Esa es la pregunta que me hice
cuando el párroco de Carrión de los
Condes me pidió ir a dar el pregón de apertura de la Semana
Santa en su ciudad.
Para ser sincero no me fue fácil
prepararlo, pues no me veía yo de pregonero.
Luego de mucho rezar, pedir
consejo a todo el que pude (hasta a un obispo palentino por aquello de ser del
lugar) y ver otros pregones por Youtube
llegué a la conclusión de intentar hacer lo que sé hacer y hago en Alpha:
predicar el kerigma. Al fin y al
cabo es lo que el párroco quería, y tendría que ser algo muy normal en la
Iglesia.
Llegado el momento, el sábado
pasado, salí a hacer el pregón y la acogida de la gente fue muy positiva. Más
de una persona se me acercó a felicitarme diciendo “por fin un pregón que dice lo que hay que decir en
Semana Santa”.
Yo no sé qué tal pregonero
resulté, lo que sí sé es que el párroco acabó contento, los feligreses y
cofrades también; queda la duda de si a alguien le sirvió para suscitarle una inquietud acerca
de lo que se vive en Semana Santa.
Salvando la autocita, aquí va el
texto del Pregón. Quien sabe, igual inauguramos un nuevo género, ahora que es
el año de la Fe y la Nueva Evangelización, de PREGONES KERIGMATICOS DE SEMANA SANTA.
Al fin y al cabo son para eso,
pues se debería poder compaginar la cultura y el arraigo popular con una
conciencia clara de lo que se celebra…
PREGON DE SEMANA SANTA CARRION DE LOS CONDES 2013
Queridos vecinos, ciudadanos y
visitantes como yo de Carrión de los Condes que se han acercado a celebrar esta
Semana Grande llena de tradición con su bella y arraigada sobriedad castellana.
Permítanme empezar por lo primero
que hace todo el mundo encargado de pregonar, saludando y agradeciendo a los
presentes quienes lo han invitado, pero me tomaré la licencia de hacerlo de una
manera distinta:
Gracias , en primer lugar, a Dios
Padre que nos hizo y al Espíritu Santo que se derramó sobre nosotros, pues son
ellos junto con Jesús quienes un día pensaron que hoy estaríamos aquí, en
Carrión de los condes, celebrando la Semana Santa.
Gracias a Nuestro Señor
Jesucristo, que nació, murió y resucitó por nosotros hace ahora ya más de 2000
años, y es la razón primera por la que estamos aquí reunidos para celebrar la
Semana Santa. Es su fiesta la que celebramos y su paso entre nosotros el que me
toca pregonar.
Gracias también a su madre la
Virgen María, a quien queremos y veneramos porque ella fue quien nos trajo a
Jesús. Y no sólo eso, sino que Jesús nos la dejó como madre para cuidar de
nosotros, y por eso en estos días la acompañamos en su particular semana de
pasión, pues recordemos que ella fue quien estuvo a los pies de la Cruz con
Jesús.
La Semana Santa empieza por
ellos, y lo que se vive en ella sólo tiene sentido si se entiende que es su
semana tanto como la nuestra, pues lo que Jesús vivió podemos actualizarlo
nosotros hoy en día.
Gracias por tanto también a la
Iglesia, pues fue quien hizo de lo vivido en Jerusalén en el año 33 lo que
vivimos hoy. Gracias a que hubo un San Pedro, y unos apóstoles, que guardaron
la memoria de lo que hizo Jesucristo y esparcieron la semilla por todo el
mundo.
Gracias a que tantos otros como
San Pablo que no conociendo al maestro en persona dejaron todo y se dedicaron a
ser cristianos por el mundo, anunciando que Jesús nació, murió y resucitó por
nosotros.
Gracias a los cristianos que nos
precedieron y nos ven desde el cielo, gracias a quienes mantuvieron la
tradición recibida de padres a hijos, de generación en generación para llegar
hasta nosotros.
Gracias también a quienes hacen
posible la Iglesia hoy en día, a todos los bautizados que forman parte de ella,
a los laicos, los consagrados y los pastores que forman el Pueblo de Dios.
La memoria de la SEMANA SANTA de
Jesucristo vive en todos ellos, vive en todos nosotros, y por eso estamos hoy
aquí reunidos en su nombre.
