jueves, 19 de noviembre de 2015

LA DIVINIZACIÓN DE LA TIERRA ES UN “DIOS” QUE EXIGE SACRIFICIOS HUMANOS


El procedimiento para seleccionar las clases de seres humanos que sobrevivirán.

Hay una conexión directa entre las teorías de la primacía de la tierra y el control brutal de los seres humanos a través del aborto, la esterilización y la eutanasia.

En el nuevo paganismo, el hombre es algo que debe ser sacrificado en nombre de la Tierra. Por eso es que se ha promocionado la discusión – en modo de pánico – sobre el calentamiento de la tierra, la contaminación ambiental y la escasez de recursos; y marcha junto con la práctica de abortos masivos y la eutanasia.

La meta de estos procedimientos es crear el mecanismo para que las generaciones actuales en el poder decidan que tipos de seres humanos seguirán habitando la Tierra.

LA IDEOLOGÍA DE LA PRIMACÍA DE LA TIERRA

La opinión popular es que el hombre, por su misma presencia en ella, está “abusando” de la tierra. Se dice que la Tierra es “superior” al hombre.

A partir de eso, la moral comienza, no con el hombre, sino con la Tierra. El hombre es segundo, y no primero.

Esta tesis de “la explotación de la tierra” por el hombre está en conflicto con la visión bíblica de que el hombre tiene “dominio” sobre los bienes de la tierra.

Esos bienes están ahí para ser usados por el hombre para conseguir sus objetivos, que no están especialmente centrados en la “tierra”, aun cuando tienen lugar en este planeta.

Pero esta perspectiva saca a colación el controvertido tema: ¿Exactamente a qué grupo de la humanidad se destinarían a apoyar estos recursos disponibles? ¿A la actual? ¿A todos los hombres del pasado y del futuro? ¿Del futuro, pero no el presente?

HASTA AHORA LOS HOMBRES HAN VIVIDO CON LA ABUNDANCIA DE LA TIERRA

Toda la raza humana se está replicando constantemente; esta reproducción constante es la forma cómo la humanidad permanece existiendo en este planeta.

Una manera, sin duda impopular, para detener la “contaminación” humana sería sencillamente dejar de reproducirse – una especie de voto universal de castidad. ¡Pero esta no es una visión ampliamente atendida!

La raza humana ya ha vivido en este planeta por miles y de miles de años. El hombre mismo aparece en la tierra como un rezagado, pero aun así propiamente pertenece a ella y sobre todo debido a su trascendente inteligencia.

Si asumimos que unos noventa a cien mil millones de seres humanos ya han vivido en la tierra, vemos que han sido “sostenidos” más o menos bien por la abundancia de la Tierra.
Y en contra de lo esperado, los miembros individuales de la especie están generalmente en mejores condiciones cuanto más tarde aparecen en el planeta, por lo menos en cuanto a sus condiciones físicas.

Esto demuestra cuán ricamente fue dotada la tierra desde su inicio. Y aun hoy esta abundancia no puede ser entendida y usada, excepto por la perspicaz inteligencia humana.

O sea que está disponible para el hombre en función del conocimiento y el arte del hombre.

Cuando con gazmoñería hablamos de “preservar” recursos para “futuras” generaciones, nos topamos con una especie de enigma. No tenemos idea de cuántas generaciones estarán por delante de nosotros en los próximos siglos o milenios.

Pretender que sí sabemos es pura arrogancia. Algunos pensadores parecen asumir que existe una correlación uno a uno entre el número de las generaciones futuras y los decrecientes recursos disponibles.

¿CUÁL ES LA MISIÓN DEL HOMBRE EN LA TIERRA?

Los defensores de la “madre tierra” estiman que el hombre terminará cuando se agoten los recursos – a menos que escape a algún lugar del cosmos. Se dice que la misión humana “real”, es mantenernos vivos y cómodos en este planeta tanto cuanto posible.

Este esfuerzo es la “grave” misión que enfrenta la humanidad contra la cual todos los otros propósitos palidecen hasta la insignificancia.

