La curia de Coimbra no tardó en poner el grito en el cielo con una nota de condena clara y rotunda, a la que se quiso acompañar, porque no decirlo, de una fuerte carga de autoridad con desmentido incluido de la propia vidente de Fátima.
“Para tranquilidad de tantos que al leer la documentación publicada en A Voz se han alarmado, han quedado asustados por los cataclismos que (según dice tal documentación) caerán sobre el mundo… y sobre todo para poner fin a tan tendenciosa campaña de profecías, cuyos autores, tal vez sin darse cuenta, están haciendo caer el ridículo sobre sí mismos y sobre cosas que a la hermana Lucia se refieren, la Curia diocesana de Coimbra hace públicas estas palabras de la Hermana Lucia, como respuesta a preguntas de quien tiene el derecho de hacerlas”. Y continuaban las palabras de la Hermana Lucia. “El padre Fuentes habló conmigo por ser el postulador de Beatificación de los siervos de Dios, Jacinta y Francisca Marto. Tratamos únicamente de cosas relacionadas con este asunto, por lo que todo lo demás a que él se refiere no es exacto ni verdadero”.
El texto de A Voz fue uno de entre otros muchos que empezaron a circular los primeros años de 1960. Cosa lógica. Se sabía que sor Lucia había hablado de dos fechas para publicar el texto oculto del secreto (ese llamado tercer secreto), o bien su muerte o bien 1960. La que ocurriera antes. Y como llegó 1960 con ella viva y no se publicó el texto del secreto, corrieron los miedos. ¿Por qué no se publica, qué oculta? Uno de estos textos atribuidos a sor Lucia sobre el tercer secreto, que aún hoy circula por la red, es el que publicó en 1963 la revista Neues Europa, en su número 20, de tono similar al de A Voz, pero más cargado de tintas. Puestos a ser más tremendistas que los demás hay que reconocer que se recrearon.
"Sobre toda la humanidad va a venir un gran castigo. No hoy ni mañana… Se encontrarán armas con que se pueda destruir la mitad de la Humanidad en pocos minutos… Fuego y humo caerá del cielo; y las aguas del océano se evaporarán, lanzando su espuma contra el cielo…”.
En el fondo esto no eran más que remedo de cataclismos, profecías, temores… condensados en un supuesto mensaje de María a los niños. Pero nada más lejos de la realidad. Tenía razón sor Lucia y la curia de Coimbra en poner el grito en el cielo. “Nada sé, ni cosa alguna, por tanto, podía decir sobre tales castigos, como falsamente se me atribuye” remacharía sor Lucia.
Pero el insigne padre Joaquín Alonso, aquel que el obispo de Coimbra y más tarde de Leiria-Fatima quiso retener para sí como archivero de la documentación sobre Fátima, supo aclarar las cosas. La curia de Coimbra y sor Lucia no supieron distinguir los textos espurios de la verdadera conversación del padre Fuentes con sor Lucia. La nota condenatoria erró en su juicio, confundiendo en un todo una conversación real con textos falsos. Y es que realmente hubo una conversación entre el vicepostulador y la vidente. Y realmente esa conversación recogió las ideas y sentimientos de la vidente.
¿Qué conversación fue aquella? ¿Qué se dijo?
Fue el 26 de diciembre de 1957 cuando el padre Fuentes visita a sor Lucia. El 22 de mayo del año siguiente dará una conferencia en su tierra natal, México, relatando aquella entrevista. De esa conferencia conservaba el archivero de Fátima dos textos auténticos. Y sobre estos no se pronunció la Curia ni sor Lucia. Es más, el documento de A Voz ni siquiera tenía en el padre Fuentes a su autor.
Fue el 26 de diciembre de 1957 cuando el padre Fuentes visita a sor Lucia. El 22 de mayo del año siguiente dará una conferencia en su tierra natal, México, relatando aquella entrevista. De esa conferencia conservaba el archivero de Fátima dos textos auténticos. Y sobre estos no se pronunció la Curia ni sor Lucia. Es más, el documento de A Voz ni siquiera tenía en el padre Fuentes a su autor.
