martes, 20 de septiembre de 2016

MIRA CÓMO LA HISTORIA DEL PUEBLO DE DIOS ESTÁ LLENA DE ÁNGELES INTERVINIENDO


La historia de la Salvación está marcada por la presencia de Dios y de sus Ángeles.
La Biblia muestra que Dios envía a sus ángeles permanentemente.
Sin embargo muchos católicos, y aún sacerdotes, no creen en la existencia de los ángeles.
Veamos los ángeles actuando según el Antiguo Testamento.
En este artículo mencionamos sólo algunas de las presencias de ángeles que presenta el Antiguo Testamento.
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Para que no queden lugar a dudas y podamos debatir con los que son escépticos.
Una de las primeras menciones de estos seres es la presencia de un custodio en el árbol de la Vida: un ángel.
Después vemos la intervención de Dios a través del ángel, cuando Agar la esclava de Abraham huye al desierto.
Un ángel la conforta y la ayuda, posteriormente ella dará a luz a un niño que le pondrá por nombre Ismael (del que salió la estirpe musulmana).
En los dos casos han custodiado algo. En el primero un árbol, en el segundo a una madre.
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Son ángeles que intervienen en la historia.
Y con Abraham también hay un ángel que protege la vida Isaac, cuando este va a ser sacrificado.
EL CASO DE MOISÉS
En cada parte del Génesis se observa esta forma de amor, en que Dios envía un ángel a salvar, a guiar, a conducir.
El caso interesante es el de Moisés que se relata en el Éxodo.
“Moisés era pastor del rebaño de Jetró su suegro, sacerdote de Madián. Una vez llevó las ovejas más allá del desierto; y llegó hasta Horeb, la montaña de Dios.
El ángel de Yahveh se le apareció en forma de llama de fuego, en medio de una zarza.
Vio que la zarza estaba ardiendo, pero que la zarza no se consumía.
Dijo, pues, Moisés: «Voy a acercarme para ver este extraño caso: por qué no se consume la zarza.»
Cuando vio Yahveh que Moisés se acercaba para mirar, le llamó de en medio de la zarza, diciendo: «¡Moisés, Moisés!»
El respondió: «Heme aquí.»
Le dijo: «No te acerques aquí; quita las sandalias de tus pies, porque el lugar en que estás es tierra sagrada.»
Y añadió: «Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob.»
Moisés se cubrió el rostro, porque temía ver a Dios.
Dijo Yahveh: «Bien vista tengo la aflicción de mi pueblo en Egipto, y he escuchado su clamor en presencia de sus opresores; pues ya conozco sus sufrimientos.
He bajado para librarte de la mano de los egipcios y para subirte de esta tierra a una tierra buena y espaciosa.
A una tierra que mana leche y miel, al país de los cananeos, de los hititas, de los amorreos, de los perizitas, de los jivitas y de los jebuseos.
Así pues, el clamor de los israelitas ha llegado hasta mí y he visto además la opresión con que los egipcios los oprimen.
Ahora, pues, ve; yo te envío a Faraón, para que saques a mi pueblo, los israelitas, de Egipto.»
Dijo Moisés a Dios: ¿Quién soy yo para ir a Faraón y sacar de Egipto a los israelitas?»
Respondió: «Yo estaré contigo y esta será para ti la señal de que yo te envío: Cuando hayas sacado al pueblo de Egipto daréis culto a Dios en este monte.»
Contestó Moisés a Dios: «Si voy a los israelitas y les digo: “El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros”; cuando me pregunten: “¿Cuál es su nombre?”, ¿qué les responderé?»
Dijo Dios a Moisés: «Yo soy el que soy.» Y añadió: «Así dirás a los israelitas: “Yo soy” me ha enviado a vosotros.»
Siguió Dios diciendo a Moisés: «Así dirás a los israelitas: Yahveh, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para siempre, por él seré invocado de generación en generación.»
«Ve, y reúne a los ancianos de Israel, y diles: “Yahveh, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, se me apareció y me dijo: Yo os he visitado y he visto lo que os han hecho en Egipto.
Y he decidido sacaros de la tribulación de Egipto al país de los cananeos, los hititas, los amorreos, perizitas, jivitas y jebuseos, a una tierra que mana leche y miel.”
Ellos escucharán tu voz, y tú irás con los ancianos de Israel donde el rey de Egipto.
Y les diréis: “Yahveh, el Dios de los hebreos, se nos ha aparecido. Permite, pues, que vayamos camino de tres días al desierto, para ofrecer sacrificios a Yahveh, nuestro Dios.”” Éxodo 3, 1-18
En los primeros versículos se observa que quién llama la atención de Moisés es el fuego en la zarza.
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El que escribe dice que es un ángel. Después es Yahvé quién le habla.