La alternativa al cielo se convierte en colonización interestelar o en mantener la tierra prístina

Sin embargo, no hay ninguna razón real para pensar de esta manera. No es ciencia, como tal, sino una hipótesis escatológica secular diseñada para reemplazar, como dijo Benedicto XVI en Spe Salvi, la comprensión cristiana de la vida eterna.

Lleva todas las marcas de una nueva o revitalizada adoración antigua de la tierra. En otras palabras, su base empírica no es más que conjeturas.

El propósito del hombre en la tierra y la cantidad de recursos en la tierra, el sol y las estrellas puede no tener nada que ver con la otra.

O, los recursos pueden haber estado diseñados para sustentar al hombre durante el tiempo que el hombre esté destinado a existir para fines de su creación inicial, no simplemente para mantenerlo vivo el mayor tiempo posible.

Es muy posible, e incluso probable, que Dios o la naturaleza hayan proporcionado más que suficiente para sustentar el número real de personas que vivirán en este planeta.

El fin de la humanidad en la tierra puede corresponder o no con los recursos disponibles. De hecho, los recursos probablemente no tengan mucho que ver con el propósito con lo que el hombre puede llegar a ser.

Su final puede ocurrir por colisiones de meteoritos, explosiones siderales, locura humana, o simplemente por el final de un “plan” divino.

La frase “No sabéis ni el día ni la hora” (Mateo 25:13) más bien sugiere que el fin de los tiempos tiene poco que ver con que los recursos sean escasos o abundantes.

SE HAN SOLUCIONADO LAS NECESIDADES EXISTENCIALES DEL HOMBRE HASTA AHORA PERO…

La verdad es que la humanidad ha sido capaz de averiguar lo que necesita sólo cuando llega el momento de necesitarlo.

Si tratamos de mantener vivos y prósperos a los siete mil millones de personas que viven actualmente en el planeta con la tecnología y el conocimiento del que se disponía en 1700, el mundo se derrumbaría rápidamente. Del mismo modo, si asumimos que dentro de 300 años el conocimiento y la pericia serán los mismos de hoy en día, no hay duda de que no seríamos capaces de encargarnos de la población real que existirá en ese momento.

Pero aún así hay propuestas recurrentes para reducir la población actual del planeta a menos de mil millones, en nombre de la ecología, y se están materializando mediante los medios anti-vida.

Su “lógica” es muy clara. Los recursos se agotan rápidamente. Desaparecen por la cantidad de seres humanos existentes. Por lo tanto, tenemos que reducir drásticamente el número de consumidores para adaptarnos a una base de recursos que durará mucho tiempo; ¿por cuánto tiempo? nadie lo sabe.

La salvación de la tierra justifica eliminar y controlar a las personas. Se rechaza la anti hipótesis que los recursos son abundantes y que el hombre puede calcular cómo utilizarlos para su bien y su prosperidad.

Se rechaza, no sobre una base de hechos, sino en base a lo que sólo puede llamarse fervor religioso o ideológico que ha colocado a la Tierra misma en el centro de la realidad.

Lo que este pensamiento significa es que existe algo más grande que la vida humana individual y su fin trascendente.

Este “ser” es, evidentemente, superior a un “dios” que ha implantado un orden natural de las cosas, incluyendo las cosas humanas.

Es un cálculo teórico de los ciclos progresivos de las vidas humanas (menos de mil millones) elegidas para seguir existiendo. Para este remanente de “supervivencia” cualquier otra vida humana es subordinada.

Los “medios” para lograr este fin se justifican por la gravedad de las crisis tales como el calentamiento de la tierra y otras calamidades inminentes…

EL SÍMIL DE ‘DIOS’ SON LOS ELEGIDOS PARA SOBREVIVIR

La “ética” de la preservación planetaria supera a cualquier ética de virtud o propósito humano. Lo que vemos aquí es una “religión” cuasi mística sin un “dios”.

