El Reino de Dios predicado e instaurado por Jesús
es universal. Es un llamado a todos los hombres, incluso a los alejados de
Dios…
Jesús
comienza su predicación proclamando la Buena Nueva: -El tiempo se ha cumplido y
el Reino está cerca; convertios y creed en la Buena Nueva. (Mc. 1, 14-15) ¿En
qué consistía la Buena Nueva? El Reino de Dios que Jesús instaura con su vida y
con su muerte redentora, es la Buena Nueva. Pero esa Buena Nueva tiene también
otro significado para los hombres de la época de Jesús y de todas las épocas:
la salvación es universal. Todos los hombres pueden pertenecer al Reino de
Dios. Los israelitas tenían conciencia de ser el pueblo elegido; los demás eran
paganos, idólatras, pecadores, «alejados de Dios» Jesús enseña una verdad nueva
para ellos: Todos los hombres son predilectos de Dios. Todos pueden pertenecer
al nuevo Pueblo de Dios. A los israelitas les costó entender esa nueva verdad,
la Buena Nueva.
También
les costó entender que Jesús fuese amigo de pecadores. Consideraban que quien
se apartaba de Dios por el pecado -por no cumplir la ley mosaica- se convertía
en «alejado de Dios» por propia voluntad. Y Jesús dice: «No he venido a salvar
a los justos, sino a los pecadores» No excluye la alegría por un justo que está
cerca de Dios, pero afirma: «Habrá más alegría en el cielo por un solo pecador
que se arrepienta que por noventa y nueve justos que no tienen necesidad de
penitencias» (Lc. 15, 7)
El Reino
de Dios predicado e instaurado por Jesús es universal. Alcanza a todos, también
a los alejados de Dios. por propia voluntad o por ignorancia de la palabra de
Dios salvadera. Así lo enseña a sus discípulos. Estos lo aprenden y después de
la Ascensión llaman a todos los hombres a la conversión.
Jesús
había predicado el alcance universal del amor: Nadie está excluido del amor de
Dios. Había proclamado el mandamiento nuevo, que selló con la entrega de su
propia vida, por la salvación de todos los hombres. Los Apóstoles, los
discípulos y los cristianos, siguiendo el ejemplo del Señor, procuran con la
llamada a la conversión; que a todos llegue el amor divino: deben mostrar con
sus vidas, el amor de Dios a todos los hombres. Así se cumplirá en todos la
Buena Nueva: Dios ama al hombre aunque esté «alejado de Dios»
LA PREDILECCIÓN POR LOS POBRES Y
MARGINADOS
A veces
los hombres, también los cristianos, alejamos a otros de Dios con nuestra
conducta desordenada, con nuestra falta de amor al prójimo, que es falta de
amor a Dios. Y porque sufren, lloran, padecen persecución e injusticia y
violencias de todo tipo, se sienten solos, como alejados de Dios. Creen que
Dios está tan lejano, que no se acuerda de ellos. Se sienten pobres y
marginados. Y lo son. Otras veces, son los propios hombres quienes se
empobrecen y marginan: Ponen su corazón en los bienes materiales, y éstos no
les dan felicidad; se dejan llevar de las pasiones sin freno, y se convierten
en esclavos. También ellos acaban alejados de Dios, a quien no sienten ya
cercano a sus vidas y personas.
Jesús se
compadece de todo el que sufre, sea cual sea la causa de su sufrimiento. Pero
algunos sufrimientos provienen de culpas del hombre. Así, la prisión
justificada, la enfermedad adquirida por la mala conducta, las mutilaciones
provenientes de la imprudencia, la pobreza resultante del despilfarro,
etcétera. Aunque Jesús ame al que sufre, no alaba esas conductas pecaminosas,
que son causa de los citados sufrimientos. Al contrario, las censura y critica.
La Iglesia y los que en ella tienen misión de enseñar, hacen lo mismo que
Cristo. Harían mal si dejaran de censurar esas conductas pecaminosas.
… Y los
pobres son evangelizados.
A pesar
de estas recientes enseñanzas de la Iglesia, en nuestros días se enseñan
doctrinas sobre Jesucristo que se apartan de la Tradición y enseñanzas de
siglos, y que tratan de interpretar el Señor en función de doctrinas
filosóficas, sociológicas e incluso políticas. Para un cristiano fiel, para un
creyente en Jesucristo, el camino es claro: seguir la enseñanza de la Iglesia y
no las opiniones particulares de algunas personas o grupos de personas.