Pero aquella conversación de 1957 fue real, grave y profunda. El padre Joaquín Alonso no sólo la daría por válida, sino que reafirmaría en varias ocasiones cómo se manifestaba límpido y evidente el pensamiento de la vidente. Del padre Fuentes sería el estilo narrativo, pero el fondo era sor Lucia en estado puro. Desconcierta como a más de 50 años vista cuanto diría sor Lucia se manifiesta ahora evidente y en realización. En cierto modo no tiene desperdicio, y aunque esto no es más que un extracto de aquella conversación entiendo que se respeta el total de la misma: "La encontré en su convento muy triste, pálida y demacrada; y me dijo: Padre, la Santísima Virgen está triste, porque nadie hace caso a su mensaje, ni los buenos ni los malos. Los buenos porque prosiguen su camino de bondad pero sin hacer caso a este mensaje. Los malos porque no viendo el castigo de Dios actualmente sobre ellos, a causa de sus pecados, prosiguen también su camino de maldad. Pero créame, Padre, Dios va a castigar al mundo, y lo va a castigar de una manera tremenda…
Padre el demonio está librando una batalla decisiva contra la Virgen; y como sabe qué es lo que más ofende a Dios y lo que, en menos tiempo, le hará ganar mayor número de almas, está tratando de ganar a las almas consagradas a Dios, ya que de esta manera también deja el campo de las almas al desamparo, y más fácilmente se apodera de ellas.
Dígales también, Padre, que mis primos Francisco y Jacinta se sacrificaron porque vieron siempre a la Santísima Virgen muy triste en todas sus apariciones. Nunca se sonrió con nosotros, y esa tristeza y angustia que notábamos en la Santísima Virgen, a causa de las ofensas a Dios y de los castigos que amenazaban a los pecadores, nos llegaban al alma. Lo segundo que santificó a los niños fue la visión del infierno.
Padre, no esperemos que venga de Roma una llamada a la penitencia, de parte del Santo Padre, para todo el mundo: ni esperemos tampoco que venga de parte de los señores Obispos para cada una de sus diócesis: ni siquiera tampoco de parte de las Congregaciones Religiosas. No: ya nuestro Señor usó muchas veces de estos medios y el mundo no le ha hecho caso. Por eso, ahora, ahora que cada uno de nosotros comience por sí mismo su reforma espiritual: que tiene que salvar no sólo su alma, sino salvar a todas las almas que Dios ha puesto en su camino.
Por esto mismo Padre, no es mi misión indicarle al mundo los castigos materiales que ciertamente vendrán sobre al tierra si el mundo antes no hace oración y penitencia. No, mi misión es indicarle a todos lo inminente del peligro en que estamos de perder para siempre nuestra alma si seguimos aferrados al pecado.
Padre, la Santísima Virgen no me dijo que nos encontramos en los últimos tiempos del mundo, pero me lo dio a demostrar por tres motivos:
-el primero porque me dijo que el demonio está librando una batalla decisiva con la Virgen, y una batalla decisiva es una batalla final, en donde se va a saber de qué partido es la victoria, de qué partido es la derrota. Así que ahora o somos de Dios o somos del demonio.
-Lo segundo porque me dijo que dos eran los últimos remedios que Dios daba al mundo: el santo Rosario y la devoción al Inmaculado Corazón de María.
