Mi Jesús, he transitado el Camino de la Cruz.
Parece tan real y me siento tan avergonzado. Me
quejo por mis sufrimientos y obedecer el Plan del Padre me es difícil. Mi
mente, cegada por la pobreza, la enfermedad y el hambre, se torna codiciosa y
amarga en el mundo.
Muchas personas inocentes sufren tan injustamente.
Muchos nacen con defectos mentales y físicos. ¿Acaso entendemos que Tú continúas
cargando tu Cruz en las mentes y cuerpos de cada ser humano? Ayúdame a ver el
Plan del Padre en cada ocasión de mi vida diaria.
Esto es lo que hiciste, viste el Plan del Padre en
quienes te perseguían, en tus enemigos y en tu dolor.
Viste la belleza en la Cruz y la abrazaste como un
tesoro deseado. Mi mente mundana es oprimida por la injusticia y el sufrimiento
y pierdo de vista la gloria que está por venir. Ayúdame a confiar en el Padre y
a comprender que hay algo más grande detrás del sufrimiento más insignificante.
Hay Alguien levantando mi cruz para que encajen en
mis hombros, la Sabiduría Divina está en cada pequeña molestia que aqueja mi
alma cada día.
Enséñame las lecciones que se esconden en mi Cruz,
la sabiduría de la necesidad, la belleza de su variedad y la fortaleza que
acompaña la cruz más pequeña. Madre María, dame la gracia de ser otro Jesús
para mis hermanos y para verlo a Él en ellos.
Espero esta Semana
Santa, todos tengamos la Gracia del Deseo de realizar una Profunda y
Humilde Confesión Sacramental, para con ello poder vivir en gracia, esperando
confiados el Nacimiento a la Vida Eterna.
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