Es usted tan insensato que le abriría la puerta de su casa a cualquiera que llegase, y además le dejaría sentarse en la sala de estar, para convertirse en el centro de la vida de su familia, o que fuese a la habitación de alguno de sus hijos para charlar unas cuantas horas con él o con ella. Esto es, más o menos, lo que ocurre con la televisión o con las redes sociales con las que Internet les conecta a través del ordenador.
¡Algo habrá que hacer! Una “escuela de padres” ha aconsejado a sus miembros que “aprendan a manejar con sus hijos las redes sociales (Tuenti, Twitter o Facebook…) para defenderlos de los delincuentes”. Además como el exceso de tiempo dedicado a Internet abre paso a un mundo distraído y confuso por un exceso de información, y a actitudes compulsivas y ansiosas, sería una buena solución recuperar la afición por la lectura: leer enriquece interiormente y centra la inteligencia.
Los educadores saben que no es fácil que los niños o los adolescentes, obedezcan a la primera en estos temas y que rechazan las prohibiciones tajantes. Los padres con sentido educativo concluyen que la mejor preparación para que acierten por los derroteros por lo que hay que andar en la vida, y casi la única solución es haberles proporcionado una preparación moral seria, para que sean los mismos hijos los que sepan pensar y decidir: “esto me conviene o no me conviene”; “esto está bien o está mal”.
José Luis Mota
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