LOS QUE VENCEN A SATANÁS EN EL TIEMPO DEL FIN
Dios está buscando, hoy, obtener un pueblo celestial que aún viva sobre la tierra para provocar una ruptura en las líneas de defensa enemigas, a través de una fe corporativa, una fe relacional, fortalecida por el amor, con el fin de vencer a los principados y potestades, y a todos los gobernadores de las tinieblas de este siglo.
Dios está buscando, hoy, obtener un pueblo celestial que aún viva sobre la tierra para provocar una ruptura en las líneas de defensa enemigas, a través de una fe corporativa, una fe relacional, fortalecida por el amor, con el fin de vencer a los principados y potestades, y a todos los gobernadores de las tinieblas de este siglo.
Ahora bien, como nosotros sabemos, ha habido fracasos, pero una y otra vez en la historia de la era cristiana, las potestades han sido derrotadas. Todo esto fue conocido de antemano en la presencia de Dios, pero encontramos explícitamente revelado, en especial en Apocalipsis 12, que en el tiempo del fin habrá una compañía en la tierra que va a vencer al propio Satanás, en toda la magnitud de su malicia, sutileza y manifestación como enemigo de Dios y de los santos. Con todo, de ellos se dice que: “Ellos le han vencido por medio de la palabra del testimonio de ellos”.
PREPARACIÓN PARA LA VENIDA DEL SEÑOR
Muchos no han ido más allá de la idea - una idea nunca considerada seriamente - de que la Segunda Venida es simplemente un acontecimiento aislado, o un evento que, como parte de en un programa o cronograma de movimientos providenciales, va simplemente a suceder.
Muchos no han ido más allá de la idea - una idea nunca considerada seriamente - de que la Segunda Venida es simplemente un acontecimiento aislado, o un evento que, como parte de en un programa o cronograma de movimientos providenciales, va simplemente a suceder.
Cuando el reloj marque las doce horas, el Señor vendrá. Bien, “dentro de su sola potestad”, el Padre puede poner los tiempos y las estaciones; mas, cuando nosotros tocamos este asunto somos confrontados con uno de los inescrutables caminos de Dios. Hay varios de ellos en la Biblia. Reconciliar el libre albedrío y la predestinación compete a la sabiduría de Dios solamente y nosotros no podemos hacerlo. De la misma forma, está más allá de nuestro entendimiento el hecho de que un cierto estado relacionado con la voluntad de los cristianos deba sincronizar con un determinado punto del tiempo para la venida del Señor. Es, en cambio, indudable que en ambas cuestiones mencionadas arriba, la Biblia es bastante clara y enfática. El Señor vendrá en un tiempo definitivamente conocido y fijado por Él; pero, por otro lado, la venida del Señor será tanto una cuestión espiritual como cronológica. Y es en este lado espiritual de su advenimiento que la iglesia y sus maestros han sido demasiado débiles.
El hecho es que nosotros debemos movernos en dirección a Él exactamente tanto como Él se mueve en nuestra dirección. Sinceramente, al desprendernos de todo aquí, dejaremos este mundo - espiritualmente - para ocuparnos con las cosas de Cristo, esperar pacientemente y crecer en la fe. Estos son factores indispensables en relación a su venida y a nuestro caminar con Él.
Puede ocurrir que haya diferencias de opiniones con respecto a una forzada traslación de cristianos, o con respecto a que toda la iglesia sea arrebatada con ocasión de la venida del Cristo. No precisamos formular teorías o enseñanzas sobre tales cuestiones. La selectividad del arrebatamiento puede o no ser mantenida, pero de una cosa nadie puede escapar. Dios no dejó espacio para teorías aquí: Un estado espiritual de separación, responsabilidad y expectativa está invariablemente ligado al hecho de que seamos recibidos por Él en su aparición ¿Para qué razonar de otra manera y ser arrogantes en cuanto a la gracia de Dios? ¿Para qué arriesgar una falsa idea sobre la gracia, cuando Dios no nos ha dado nada que no implique una demanda positiva, nada nos ha dicho sobre tener un lugar para aquellos que no están avanzando con Él en un cien por ciento?
Nos gustaría subrayar la divina revelación de que la cruz nos separa de este mundo, de la carne, de la autoridad de Satanás y nos une a Cristo. Nos trae al terreno celestial y nos constituye un pueblo celestial, y que es por tal pueblo que el Señor vendrá.
El Señor no sólo volverá, como es lógico, sino que Él vendrá por cierta cosa específica. Es un asunto de amor. Él vendrá por su novia; pero, debe ser algo mutuo: “Aquellos que aman su venida” Siendo así, la cruz es tanto parte de la consumación como del comienzo, pues, por medio su operación en vida y en poder, el Señor vendrá por “un pueblo preparado”. Esta preparación está relacionada con la condición del corazón y no con la comprensión mental de una verdad profética.
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