En esa cadena, ¿cuál es mi responsabilidad? ¿Cuál la de otros? ¿Ha sido una casualidad? ¿Puede evitarse un daño futuro?
Por: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net
Un pinchazo en la rueda del coche. Un volantazo. El golpe. Ida al hospital. Una semana en reposo. Tiempo para reflexionar.
Pensamos en lo ocurrido. ¿Por qué aquel pinchazo? Quizá se pudo haber
evitado con una revisión a tiempo en el mecánico. O tal vez alguien dejó un
objeto puntiagudo en la carretera.
Empezamos a buscar causas y consecuencias, responsabilidades y medios
para prevenir algo parecido en el futuro.
Muchas veces vemos la vida como una cadena de hechos. Lo que pasa hoy se
explica por lo que pasó ayer y prepara lo que ocurrirá mañana.
En esa cadena, ¿cuál es mi responsabilidad? ¿Cuál la de otros? ¿Ha sido
una casualidad? ¿Puede evitarse un daño futuro?
Duele constatar cuando uno inició una cadena de eventos negativos. Al
revés, sentimos alegría si dimos el primer empujón a una cadena de hechos
positivos.
Entonces, ¿qué voy a decidir ahora? ¿Hacia dónde dirigiré mi mente y mi
corazón? ¿Cómo dar inicio a algo bueno? ¿Cómo prevenir peligros para mí y para
otros?
El mundo tiene muchos rincones de misterio que conviven con zonas de
responsabilidad. Los primeros explican tanta incerteza. Las segundas nos
abruman: mis decisiones a veces tienen consecuencias sumamente graves.
Por eso ahora, entre las muchas opciones que tengo ante mí, necesito luz
para decidir prudentemente. Una luz que viene desde la Palabra de Dios y las
luces del Espíritu Santo. Una luz que también me llega gracias a amigos
sensatos y reflexivos.
En estos momentos, inicia una nueva cadena de eventos. Pido a Dios,
humildemente, que esos eventos me hagan más bueno, promuevan la justicia, abran
la historia humana a la belleza, y nos acerquen un poco al encuentro eterno con
nuestro Padre de los cielos...
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