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El relato es extenso pero pareciera recordarnos como en algunas apariciones marianas, primero llega un ángel y después la Virgen.
¿Es una constante esta del actuar de Dios? ¿ Manda primero a sus ángeles como ‘baqueanos’?
¿Qué ángel es el que le habla? ¿El de su pueblo, el de Dios, o el suyo? Dice que es un ángel de Dios.
Este es un “juego de palabras” que el escritor hace para poder acercar al lector a que es Él mismo que se presenta a Moisés. Es un relato que da bastantes claves sobre Dios.
En las plagas vemos otra vez la intervención del Señor, sobre todo en la última.
El relato de la zarza ardiendo se vuelve llamativo cuando vemos otra vez un ángel de Dios que pasa de conducir al pueblo a defenderlos frente al faraón.
Moisés está conduciendo a las personas hacia el mar, pero el faraón ya los encuentra y está punto junto al ejercito de regresarlos a Egipto.
Por eso el ángel pasa atrás del pueblo a defenderlos.
Y la columna de nube le siguió. Esta es extraña, pues se pone oscura para los egipcios pero en otro momento es de fuego (Éxodo 14, 24)
Entramos en un momento de fe. Cada quién ha intentado plantear como un ángel defiende al pueblo, por medio de la columna de donde Dios ve.
Mientras tanto Moisés pasa en medio del mar y todos se salvan, después caen los muros de agua y estas matan a los egipcios que seguían a los israelitas.
Muchas veces volveremos a ver un ángel que guía al pueblo:
“Clamamos entonces a Yahveh, y escuchó nuestra voz: envió un ángel, y nos sacó de Egipto. Ahora estamos en Cadés, ciudad fronteriza de tu territorio.” Números 20, 16.
Con este versículo notamos la intervención del ángel en la zarza, de Dios con Moisés y en la salvación del pueblo que fue sacado de Egipto.
 GEDEÓN
En este otro relato, notamos como las personas cercanas a estos increíbles sucesos ya no creían en los “cuentos” de sus padres.
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¿Cuántas generaciones pasaron en el desierto para poder entrar a la tierra prometida?
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Con qué facilidad ellos olvidaban los prodigios de Dios, estando tan cerca de aquellos sucesos.
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Nosotros a más de 2000 años, con más razón nos cuesta tener fe.
Veamos como interviene el ángel de Dios para que Gedeón crea.
“Contestó Gedeón: «Perdón, señor mío. Si Yahveh está con nosotros ¿por qué nos ocurre todo esto?
¿Dónde están todos esos prodigios que nos cuentan nuestros padres cuando dicen: “¿No nos hizo subir Yahveh de Egipto?”
Pero ahora Yahveh nos ha abandonado, nos ha entregado en manos de Madián…»
Entonces Yahveh se volvió hacia él y dijo: «Vete con esa fuerza que tienes y salvarás a Israel de la mano de Madián. ¿No soy yo el que te envía?»
Le respondió Gedeón: «Perdón, señor mío, ¿cómo voy a salvar yo a Israel? Mi clan es el más pobre de Manasés y yo el último en la casa de mi padre.»
Yahveh le respondió: «Yo estaré contigo y derrotarás a Madián como si fuera un hombre solo.»
Gedeón le dijo: «Si he hallado gracia a tus ojos dame una señal de que eres tú el que me hablas.
No te marches de aquí, por favor, hasta que vuelva donde ti. Te traeré mi ofrenda y la pondré delante de ti».
El respondió: «Me quedaré hasta que vuelvas.»
Gedeón se fue, preparó un cabrito y con una medida de harina hizo unas tortas ázimas; puso la carne en un canastillo y el caldo en una olla, y lo llevó bajo el terebinto.
Cuando se acercaba, le dijo el Angel de Yahveh: «Toma la carne y las tortas ázimas, ponlas sobre esa roca y vierte el caldo.» Gedeón lo hizo así.
Entonces el Angel de Yahveh extendió la punta del bastón que tenía en la mano y tocó la carne y las tortas ázimas.
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Salió fuego de la roca, consumió la carne y las tortas ázimas, y el Angel de Yahveh desapareció de su vista.
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Entonces Gedeón se dio cuenta de que era el Angel de Yahveh y dijo: «¡Ay, mi señor Yahveh! ¡Pues he visto al Angel de Yahveh cara a cara!»”
 (Jueces 6, 13-22)
ELÍAS
Impresionan los relatos que en 1 de Reyes se cuentan sobre este profeta y su ángel.
Él estará siendo perseguido por orden de la realeza, en concreto de Jezabel.
Entonces huirá y en el desierto ya deprimido pide a Dios que le quite la vida “porque no es mejor que sus padres”. Se duerme entonces.
Lo despierta un ángel y le da de comer.
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Volvió a dormir y el ángel le volvió a dar de comer.