-Y tercero, porque siempre en los planos de la Divina Providencia, cuando Dios va a castigar al mundo, agota antes todos los demás medios, y cuando ha visto que el mundo no le ha hecho caso a ninguno de ellos, entonces, como si dijéramos a nuestro modo imperfecto de hablar, nos presenta con cierto temor el último medio de salvación, su Santísima Madre. Porque si despreciamos y rechazamos este último medio, ya no tendremos perdón del cielo, porque hemos cometido un pecado que, en el Evangelio suele llamarse pecado contra el Espíritu Santo: que consiste en rechazar abiertamente, con todo conocimiento y voluntad, la salvación que se presenta en las manos; y también porque nuestro Señor es muy buen hijo; y no permite que ofendamos y despreciemos a su Santísima Madre, teniendo como testimonio patente la historia de varios siglos de la Iglesia que con ejemplos terribles nos indica como Nuestro Señor siempre ha salido en defensa del honor de su Santísima Madre”.
Padre el demonio está librando una batalla decisiva contra la Virgen; y como sabe qué es lo que más ofende a Dios y lo que, en menos tiempo, le hará ganar mayor número de almas, está tratando de ganar a las almas consagradas a Dios, ya que de esta manera también deja el campo de las almas al desamparo, y más fácilmente se apodera de ellas.
Dígales también, Padre, que mis primos Francisco y Jacinta se sacrificaron porque vieron siempre a la Santísima Virgen muy triste en todas sus apariciones. Nunca se sonrió con nosotros, y esa tristeza y angustia que notábamos en la Santísima Virgen, a causa de las ofensas a Dios y de los castigos que amenazaban a los pecadores, nos llegaban al alma. Lo segundo que santificó a los niños fue la visión del infierno.
Padre, no esperemos que venga de Roma una llamada a la penitencia, de parte del Santo Padre, para todo el mundo: ni esperemos tampoco que venga de parte de los señores Obispos para cada una de sus diócesis: ni siquiera tampoco de parte de las Congregaciones Religiosas. No: ya nuestro Señor usó muchas veces de estos medios y el mundo no le ha hecho caso. Por eso, ahora, ahora que cada uno de nosotros comience por sí mismo su reforma espiritual: que tiene que salvar no sólo su alma, sino salvar a todas las almas que Dios ha puesto en su camino.
Por esto mismo Padre, no es mi misión indicarle al mundo los castigos materiales que ciertamente vendrán sobre al tierra si el mundo antes no hace oración y penitencia. No, mi misión es indicarle a todos lo inminente del peligro en que estamos de perder para siempre nuestra alma si seguimos aferrados al pecado.
Padre, la Santísima Virgen no me dijo que nos encontramos en los últimos tiempos del mundo, pero me lo dio a demostrar por tres motivos:
-el primero porque me dijo que el demonio está librando una batalla decisiva con la Virgen, y una batalla decisiva es una batalla final, en donde se va a saber de qué partido es la victoria, de qué partido es la derrota. Así que ahora o somos de Dios o somos del demonio.
-Lo segundo porque me dijo que dos eran los últimos remedios que Dios daba al mundo: el santo Rosario y la devoción al Inmaculado Corazón de María.
-Y tercero, porque siempre en los planos de la Divina Providencia, cuando Dios va a castigar al mundo, agota antes todos los demás medios, y cuando ha visto que el mundo no le ha hecho caso a ninguno de ellos, entonces, como si dijéramos a nuestro modo imperfecto de hablar, nos presenta con cierto temor el último medio de salvación, su Santísima Madre. Porque si despreciamos y rechazamos este último medio, ya no tendremos perdón del cielo, porque hemos cometido un pecado que, en el Evangelio suele llamarse pecado contra el Espíritu Santo: que consiste en rechazar abiertamente, con todo conocimiento y voluntad, la salvación que se presenta en las manos; y también porque nuestro Señor es muy buen hijo; y no permite que ofendamos y despreciemos a su Santísima Madre, teniendo como testimonio patente la historia de varios siglos de la Iglesia que con ejemplos terribles nos indica como Nuestro Señor siempre ha salido en defensa del honor de su Santísima Madre”.
Mucho más se dijo en esa entrevista, ciertamente, pero han sido los tiempos actuales quienes han ido dando la razón, punto por punto, a la intuición y sabiduría espiritual de sor Lucia.
Cesar Uribarri
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