Explicación
racional del dogma cristológico
Es
importante advertir qué cuando los teólogos han dado explicaciones de los
misterios de la fe, que han sido aceptadas por la Iglesia como ortodoxas, no
debe entenderse que se han «explicado» esas verdades, como se explican las
físicas o matemáticas, porque son verdades superiores a las naturales y, por
tanto, a nuestra razón. Solo hay que entender que se explica de algún modo,
analógico e imperfecto, la no irracionalidad de esas verdades.
Para
explicar el misterio de Cristo con brevedad podemos resumir la verdad sobre
Jesús en dos proposiciones:
1.ª En
Jesucristo, que es Dios y hombre, hay dos naturalezas: la divina y la humana.
2.ª En el
Hijo de Dios hecho hombre no hay más que una persona, y ésta es divina.
El gran
avance filosófico y teológico que permitió explicar esta verdad con precisión,
alejando las malas interpretaciones, fue la distinción entre naturaleza y
persona.
Naturaleza:
Explica lo que algo es. Responde a la pregunta: ¿Qué es? Así el hombre es un
animal racional, un triángulo es una figura geométrico de tres lados. Cada uno
de los seres creados tiene su naturaleza.
Persona:
Indica un sujeto existente. Responde a la pregunta: ¿Quién es? La persona es un
ser concreto, distinto de los demás, único e irrepetible, que puede parecerse
mucho a otros por poseer la misma naturaleza, pero que es distinto en su
personalidad. Lo característico de la persona es ser un individuo racional.
El misterio
de Jesucristo consiste en que en Jesús se dan dos naturalezas: la divina y la
humana, en una sola persona, la divina. Sólo así se puede explicar la vida de
Jesús.
Las
acciones humanas provienen de su humanidad perfecta. Las acciones milagrosas
provienen de su divinidad. Al mismo tiempo, Jesús es un único ser, porque es
una sola persona. Su persona divina posee la naturaleza divina desde toda la
eternidad y es de la misma sustancia que el Padre y el Espíritu Santo. Esa
misma persona eterna asume la naturaleza humana en el tiempo, en las entrañas
de Santa María Virgen, que concibe por obra del Espíritu Santo. El modo de
unión de las dos naturalezas se llama unión hipostática o persona¡, muy
superior a cualquier otra forma de unión.
Resumiendo
esta doctrina se puede afirmar
l.ª
Cristo tiene dos naturalezas; la humana y la divina. Por ello es perfecto Dios.
Jesús es, pues, «consustancial al Padre en cuanto a la divinidad» Pero también
es perfecto hombre, y por ello es «consustancial con nosotros en cuanto a la
humanidad, semejante en todo a nosotros excepto en el pecado»
2.ª Las
dos naturalezas están íntimamente relacionadas, pero son independientes. El
Concilio de Calcedonia lo expresa diciendo que están -sin confusión, sin
cambio, sin división, sin separación en la persona de Cristo.
3.ª
Cristo es una sola persona. Cuando Cristo actúa es uno solo el que actúa. Unas
veces actuará según la naturaleza humana, otras según la divina. La unión entre
lo humano y lo divino es muy íntima. A través de esta unión la divinidad
santifica a la humanidad y la eleva a una altura única.
4.ª
Cristo preexiste antes de todas las cosas: La segunda persona de la Santísima
Trinidad es eterna por ser Dios, por eso Cristo preexiste a todas las cosas, y
por ese poder nos salva. San Pablo dirá: «porque en El fueron creadas todas las
cosas del cielo y de la tierra, las visibles y las invisibles» fuego añade:
«Todo fue creado por El y para El» (Col. 1, 13-20) Por eso Jesús puede decir
con verdad «antes de que Abrahán fuese, yo soy» (Jn. 8, 58)
5.a
Cristo es semejante a los hombres en todo menos en el pecado: Porque las
acciones las ejecuta la persona, y pensar que la persona divina puede pecar es
absurdo.
«El que
me ha visto a mí, ha visto al Padre» (In. 14, 9).
Pbro. Dr.
Enrique Cases
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