miércoles, 7 de enero de 2015

DE LA PRESENCIA DE LA VIRGEN MARÍA EN EL CORÁN


La Virgen María es, como vamos a ver, un personaje muy bienquisto al Corán, sobre el que, podríamos decir sin temor a equivocarnos, éste derrocha cariño.

María es mencionada en el Corán hasta en treinta y tres ocasiones diferentes, nueve veces más que su propio hijo Jesús (pinche aquí para conocer mejor el tema). A mayor abundamiento, su nombre da título en el Corán a una azora, la número 19, lo que ni siquiera ocurre con Jesús. Muchas veces, estas treinta y tres, si las comparamos con las que la figura de la madre de Jesús es mencionada por su nombre en los evangelios, a saber, doce en el de Lucas, cuatro en el de Mateo, y sólo una en el de Marcos. Esto por lo que respecta a los Sinópticos. El caso del Evangelio de Juan es singular. Juan, el más original de los evangelistas, contiene dos referencias a la madre de Jesús que ningún otro evangelista recoge: las bodas de Caná y su presencia al pie de la cruz cuando su hijo agoniza. Pues bien, este Juan que parece haber estado tan cerca de la madre de Jesús, tan cerca que, en los estertores de su propia muerte, Jesús lo convierte en hijo de su propia madre, y de tal guisa en guardián y protector de ella, (cfr. Jn. 19, 27), no la menciona en todo su evangelio ni una sola vez por su nombre, sino que se refiere siempre a ella como “la madre de Jesús”. En resumen, si el nombre de María es citado en el Corán treinta y tres veces y en los cuatro evangelios sólo diecisiete (doce veces Lucas, cuatro Mateo y una Marcos), quiere ello decir que María es citada por su nombre dieciséis veces más, el doble prácticamente, en el Corán que en todos los evangelios juntos.

Tan significativa presencia de María ha de ser, sin embargo, matizada. María, como personaje con vida propia, es nombrada “sólo” once veces en el libro santo de los musulmanes. Las otras veintidós ocasiones en las que su nombre se suscita en el Corán, lo es en calidad de apellido de su hijo, al que las más de las veces se llama “Jesús, hijo de María”, -ello ocurre en quince ocasiones-, o simplemente “el hijo de María”, -en siete ocasiones más-. De estas siete, en dos Jesús es simplemente caracterizado como “el hijo de María”, sin ni siquiera citarse su nombre, y en cinco como “el Ungido, hijo de María” (cfr. C.3, 45; C. 4, 157; C. 4, 171; C. 5, 17; C. 5, 72-75;).

En cuanto al apelativo en cuestión, “el hijo de María”, merece, cuanto menos, unos minutos de nuestra atención. En el mundo islámico, igual que en la práctica totalidad de las civilizaciones, incluídas las occidentales contemporáneas, lo normal es conocer a la persona por el nombre de su padre, patronímico, nunca por el de su madre, matronímico. Sólo en casos muy excepcionales, se registra en el mundo árabe, o en cualquier otro, la denominación matronímica, y se refiere siempre a mujeres de altísima dignidad: excepción pues, ésta que se hace con María en el Corán, que nos da idea de la egregia condición a la que el texto aludido eleva a la madre de Jesús.

Curiosamente, un evangelista, Marcos, también llama a Jesús “el hijo de María” (cfr. Mc. 6,3). Es el único que lo hace, por cierto, y eso que es, entre los evangelistas, el más frío y distante hacia la figura de María, hasta tal punto que la citada, es casi (Marcos recoge como los otros dos Sinópticos el episodio de “el verdadero parentesco de Jesús”), la única ocasión en la que Marcos se refiere a la madre del fundador del cristianismo, ya por su nombre, ya de cualquier otra manera.

Y sin más por hoy, que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos, como siempre. Tengan Vds. un feliz fin de semana.

Luis Antequera

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