completa ignorancia de los judíos mesiánicos en Talmud, liturgia sinagogal, Halajá (normatividad judía) y otras áreas propias de la tradición judía, áreas que manejan los católicos de tradición hebrea y que estudian junto con el Depósito de Fe y los Documentos de la Iglesia.

Es comprensible la agresión mesiánica contra los católicos de tradición hebrea, si tenemos en cuenta que estos últimos pueden demostrar su judeidad con facilidad. Las estadísticas lo demuestran: uno de cada dos mil varones mesiánicos usa tefilín o filacterias en sus plegarias matutinas y posee un sidúr o libro de oraciones, mientras que uno de cada veinte católicos de tradición hebrea no los usa por no poseerlos (recordemos que los católicos de tradición hebrea no pasan de 3000 miembros en todo el mundo); tres de cada mil mesiánicos hablan hebreo, mientras que uno de cada cien católicos de tradición hebrea no maneja hebreo básico. Y uno de cada dos mil mesiánicos ha visitado, al menos una vez en su vida, una sinagoga ortodoxa o conoce el esquema de los servicios sinagogales, mientras que uno de cada doscientos católicos de tradición hebrea jamás ha entrado a una sinagoga ortodoxa y desconoce el orden del servicio sinagogal.

CONCLUSIÓN

Son muchos los retos que los católicos de tradición hebrea tienen que enfrentar, especialmente en los países de habla hispana, en donde son toda una novedad en la vida de la Iglesia. Pero no cabe duda de que en ellos se cumple la profecía del Apóstol San Pablo, quien predijo la conversión del Pueblo Judío al Evangelio (Romanos 11).

Esto es un claro Signo de los Tiempos, en especial de los Últimos Tiempos, en los que el mundo presencia una serie de acontecimientos que, en la mayoría de los casos, son fatales. Debemos ver en los católicos de tradición hebrea un ejemplo de la misericordia de Di-s que no quiere que ninguno de Sus hijos de pierda, pero que a la vez desafían a la Iglesia a que no olvide sus orígenes, sus raíces, su infancia espiritual e histórica... que se encuentran en el Pueblo Judío.

El Papa Benedicto XVI denunció en agosto de 2005 en la Sinagoga de Colonia (Alemania) el
resurgimiento del antisemitismo, especialmente en círculos cristianos. Si los católicos de origen gentil nos valemos de la experiencia y el carisma de nuestros hermanos bautizados de tradición hebrea, entenderemos muchas cosas que vivimos en la Iglesia, lograremos fortalecer nuestra identidad cristiana, nuestro amor por la Iglesia y nuestro sentido de pertenencia a ella.

No debemos dejar de orar por la conversión del
Pueblo Judío a Cristo; el Papa Juan Pablo II profetizó, y así lo encontramos en el numeral 674 del Catecismo, que para que ocurra la resurrección de los muertos, como lo expresa San Pablo en Romanos 11, 12, es necesario la conversión de Israel a Cristo, porque la Sagrada Escritura dice que “todo Israel será salvo” (Romanos 11, 26).

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