....supone el estado de gracia, que es lo contrario del estado de
pecado mortal.
En el plan actual de la
Providencia, toda alma o está en estado'de gracia o en estado de pecado mortal;
con otras palabras, o está de cara a Dios, último fin sobrenatural, o está de
espaldas a Él.
Ningún hombre se encuentra en el estado puro de naturaleza, porque todos están llamados a un fin sobrenatural
que consiste en la visión directa de Dios y en el amor que se sigue a esa
visión.
A este soberano fin quedó
ordenada la humanidad desde el día mismo de la creación, y, después de la
caída, a este mismo fin nos conduce el Salvador, que se ofreció en holocausto
por la salvación de todos los hombres. Indudablemente no basta, para llevar
verdadera vida interior, el estar en estado de gracia, como lo está un niño
después del bautismo o el penitente luego de la absolución de sus pecados.
La vida interior supone además la. lucha contra todo
lo que nos inclina a volver al pecado, y una constante aspiración del alma
hacia Dios.
Pero si tuviéramos conocimiento profundo del estado de gracia,
comprenderíamos que él es no solamente el principio y fundamento de una
verdadera vida interior muy perfecta, sino también el germen de la vida eterna.
Conviene hacer en esto hincapié desde el principio, recordando las
palabras de Santo Tomás: el más ínfimo grado de
gracia santificante importa más que los bienes naturales de todo el
universo" (I-II, q. 113, a. 9, ad 2); porque la gracia es el germen de la
vida eterna, incomparablemente superior a la vida natural de nuestra alma y aun
a la de los ángeles.
Esta consideración es la que mejor nos puede hacer ponderar el precio de
la gracia santificante que recibimos en el bautismo, y que nos es devuelta por la absolución, si hemos
tenido la desgracia de perderla.
Ya desde el principio de un
tratado de la vida interior, conviene formarse elevada idea de la gracia
santificante, cuya noción olvidó totalmente el protestantismo, siguiendo a
muchos nominalistas del siglo xiv.
Para Lutero es justificado el hombre nó por una nueva vida que le es
entendida, sino por la
imputación externa de los méritos de Cristo; de modo que no es necesario que
sea interiormente transformado, como tampoco le es necesaria para su salvación
la observancia del precepto de la caridad sobre todos los demás.
Esto es simplemente desconocer en absoluto la vida interior ele que
habla el Evangelio.
Doctrina tan lamentable fue preparada por la de los nominalistas, para quienes la gracia es un don no esencialmente
sobrenatural, más que da moralmente derecho a la vida eterna; como el papel
moneda que, no siendo más que papel, da derecho, por un precepto legal, a
percibir tal cantidad de dinero.
Lo cual equivale a negar la vida
sobrenatural y a desconocer la esencia misma de la gracia y de las virtudes
sobrenaturales.
Preciso nos es para conocer el valor de un germen o semilla venir en
conocimiento de la planta que de ella ha de nacer. Para saber, por ejemplo, en el orden de la
naturaleza, el valor del germen contenido en una bellota, preciso nos es haber
podido contemplar la encina que de ella se originó.
En el orden humano, para
comprender el valor del alma racional que dormita aún en un infantillo, preciso
es entender las posibilidades del alma humana en un hombre que ha llegado al
total desenvolvimiento intelectual.
De manera semejante no nos es dado comprender el precio y valor de la
gracia santificante que reside en el alma de un niño bautizado, como en todas las de los justos, si no hemos
considerado, aunque sea a la ligera, lo que será el total desenvolvimiento de
esta gracia en la vida de la eternidad.
Preciso es considerarlo,
ilustrados por la luz de las mismas palabras del Salvador. Son. esas palabras espíritu y vida y son
al paladar más dulces que todo comentario.
El lenguaje del Evangelio, el
estilo de Nuestro Señor nos ponen en más íntimo contacto con la contemplación
que el lenguaje técnico de la teología más segura y elevada.
Nada más saludable que respirar el aire purísimo de estas cumbres de
donde manan las aguas vivas del río de la doctrina cristiana.
Publicado por Wilson f.
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