Lo que sustituye a “dios” son algunos de los mil millones de seres humanos elegidos para la supervivencia por la teoría y política de la capacidad limitada de la tierra y el uso excesivo por “demasiados” seres humanos.

El Dios de los Judíos y cristianos no es el mundo. Dios es el mismo Dios, incluso si el mundo no existe. La creación no es un dios, tampoco lo es el Sol, la Tierra, o el Cosmos entero. Los seres humanos, individual o colectivamente, no son ni pueden ser “dioses”.

A través de la era moderna, desde la Revolución Francesa, el pueblo, la nación, el estado, la humanidad, la raza, la clase, incluso el sexo o género, pueden ser considerados como candidatos para sustituir a “dios”.

El último candidato para reemplazar a “dios” es la “tierra” en sí. Esta “diosa” no es nueva, por supuesto. Una “Madre Tierra” es entendida como aquella que se encarga de todo; que se cierne sobre la vida y la muerte, el futuro y el pasado.

Hacer de la tierra el propio objeto central de nuestra preocupación y ética no es consecuente. ¿Por qué? Si la tierra es “dios”, ¿por qué es que alguna vez dejó que el hombre apareciera en ella para que actuara con torpeza?

Si, por hipótesis, tenemos demasiada gente (y no hay ninguna prueba de que así es), necesitamos reducir nuestra tasa de nacimientos y la cantidad de población.

NECESITAMOS DE LA EUTANASIA Y DEL ABORTO

Necesitamos instituir la eutanasia generalizada y de bajo costo, cuyos principios ya están en marcha en muchos países y estados, para librarnos de los pobres inútiles o personas que en otro respecto no son perfectos.

Necesitamos desmantelar aquellas tecnologías y estructuras (presas, puertos, carreteras, maquinas) que fueron diseñadas para respaldar a las poblaciones más grandes.

Necesitamos “planificar” la eliminación de las cantidades excesivas de humanos. Esta lógica muestra cómo cosas tales como la anticoncepción, la esterilización y las uniones homosexuales, intrínsecamente estériles como son todos ellas, tienen su atractivo: el “sexo” sin consecuencias. Y el sexo sin consecuencias conduce a la reproducción fuera del útero, a los laboratorios.

Y aún más, sería bueno sacar a los niños fuera del contexto personal de madres, padres y familias. Debemos ponerlo en manos de la “ciencia” y del estado, en granjas de bebés, donde se puedan tratar “racionalmente”.

De esta manera, los números y tipos de niños podrían ser más fácilmente regulados por el Estado. Con tecnologías in vitro y otras tecnologías adicionales de fuera del útero, esto parece factible.

Los pobres deben ser sacados de su contexto no enriqueciéndolos, sino reduciéndoles sus capacidades reproductivas y la manutención para los niños “no deseados”.

El aborto no es tan sólo un “anticonceptivo sustituto”, sino una operación necesaria para librarnos de cada niño “no deseado” o “no autorizado”. China e India ya iniciaron este camino.

La conexión directa entre las teorías de la primacía de la tierra y el brutal control de los seres humanos a través del aborto, la esterilización y la eutanasia, simplemente no puede evitarse.

La religión sin “dios” indica a quién se le exigirán sacrificios, por lo que la reducción de la población mundial se convierte en un “sacrificio sangriento” en nombre de la tierra y su conservación.

Desde 1980, el mundo ha sido testigo de 1.3 mil millones de abortos. Ahora vemos que los fetos abortados se utilizan para fines comerciales.

Estas bárbaras operaciones son vistas como “sacrificios sangrientos necesarios” para el bienestar de la “diosa” tierra.

La noción de que las personas humanas individuales de nuestra especie tienen una dignidad trascendental ya no se sostiene más. Es lo que consideran causa de nuestros problemas ecológicos.

Así es como tenemos algo más grande que el hombre. No es “Dios” ni un “dios”. Es la misma tierra vista como nuestro único fin mientras flota alrededor del Sol, con aproximadamente mil millones de habitantes, sin ningún otro propósito que seguir adelante funcionando ella misma con “recursos disponibles” limitados.

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