En
un evento conmemorativo del 50 aniversario de la canonización de San Martín de
Porres, la historiadora chilena Celia Cussen, especialista en la vida de San
Martín y profesora de ciencias históricas de la Universidad de Chile, relató
los milagros por los que el fraile pudo ser beatificado y canonizado, y dio
detalles sobre los encuentros que tuvo San Martín con el demonio a lo largo de
su vida, especialmente durante su agonía, y reveló cómo el Santo salió
victorioso de ellos.
El pasado 15 y 16 de mayo, en la Biblioteca Nacional del Perú, se realizó
el simposio “La santidad en la Lima virreinal”, dedicada a los santos que
vivieron en tal ciudad peruana en el periodo del virreinato (siglos XVI al
XIX). El evento se dio en el marco de las celebraciones por el 50º aniversario
de canonización del recordado “Santo de la escoba”, llamado así por ser
representado con una escoba en la mano como símbolo de su sencillez y humildad.
San Martín de Porres fue beatificado en 1837 por el Papa Gregorio XVI y
proclamado Santo por el Papa Juan XXIII en 1962. Su fiesta se celebra el 3 de
noviembre, día en que falleció.
LOS MILAGROS DE SAN MARTÍN PARA SU CANONIZACIÓN
El
primero
fue
concedido a Elvira Moyano, una mujer solterona que vivía en una casa señorial
al cuidado de los niños.
“Un día preparaba una chicha para llevar a su regalón -un joven al que
crió desde niño-, Joseph Dávila, que era novicio del convento de Santo Domingo,
y al acercarse a ver si ya estaba, por un descuido el jarro cayó, se rompió en varios pedazos y uno de
ellos entró en su ojo“, explicó la historiadora.
Al escuchar los gritos de la mujer los vecinos llegaron corriendo a la
casa, taparon el ojo herido con un paño y fue revisado por un cirujano
especialista, “que aseguró que el daño ocasionado había sido tan fuerte que estaba perdido“, relató.
Continuó diciendo que ese mismo día en la noche la dueña de casa trajo
doña Elvira reliquias de diferentes santos, pero ella sólo las guardó debajo de
su almohada. Al día siguiente fue al convento a contarle lo sucedido sobre
Elvira al novicio y los
frailes le dieron una reliquia de fray Martín que ese mismo día colocó sobre el
ojo dañado con un paño húmedo.
“Esa noche la mujer despertó y sentía que algo crecía en ese hoyo que
había en su rostro, y a la mañana siguiente la vio el cirujano y asombrado comprobó que tenía un
ojo nuevo y en el paño mismo quedó como la piel de un ojo muerto. Elvira llegó con esa muestra a los jueces
eclesiásticos, que investigarían la causa de beatificación del fraile”, señaló.
El
segundo milagro
fue el de un
niño de dos años que calló de un balcón de un segundo piso al patio interior de
una casa de Lima. “El pequeño se rompió la cabeza y el propio médico detalla cómo al niño le
salía materia de sus sesos y no le dieron esperanzas de vida“.
Sin embargo, toda
su familia pidió la ayuda de fray Martín y al día siguiente amaneció
milagrosamente recuperado y posteriormente se comprobó que no había quedado
secuela alguna.
La especialista indicó que estos dos hechos fueron estudiados por el
Comité Médico de la Congregación de Ritos de Roma, que decidieron que realmente
no había explicación natural y por tanto se trataron de milagros, y con eso
fray Martín fue beatificado.
Asimismo, explicó que los milagros para su canonización ya no fueron de Lima, pues fray Martín “ya era muy conocido en todo el
mundo”. Fue así que el
beato concedió la curación a una anciana en Asunción (Paraguay) que estaba muy
enferma.
“Su hija, conocedora de la santidad y milagros del beato, pidió su ayuda
e intercesión para la curación de su mamá, que estaba sumamente enferma, y
milagrosamente se sanó”, dijo.
El
segundo milagro fue de un niño que vivía en Tenerife (España) a quien le cayó
un bloque de cemento en la pierna.
“Los
médicos habían decidido amputarle la extremidad porque estaba gangrenada. Sin
embargo, un día antes de la operación su mamá pidió la intercesión del beato
Martín. Colocó una estampa del santo en su pierna, la gangrena desapareció y no
fue necesaria la amputación“, señaló Cussen.
Además, recordó que en el convento de Santo Domingo, donde vivió el
santo en la ciudad de Lima, se pueden ver los murales que representan “estas
dos escenas de los milagros de canonización”.
Finalmente, la historiadora expresó que antes del Pontificado del Papa
Juan Pablo II la Iglesia requería de dos milagros para que una persona,
reconocida con virtudes en grado heroico, sea beatificada; y se pedía otros dos
milagros para su canonización. A partir de su pontificado sólo es necesario un
milagro para la beatificación y otro para la canonización.
ENCUENTROS CON EL DIABLO
Celia Cussen dijo que fue en su lecho de muerte que San Martín tuvo su
mayor tentación.
“En su agonía, ya sin poder hablar y con varios frailes cerca, San Martín enfrentó su mayor
lucha con Satanás. La rigidez de su
cuerpo, la firmeza de sus dientes y toda la fisonomía de su rostro demostraban
su gran sufrimiento y lucha”, relató la especialista.
A pesar que el diablo lo tentó durante toda su vida, la historiadora
contó que los religiosos que presenciaron la escena de su muerte afirmaron que
“sin duda ésta fue la mayor tentación que le tocó vencer a fray Martín, en
momentos en que se encontraba con los sentidos muy débiles”, por lo avanzado de
su enfermedad.
“Su angiógrafo (médico especialista del sistema cardiovascular) dijo que
fray Martín vio a la
Virgen, a Santa Catalina y a Santo Domingo acompañándolo en su momento de lucha
final“, señaló, y añadió que “en
medio de su agonía le pasaron una cruz, a los minutos falleció y por la paz de su rostro supieron
que pudo vencer al demonio“.
Además, refirió que luego de su muerte se habló mucho de por qué el
fraile tuvo tan fuerte tentación durante su agonía y la hipótesis que resaltó
fue que para el diablo
hubiera sido “una gran victoria captar el alma de este hombre tan conocido por
santo”.
Asimismo, la historiadora manifestó que otro momento de gran tentación
en la vida de este santo, “relatado por él mismo, a pesar de que él no hablaba
directamente de esas experiencias, fue el encuentro que tuvo con el diablo en
la escalera del convento (de Santo Domingo)”, dijo.
“Un día, subiendo a los enfermos con un brasero en las manos tropezó
-porque faltó una luz que normalmente estaba en un peldaño- y dijo `y quién
apagó esa luz`, y vio
aparecer al diablo diciéndole ‘yo, aquí estoy cosechando almas’“.
Cussen explicó que la
gente solía tropezarse y maldecir y con eso el diablo se llevaba su alma. “Martín se enfureció con esa trampa que el diablo
hacía a la gente, y cuando él tropezó sacó su cinturón y de un latigazo lo
mandó lejos diciéndole `váyase a su
lugar`, y así terminó venciéndolo en esa famosa tentación”, señaló.
Fuentes: ACI Prensa, Signos de estos Tiempos
No hay comentarios:
Publicar un comentario