Esta historia inmemorial se ha
encarnado en la historia, y también debemos recordar a quienes un día hicieron
posible una España cristiana, a quienes debemos nuestra historia también.
Desde los prerromanos vacceos, a
la romana Lacóbriga en los tiempos de San Zoilo cuyas reliquias vinieron a
reposar aquí, hasta llegar a los tiempos cristianos de la Edad Media cuando
Carrión de los Condes fue una de las ciudades más importantes de los reinos
cristianos y en ella se celebraron cortes y sínodos.
En esos tiempos los carrioneses
levantaban iglesias, hospitales de peregrinos, y monumentos a la Virgen y al
Señor, que ya llegan hasta nuestros días.
Son las huellas de un pasado que
brilló con esplendor en el Siglo de Oro, y con el renacimiento y barroco hizo
de esta tierra de Castilla, tierra de Campos, una referencia cultural y
artística, y que entronca hasta nuestros días haciendo de esta Villa un lugar
de peregrinos, turistas y amantes del buen comer.
Pero el pasado no queda ahí, en
pasado, pues la historia siguió viva, transmitiéndose de carrionés a carrionés,
de padres, a hijos, a nietos y vuelta empezar. De eso saben bien los cofrades
que atesoran la tradición de sus mayores, y lo mismo tantos que sienten esta
ciudad como suya porque la llevan en lo profundo de su ser.
Son las huellas de un pasado que
ha engendrado un tesoro de cultura y tradición, pero cuyo tesoro más valioso es
aquel al que apuntan las edificaciones, las pinturas y las imágenes de este
bello lugar de Castilla que no es otro sino LA FE del pueblo donde nacieron y
se construyeron tantas obras de arte.
Y esta fe nos remonta otra vez a
Jesucristo, por quien estamos hoy aquí para celebrar lo que pasó hace dos mil
años y pasará en estos días de Semana Santa.
Permítanme por tanto, dar gracias
a sus mayores, a sus antecesores, a todos los que hicieron la historia de este
lugar y por tanto a sus hijos, los carrioneses de hoy en día que configuran las
gentes de esta ciudad. Se sientan parroquianos o no, todos son hijos de Carrión
y son por tanto quienes invitan a todos los a disfrutar de esta Semana Santa
tan especial.
Gracias en particular a todas las
asociaciones y cofradías que con esmero y tesón preparan esta Semana con anhelo
durante todo el año, y dan lo mejor que tienen. Gracias también a la coral y a
todos los parroquianos que nos prestan su hogar, sus templos, sus imágenes
transformadas en pasos que muy pronto comenzarán a procesionar.
Gracias también a sus
autoridades, aquí presentes. Son tiempos donde no está de moda ser autoridad,
pero como cristianos recordamos lo que precisamente dijo Jesucristo en esta
Semana de Pasión, que nadie tiene autoridad si no le es dado de lo alto, y a
ellos les debemos el respeto, el apoyo y nuestras oraciones para que cumplan
con su labor, pues la suya es una responsabilidad muy grande de la que algún
día tendrán que dar cuenta también.
Gracias en último lugar a nuestro
párroco, don Julio José, amigo mío personal y quien me ha embarcado en esta
aventura de pregonar, que quiere ser servidor de todos en este lugar.
Yo, que soy nuevo en esto de
pregonar, me pregunto si acaso ésta no es la mejor manera de empezar, pues
muchas veces damos gracias a tanta gente, empezando por los importantes, y nos
olvidamos del más importante que no es sino AQUEL CUYA SEMANA SANTA VAMOS A
CELEBRAR.
Y es que para un cristiano los
últimos son los primeros y los primeros son los últimos, y DIOS, Jesucristo
mismo, se puso el último para ser muerto y humillado como uno más, pero DIOS lo
exaltó resucitándolo de entre los muertos y dándonos vida a todos.
En todo pregón toca exaltar y
alabar la tradición, la cultura, los pasos, y todo el saber popular, y yo no
quisiera hacerlo sin antes explicar cuál es el meollo de la SEMANA SANTA, el
corazón de lo que se va a celebrar.
Podría hablar de la Iglesia de
San Andrés, de la Ermita de la Cruz, de la Iglesia de Santa María donde estamos
ahora congregados.
