Un carpintero estaba a punto de jubilarse, entonces le
comunico a su jefe la decisión de dejar el negocio de la construcción, para así
llevar una vida más placentera junto a su esposa y disfrutar juntos los últimos
años de su vida. Su jefe lamento perder a su mejor empleado y antes de
retirarse definitivamente de su trabajo le pidió como último favor, construir
una casa más.
El carpintero accedió al pedido de su jefe, pero lo hizo de mala
gana.
Comenzó a construir la última casa pero no puso el cuidado ni
el esmero que durante tantos años caracterizo a todas sus obras. No observo los
detalles, la construcción se veía desprolija, y los materiales utilizados eran
de mala calidad. Una vez finalizada la casa, el carpintero invito a su jefe a
visitarla. Una vez terminada la recorrida el jefe entrego la llave de la casa a
su empleado más querido, en un acto sencillo le dijo :”Querido amigo , esta
casa es tuya, ES MI REGALO POR TODO EL ESFUERZO QUE PUSISTE EN LA EMPRESA
DURANTE TODOS ESTOS AÑOS…”. El carpintero con las llaves en sus manos y sus
ojos llenos de lágrimas, por un lado agradeció el regalo y por el otro nunca se
sintió tan avergonzado de haber cometido semejante error. Que desafortunada
manera de terminar su carrera. Si él hubiera sabido que estaba construyendo su
propia casa seguramente la hubiese hecho con mayor entusiasmo y dedicación,
pero ahora ya era demasiado tarde y no tenía otra opción que vivir en la casa
que el mismo había construido y no de la mejor manera.
Muchas veces, también nosotros construimos nuestra vida de
manera descuidada, reaccionando mal, cuando en realidad deberíamos poner
nuestra mayor dedicación. No ponemos lo mejor de nosotros en nuestro trabajo,
en nuestra familia o con nuestros a amigos, pero en algún momento tarde o
temprano, nos damos cuenta que estamos viviendo en la casa que nosotros mismos
hemos construido, si lo hubiéramos sabido antes, seguramente la habríamos hecho
diferente.
Nuestra vida es esa casa en la que cada día clavamos un
clavo, levantamos una pared o ponemos un techo, construyámosla entonces con
sabiduría, esfuerzo y dedicación.
Gálatas 6:7 dice: “No se dejen engañar: nadie puede burlarse
de la justicia de Dios. Siempre se cosecha lo que se siembra”.
Por Mario Serrano – Seguir en Facebook – Mail:
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