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¿Qué pan era aquel que le dio fuerzas para caminar hasta entrar a una cueva después de 40 días?
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¿El ángel que le dio de comer era el de la guarda? ¿El pan es una prefiguración de la Eucaristía?
No cabe duda, que Dios envió un ángel que lo sacó de la “depresión” o la tristeza que tenía.
Otras intervenciones tiene el ángel con Elías, pero está nos da una idea de la custodia que hace con su profeta.
AZARÍAS Y SUS COMPAÑEROS
En el libro de Daniel, capítulo 3, Sadrac, Mesac y Abed-nego han sido metidos en un horno con llamas y gran fuego.
Han sido condenados a morir quemados. Pero ellos han de ir caminado entre el fuego alabando y bendiciendo a Dios. Mientras oraban…
“Y ahora te seguimos de todo corazón, te tememos y buscamos tu rostro.
No nos dejes en la confusión, trátanos conforme a tu bondad y según la abundancia de tu misericordia.
Líbranos según tus maravillas, y da, Señor, gloria a tu nombre.
Sean confundidos los que a tus siervos hacen daño, queden cubiertos de vergüenza, privados de todo su poder, sea aplastada su fuerza.
Y sepan que tú eres el único Dios y Señor, glorioso por toda la tierra.»
Los siervos del rey que los habían arrojado al horno no cesaban de atizar el fuego con nafta, pez, estopa y sarmientos.
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Tanto que la llama se elevaba por encima del horno hasta cuarenta y nueve codos, y al extenderse abrasó a los caldeos que encontró alrededor del horno.
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Pero el ángel del Señor bajó al horno junto a Azarías y sus compañeros, empujó fuera del horno la llama de fuego.
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Y les sopló, en medio del horno, como un frescor de brisa y de rocío, de suerte que el fuego nos los tocó siquiera ni les causó dolor ni molestia.” (
Daniel 3, 41- 50)
Entonces ellos bendicen a Dios, porque los está salvando del fuego. El rey se da cuenta de este hecho y libera a los siervos de Dios. Porque un ángel del Señor los liberó del tormento.
CREED EN ELLOS
Ha habido diferentes ejemplos en el Antiguo Testamento sobre estos ángeles que se convierten en custodios de las personas. En diferentes ocasiones han dejado de creer en ellos.
Pero cuando parece que la humanidad se olvida de la acción amorosa de Dios con nosotros, uno de esos ángeles viene a recordar que Él está con nosotros.
Al leer estos pasajes, vemos como un ángel protege al pueblo de Dios.
¿Cuál será el ángel que protege nuestro país y lo dirige hacia el Señor?
Nuestro ángel nos ayuda a creer como lo hizo con Gedeón y nos encamina a Misa para fortalecernos de la Eucaristía.
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Nos protege del enemigo, y nos muestra la misericordia de Dios.
No importa en qué momento el ángel del Señor nos llama a nuestra conversión, siempre está pendiente de que nos salvemos. Pero… ¿nosotros le escuchamos?
Fuentes:

Artículo de Cupertino

Foros de la Virgen María

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