Podría enumerar tantas
impresionantes tallas e imágenes que van a procesionar estos días: El Santo
Sepulcro, NªSª de la Soledad, Nª Señora del Rosario la antigua.
Quien no admira y venera el
“Santo Cristo de la Cruz” el “Cristo del Amparo” “La Santa Vera Cruz” o se
estremece ante “La borriquilla” “La oración del huerto” ”los azotes” o “El
descendimiento” Quien no le ha rezado a ”Nuestro Padre Jesús Nazareno” a la
“Dolorosa de la Cruz” al “Bendito Cristo Crucificado” a la “Virgen de la
Piedad” o a “Nuestra Señora de las Angustias”.
Pero quizás conozcan la historia,
a buen seguro fruto de la leyenda, de aquel cura que preparaba el Corpus
Christi con absoluta dedicación. Durante meses preparó la custodia, los
manteles, las guirnaldas, la banda musical. Todo era un afán por tener las
flores más hermosas y tapizar los suelos a la perfección. Cada detalle, cada
ornamento litúrgico, y por supuesto también la procesión y todos sus
integrantes. Todo un despliegue y un trabajo para poder salir en procesión a
mostrar el Cuerpo de Cristo, el CORPUS CHRISTI, en la custodia para maravilla,
alabanza y reverencia de la población.
Llegó el esperado día, y con toda
la procesión, salió el esforzado cura llevando a pulso y sudor la hermosa
custodia. Y la gente admirada por aquellas galas, deslumbrada por tanto boato y
tanta fiesta, y encantada de sus tradiciones no se percató de que faltaba algo
de lo que sólo un niño se percató.
Mamá, dijo el pequeño, ¿por
qué la custodia está vacía y no tiene nada dentro?
Y es que el esforzado cura se
había olvidado lo más importante de toda la fiesta, que no era sino poner la
oblea de pan consagrado, el verdadero CUERPO DE CRISTO SACRAMENTADO, en la
custodia que todos admiraban.
Leyenda o realidad, lo cierto es
que para CELEBRAR LA SEMANA SANTA, para PROCESIONAR y DISFRUTAR DE ESTAS
FIESTAS, nada mejor que vivirlas cristianamente y acompañando al verdadero
Señor, a Jesucristo mismo, en el trance que el pasó.
Y para eso hay que entender la
Semana Santa, para no dejarse lo más importante en el tintero, y para eso hay que
entender lo que pasó hace dos mil años, y para eso hay que escuchar una vez más
el primer pregón Pascual que se hizo en la historia, al pie del sepulcro y que
esta semana se volverá a repetir.
Permítanme contarles una historia
más, ya que hablamos de fe, de arte y de tradición. El año pasado conocí a un
escultor muy singular. Se llama Etsuro Sotoo, y es un escultor japonés que fascinado por las obras del arquitecto Gaudí llegó a España para trabajar en la que
consideraba la obra de arte más sublime en la que puede trabajar un escultor,
que no es otra que la iglesia de la Sagrada Familia de Barcelona.
Contaba Etsuro Sotoo cómo pronto
llegó al punto en el que no podía continuar el trabajo que estaba haciendo.
Como oriental, no entendía lo que GaudíI quiso hacer con la Sagrada Familia y
como escultor se sentía frustrado al no poder interpretar correctamente el
trabajo escultórico que tenía que hacer.
Su crisis llegó a una solución
cuando se dio cuenta de que para entender a Gaudí tenía que mirar con los ojos de
Gaudí. Y para construir la Sagrada Familia, para esculpir sus esculturas, tenía
que entender las mismas de la misma manera que las entendía Gaudí.
Y por eso se convirtió al
cristianismo, para poder ver con los ojos de Gaudí y por fin entender la
Sagrada Familia como esa magnífica catequesis de la creación, que nos habla de
la Historia entera de la Salvación de la humanidad y de la Iglesia.
Yo quisiera en este pregón
invitar a todos los presentes a ver la SEMANA SANTA con los ojos de los
artistas que hicieron los pasos y a sentirla con el corazón de fe que la
sintieron sus mayores desde tiempo inmemorial.
Y esos ojos y esos corazones
miraban a Jesucristo pues pretendían con la SEMANA SANTA sentirse más cerca y
participar de lo que pasó hace dos mil años en Jerusalén.
