REDACCIÓN CENTRAL, 03 Ago. 17 / 07:03 pm (ACI).- "Si fuera sacerdote, querría conquistar muchas
almas", dijo una vez a su madre San Juan María Vianney, también
conocido como el Santo Cura de
Ars, cuya fiesta se celebra el 4 de agosto.
Aquí 10 cosas que tal vez no sabías de este sacerdote diocesano, miembro
de la Tercera Orden Franciscana y patrono de los párrocos.
1. SU PRIMERA COMUNIÓN
FUE ACCIDENTADA
La Revolución Francesa trajo persecución contra los sacerdotes y aún
después de ella debían disfrazarse para pasar de incógnito. Cuando el joven
Juan recibió la primera comunión, llevaron carros de heno, los pusieron frente
a las ventanas de la casa de su mamá y empezaron a descargar el material
durante la ceremonia para evitar problemas con las autoridades.
El Santo siempre recordará este día en que derramó lágrimas de alegría
al recibir al Señor y atesoró el Rosario
que su madre le regaló en aquella ocasión.
2. CASI SE RETIRA DE LA
ESCUELA DE SEMINARISTAS
Cuando la Iglesia
obtuvo algo de libertad en Francia, el P. Balley, párroco de Ecculy, abrió una
pequeña escuela para jóvenes con inquietudes vocacionales. Juan logró ingresar,
pero por su dificultad para los estudios, estuvo a punto de renunciar. El
sacerdote le sugirió que hiciera un peregrinaje al Santuario de San Francisco
de Regis y regresó renovado.
3. DESERTÓ DEL EJÉRCITO
Napoleón quería conquistar toda Europa y Juan fue llamado al ejército
porque no aparecía en la relación de ningún seminario. Cayó gravemente enfermo
y cuando recuperó la salud, fue en busca de su regimiento que ya se había
marchado, pero en el camino volvió a enfermar. Buscó refugio por varios días y
se dio cuenta que, sin querer, se había convertido en un desertor.
Buscó a un mayor que escondía desertores y éste le aconsejó que se
quedara en casa de uno de sus familiares. Adoptó el nombre de Jerome Vincent y
con este nombre logró incluso abrir una escuela para los niños de la villa. Más
adelante un decreto imperial concedió amnistía a los desertores.
4. LO BOTARON DEL
SEMINARIO
Juan logró ingresar al Seminario Mayor de Lyon, pero por su insuficiente
conocimiento del latín no entendía ni podía responder a los formadores. Le
pidieron que se marchara, lo que le produjo un inmenso dolor y desaliento, pero
el P. Balley nuevamente fue en su ayuda y siguió los estudios en privado en
Ecculy, cerca de Lyon. Sus cualidades morales sobrepasaron cualquier
deficiencia académica.
5. SU MAESTRO FUE SU
PRIMER PENITENTE
Una vez ordenado sacerdote lo enviaron a ayudar al P. Balley, pero las
autoridades diocesanas no le dieron permiso para confesar. El P. Balley
intercedió y fue él mismo el primero en confesarse con San Juan María Vianney.
Tiempo después el P. Balley murió en brazos del santo, quien sufrió como si
hubiera perdido a su padre.
6. TUVO UNA PROFECÍA EN
ARS
Las autoridades eclesiásticas lo enviaron al pequeño pueblo de Ars
porque pensaban que con sus limitaciones intelectuales no podría servir en una
comunidad grande. Al llegar hizo una profecía: "la
parroquia no será capaz de contener a las multitudes que vendrán hacia
aquí".
Poco a poco se fue ganando el amor del pueblo y les inculcó el amor a la
Eucaristía, siendo su fiesta favorita el Corpus Christi.
Cuando el Papa Pío IX definió el dogma de la Inmaculada Concepción, el
santo pidió a los fieles que iluminaran sus casas en la noche y las campanas
del templo resonaron por horas. La gente de los pueblos cercanos, al ver los
destellos, pensó que el pueblo se estaba quemando y acudieron a apagar el
supuesto incendio.
7. TENÍA UNA PROFUNDA
DEVOCIÓN A SANTA FILOMENA
San Juan tenía una profunda devoción a Santa Filomena, una joven mártir
de los primeros siglos del cristianismo, a quien llamaba su “agente con Dios”,
construyó una capilla en su honor y un santuario. Cierto día enfermó de
gravedad y prometió ofrecer 100 Misas en honor de Santa Filomena.
Cuando la primera Misa estaba siendo
ofrecida, cayó en éxtasis y se le escuchó murmurar varias veces “Filomena”. Al volver en sí, exclamó que estaba
curado y se lo atribuyó a la Santa.
8. LA TENTACIÓN ERA
RECURRENTE EN SU VIDA
El cura de Ars sufrió la tentación de desear la soledad y se sentía
incapaz para el servicio que brindaba en la ciudad. En una oportunidad le rogó
a su Obispo que lo dejase renunciar y hasta en tres ocasiones llegó a irse del
pueblo, pero siempre regresó.
9. LUCHÓ PACIENTEMENTE
CONTRA EL DEMONIO
El demonio siempre molestaba al Santo Cura de Ars con ruidos extraños y
fuertes por las noches. Su intención era agotarlo para que no tuviera fuerzas
para confesar o celebrar la Eucaristía. Cierto día que el santo se disponía
revestirse para la Santa Misa, el maligno incendió su cama.
San Juan, sabiendo que el enemigo quería detener el oficio divino, dio
las llaves del cuarto a aquellos que iban a apagar el fuego y prosiguió. "El villano, al no poder atrapar al pájaro le prende
fuego a su jaula", fue lo único que dijo. Mucho tiempo después, el
Señor premió al santo con un extraordinario poder de expulsar demonios de las
personas poseídas.
10. NUNCA FUE NOMBRADO
PÁRROCO
Todos conocen a San Juan María Vianney con el título de Cura de Ars. “Poco importa la opinión de algún canonista exigente que
dirá, a nuestro juicio con razón, que el Santo no llegó a ser jurídicamente
verdadero párroco de Ars, ni aun en la última fase de su vida, cuando Ars ganó
en consideración canónica”, según explica Lamberto de
Echeverría, autor del libro El Santo Cura de Ars.
El Obispo de Belley solo le concedió el título de canónigo pero “el hecho real es que consagró prácticamente toda su vida
sacerdotal a la santificación de las almas del minúsculo pueblo de Ars y que de
esta manera unió, ya para siempre, su nombre y la fama de su santidad al del
pueblecillo”.
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