Empezando por la entrada
triunfante de Jesús en Jerusalén en una borriquilla, como se dice aquí, que
celebramos hoy y mañana, para entrar en esos días santos en los que Jesús
padeció por nosotros para resucitar por nosotros también.
Todos sabemos lo que es la Semana
Santa, que hoy se celebra la Vigilia del Domingo de RAMOS, y que hay tres días
grandes, el TRIDUO PASCUAL, en los que se pasará de la Última Cena del Jueves
Santo, al momento de Crucifixión con la celebración de la Muerte del Señor el
VIERNES SANTO, a la gloriosa vigilia de RESURRECCION del SABADO SANTO POR LA
NOCHE Y DOMINGO DE RESURRECCION.
A todos estos momentos se
corresponden unas procesiones, y también existen esos tres días más olvidados,
LUNES MARTES Y MIERCOLES SANTO, donde Carrión y sus cofradías se precian de
tener también procesiones.
Habrá misa todos los días,
momentos de devoción, y el jueves comenzaran los oficios del triduo con la
celebración de la cena del Señor.
Ese jueves se retira el santísimo
y se prepara el monumento, que en muchos lugares se vela toda la noche y en
otros tantos se visita haciendo la tradicional visita a los monumentos entre la
medianoche del jueves y la mañana del viernes cuando se celebra el único día al
año sin MISA. Jesús Muere en la Cruz y el mundo se queda sin Eucaristía hasta
la resurrección.
El viernes el Sermón de las 7
palabras, por la mañana, y el sábado día de espera hasta la VIGILIA PASCUAL DE
LA NOCHE donde se celebra el milagro de la Resurrección.
Ese es el otro PREGON, EL PREGON
DEFINITIVO; EL PREGON PASCUAL QUE OIREMOS CANTAR EN LA PUERTA DE LA IGLESIA,
QUE ANUNCIA LO QUE HA PASADO PARA TODA LA HUMANIDAD.
Y a todo esto que ocurre en la
Iglesia corresponde una Procesión que ocurre fuera. Procesiones de fieles y
cofrades, que juntos evocan y ayudan a poner la mirada en lo que ocurrió en
Jerusalén. Procesiones solemnes y castellanas, donde sobriedad y belleza se
juntan para traslucir es espiritualidad tan propia de estos lugares.
Permítanme enumerarlas:
“Procesión de la Entrada Triunfal
de Jesús en Jerusalén” el domingo
“Procesión Penitencial del Santo
Cristo del Amparo” el lunes
“Procesión del Ecce Homo” el
martes.
Viacrucis penitencial portando el
Bendito Cristo Crucificado el miércoles.
Procesión de la Oración del
Huerto el jueves.
Procesión del Santo entierro y la
Soledad de María el viernes.
Procesión del Encuentro y del
Rompimiento del Velo.
Y todo esto ocurre mientras se
celebran oficios y devociones en Santa María del Camino, las Carmelitas
Descalzas, Las Clarisas, la Residencia de NªSª de las Mercedes, la Ermita de la
Cruz, y la Iglesia de San Andrés.
Toda una producción popular,
bendita tradición popular, donde vuelcan su alma y su esfuerzo tantas personas
desde hace años incontables.
Ahora bien, si por casualidad
algún profano nos preguntara qué celebramos en SEMANA SANTA, ¿qué respondería
un creyente?
Porque más allá de lo hermoso de
nuestras tradiciones, y de la belleza de la liturgia, hay una HISTORIA de UNA
PERSONA QUE OCURRIO Y SIGUE OCURRIENDO HOY EN DIA.
Se llamaba Jesús, hijo de María,
y también de José su padre como hoy dirían no biológico y antes decían putativo
de donde viene el sobrenombre Pepe. Dicen los evangelios que este Jesús pasó
haciendo el bien, curando toda dolencia, trayendo algo que la gente necesitaba.
Él se atrevió a declararse el
CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA que todo hombre busca.
Él nos dijo que era la Luz del
Mundo, y de Él se dijo que los suyos no lo recibieron.
Fue el único hombre de la
historia cuyo nacimiento y muerte fue predicho por los profetas al detalle
cientos de años antes de su nacimiento.
Fue el único hombre en la
historia cuyo propósito en la vida era morir, pero no por cualquier causa. Él
dijo que vino para darnos vida y dárnosla en abundancia.
Y si necesitábamos Vida era
porque el mundo sin El andaba en tinieblas, esas tinieblas que todos conocemos
y en alguna medida experimentamos causadas por el pecado y el egoísmo de los
hombres. La muerte, la enfermedad, la guerra, la separación, el odio…todo
aquello que nace del corazón del hombre y que mancha a la persona, haciéndola
incapaz de amarse, amar a los demás y ser amado en su totalidad.
Y Él nos dijo que vino a
liberarnos de todas nuestras esclavitudes, de nuestros pecados y miserias. De
todo aquello en definitiva que nos roba la felicidad.
Pero no lo venía a hacer de
cualquier manera. Lo haría dando su vida en rescate por todos, de manera que él
cargara con nuestras culpas para hacernos libres.
El, el hijo de Dios, sin pecado,
hecho víctima como tantas víctimas y como todas a la vez.
Su palabra era que moriría y
resucitaría al tercer día. Y no sólo eso, sino que estaría con nosotros hasta
el fin de los tiempos.
Y así lo atestiguan los que lo
conocieron, y los que le siguieron y así una multitud de testigos que llegan
hasta nuestros días.
Nos habíamos separado de Dios
libremente, y Dios en su infinita misericordia nos envió a Su propio hijo para
darnos la libertad que anhelábamos y habíamos perdido…
Y muriendo restauró nuestra vida
y nos abrió las puertas del cielo de una vez para siempre, de manera que
muriendo con él hemos resucitado con Él.
Y precisamente este es el
misterio de la Semana Santa.
Aquello que ocurrió afectó a toda
la humanidad, cambiando la vida de todos aquellos que quieren abrirse a Él.
Y Jesucristo nos invita
precisamente a morir con él, para resucitar con él en la vigilia del sábado
Pascual.
Quizás esto suene a teología, o a
sermón incomprensible de los que tantas veces se oyen en las Iglesias… pero es
una verdad tan grande, que en ella se resume toda la historia de la humanidad.
Todo empieza hoy vigilia del
Domingo de Ramos, con una entrada triunfal a lomos de una borriquilla que
presagia una SEMANA DE PASION.
Y tenemos un asiento de honor,
pues JESUS como dice San PABLO “me amó y se entregó por mi” (Gal 2,20), te amó
y se entregó por ti.
Por mis pecados, por mis luchas,
mis amarguras, mis fracasos, mis sinsabores. Por todo aquello que me quita
vida. Por todo aquello que no me deja ser feliz.
Y en Él es posible ser feliz….si
morimos con Él…porque resucitaremos con El.
Este es el misterio de la Semana
Santa, su verdad más profunda, su razón última: QUE JESUS VIVE HOY Y SE QUIERE
ENCONTRAR CONTIGO TAMBIEN.
Yo le pido a Dios, y a buen seguro
el párroco también, que esta sea una SEMANA SANTA Grande y vivida en lo más
profundo para todos los habitantes de Carrión.
Que todos los que participan en
ella, los que cuidan de las cosas para que salgan bien, los que llenan las
calles y las iglesias puedan empezar por lo primero, que es Dios mismo, y
descubrir esa maravillosa historia de Salvación que también es la historia de
Carrión y nos ha llevado a todos precisamente aquí en el día de hoy.
Y empezando por lo primero,
poniendo a Dios en su sitio, lo maravilloso es que nosotros las personas
hallamos nuestro verdadero lugar. Porque no es lo mismo un mundo en el que DIOS
es DIOS a un mundo en el que ante el vacío y la falta de DIOS, yo mismo tengo
que hacer de DIOS y la triste realidad es que no llego.
Con DIOS en su sitio se entiende
la Semana Santa, se entiende la tradición, se entiende la historia de este
lugar, se entiende la hermosura de lo que se proclamará en las calles y la
poderosa llamada ancestral que hace que todos quieran ser parte de la Semana
Santa en Carrión.
Con Dios en su sitio se entiende
la historia viva de los pasos, las maderas, las tallas y las figuras que van a
desfilar por vuestras calles.
Con Dios en su sitio se puede
encontrar uno con la historia de sus abuelos y de sus tatarabuelos y cuantos
los precedieron, y comprender el alma de un lugar que fue edificado en torno a
una vivencia extraordinaria de cristiandad.
Con Dios en su sitio se puede
soñar, se puede volar alto, y se puede descansar, porque El guía nuestros pasos
y como Padre quiere lo mejor para ti.
Con DIOS en su sitio en
definitiva, nos podemos entender a nosotros mismos y salir de ese galimatías de
vida que muchas veces nos hemos montado en sustitución de Dios.
Esa es la Semana Santa de verdad,
y esa es la Semana Santa que anuncio en este pregón inaugural.
Y como en la Iglesia andamos de
estreno, con nuevo Papa que no cesa de arrancarnos sonrisas y sacarnos de
nuestra comodidad, no quisiera terminar sin citar unas palabras de una carta
que de cardenal Francisco I escribió a sus feligreses antes de irse a Roma para
ser nombrado Papa de todos.
Son las palabras de su pastoral
para la Semana Santa a los fieles de Buenos Aires, que bien se pueden aplicar
en cualquier lugar. Dice así:
No tenemos derecho a quedarnos acariciándonos el
alma. A quedarnos encerrados en nuestra cosita… chiquitita. No tenemos
derecho a estar tranquilos y a querernos a nosotros mismos… Tenemos que
salir a hablarle a esta gente de la ciudad a quien vimos en los balcones. Tenemos que salir de nuestra cáscara y
decirles que Jesús vive, y que Jesús vive para él, para ella, y decírselo con
alegría… aunque uno a veces parezca un poco loco.
Imagínense al Santo Padre
diciendo aquí en Carrión lo mismo…no tenemos derecho a encerrarnos en nuestra
celebración… tenemos que salir afuera a gritar que Cristo vive, a decirlo con
alegría... aunque a veces uno parezca un loco.
Esa es el alma de las
procesiones, los oficios, los sermones, las visitas a los monumentos, los vía
crucis y todo lo que ocupará las calles de Carrión de los Condes en esta Semana
Santa.
Pero hay un problema, si te lo
crees de verdad, parecerás un loco a los ojos de todos los que no quieren estar
en esta sintonía. Y a veces los primeros que tachan de locos son los propios
cristianos.
Porque como decía el Papa, a Dios
le tenemos muy encerrado en nuestra “cosita chiquitita”. Quizás algunos lo
encierren el cumplimiento dominical, sin permitirle salir fuera. Quizás otros
lo hagan en su Cofradía, donde se le saca por la calle pero no se le deja
entrar. Quizás otros lo hagan cerrando físicamente las puertas de su casa y no
queriendo saber nada. También algunos habrá que lo encierren queriendo quedarse
con la fiesta y no con el santo. Y a buen seguro muchos lo encerramos también
cada vez que no somos auténticos cristianos en nuestro trabajo, nuestra
familia, nuestros planes…
Pero él no se deja encerrar, es
amigo de pecadores, de los que buscan, de los que necesitan…en el fondo, si lo
reconocemos, Él es amigo nuestro porque lo necesitamos como el que más.
La buena noticia es que es Semana
Santa, aún es tiempo de reconciliarse con Dios, aún es tiempo de pedirle que
nos sorprenda, aún es tiempo para una confesión que hace años que no llega y
para un detalle de amor y de fe tan simple como caminar al lado de un paso
ofreciéndose a morir con El para resucitar con El.
Empieza la SEMANA SANTA y pronto
será PASCUA De RESURRECCION, una Pascua que quiere ser para todos y para
recibirla sólo hace falta abrir el corazón.
Termino con la bendición de
Francisco de Asís, de quien se dice que pasó por estas tierras como peregrino
del Camino de Santiago que tanta fama y honra ha dado a Carrión a lo largo de
los siglos.
Sirva como colofón a este pregón
de inicio de la Semana Santa:
El Señor
te bendiga y te guarde;
te muestre su faz y tenga misericordia de ti.
Vuelva a ti su rostro y te conceda la paz.
El Señor te bendiga, Carrión de los condes, en esta Semana Santa 2013.
te muestre su faz y tenga misericordia de ti.
Vuelva a ti su rostro y te conceda la paz.
El Señor te bendiga, Carrión de los condes, en esta Semana Santa 2013.
José Alberto Barrera
Marchessi
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