domingo, 15 de mayo de 2011

TU MOMENTO ESTÁ POR LLEGAR



La frustración nos invade junto con la melancolía por lo que podría haber sido, pero no te des por vencido, las promesas se cumplirán.

Durante más de cuarenta años, el custodio de la iglesia, conocido como el señor John, puso sus habilidades para arreglarlo todo, al servicio de los demás, en un pequeño pueblo.

Él y su esposa, Laverne, la secretaria de la iglesia, eran los buenos samaritanos del pueblo. No tenían mucho, pero eran las personas a las que todos acudían si había que arreglar una cerca, si el auto se dañaba o si los niños necesitaban ropa para ir al colegio.

De repente, su suerte cambió. Unos pocos años después de que el señor John y Laverne se jubilaron de sus trabajos en la iglesia, hubo un incendio en su vieja cabaña. La mitad de su hogar quedó en ruinas.

Antes de que la pareja pudiera salvar lo que quedó de sus haberes, entraron los ladrones. Arrancaron la tubería de cobre e inundaron lo que habría quedado en la casa, destruyéndolo todo.

El dinero del seguro no alcanzó para reconstruir. Eran tiempos difíciles para todos. La recesión había dejado a muchos de los habitantes del pueblo sin empleo, que se esforzaban por salir adelante. El señor John y Laverne no querían incrementar la carga de ninguno de ellos pidiéndoles ayuda.

De lo que no se habían dado cuenta era que había llegado su momento. Era su momento para cosechar las recompensas de su fe, de su bondad y de su generosidad. Después de tantos años de bendecir a los demás, les había llegado el momento de ser bendecidos.

El señor John y Laverne no tuvieron que pedir ayuda. Los amigos y vecinos simplemente llegaron uno a uno. Todos metieron el hombro, ofreciéndoles dinero, comida, muebles, ropa, un lugar donde quedarse.

Luego apareció un constructor local. Su negocio tampoco iba muy bien, pero durante los años le había ido bien construyendo casas lujosas. Jamás había olvidado que hacía veinte años, cuando era voluntario adolescente en su iglesia, había aprendido lecciones de carpintería gracias al amable señor John.

-Toda mi vida he estado esperando el momento de recompensárselo - dijo el constructor.

Fue así como consiguió un arquitecto, especialistas en techos, plomeros, electricistas, carpinteros y otras personas expertas en distintos campos para construir el nuevo hogar del señor John y Laverne, casi dos veces más grande que su antigua cabaña. Estas personas donaron su tiempo y los materiales, y recaudaron dinero para pagar lo que la compañía de seguros no cubría. Cuando la agradecida pareja, ya mayor, pasó a vivir a su linda y nueva cabaña, la llamaron "La casa que el amor construyó".

Dios sabe cómo hacer las cosas aún cuando parece que no hay cómo hacerlas. Dios ha puesto promesas en cada corazón. Tú tienes sueños y deseos, cosas que quieres lograr, situaciones que quieres que cambien. Pero, con demasiada frecuencia renuncias a esos sueños porque toman demasiado tiempo, o porque intentaste y fracasaste, o porque tuviste una desilusión, o porque alguien no te trató bien.

Tal vez te has vuelto conformista. Tal vez no estás buscando lo que Dios ha puesto en tu corazón. Pero quiero animarte a que atices de nuevo tu fuego. Debes estar lleno de esperanza. Es posible que las cosas tarden mucho, pero Dios es un Dios fiel. Dice que no importa cuánto tiempo haya pasado, que no importa lo imposible que parezca, si no pierdes la fe, llegará tu momento.

Cada sueño que tienes en tu corazón, cada promesa que se ha arraigado, es algo que Dios no solo puso allí, sino algo que Él pretende que suceda. Quiero que tengas esta actitud:

-"Ya vendrá mi momento. Yo siempre he dado y dado. No he visto muchos resultados, pero está bien. Sé que llegará mi momento".

Tal vez realmente quieras casarte, pero no has conocido la persona adecuada. Adopta esta actitud:

-"Sé que Dios tiene el control. En el momento justo, traerá a la persona correcta. Ya llegará mi momento".
De eso se trata la esperanza, de creer que la promesa de Dios puso en ti se hará realidad. ¿Qué es lo que esperas cada día? ¿Cuál es tu actitud?
-Bien, Joel - alguien podría decir–, he orado por mi hijo desde sus cinco años. No creo que cambie jamás”.
O diría:
-Todos en donde trabajo han recibido un ascenso, excepto yo.
O inclusive:
-He intentado iniciar este negocio, pero nadie ha querido ayudarme”.

En cada una de estas respuestas, es evidente que tu tienda está levantada en el lugar equivocado. Debes creer en el favor y las bendiciones de Dios. Debes esperar que Dios cambie las cosas. Tienes que desenterrar las estacas, empacar tus pertenencias y trasladarte a un lugar fuera de la tierra de la decepción.

Sal de la subdivisión de "eso no ocurrirá".
Sal del pueblo de "no se puede".
Vete de la tierra de "la autocompasión
".

Deja esos vecindarios sin salida y múdate a la tierra de la esperanza, a una tierra de fe, a una tierra en donde sepas que cualquier cosa es posible, a un lugar donde sepas que tu momento está por llegar.

Pasarás por situaciones injustas. A todos nos pasa. Cuando alguien te hace mal o te va mal en algunas cosas, no cometas el error de pensar siempre en lo negativo. Son muchos los que plantan sus tiendan en el terreno de la autocompasión. Alguien nos trató mal hace un año, hace cinco, hace treinta años, y permitimos que eso envenene nuestras vidas.

Si alguien te trata mal, en vez de adoptar una actitud negativa y amargada, la tuya debe ser:
-"Solo me hicieron un favor. Me calificaron para el doble. Y creo que mi momento está por llegar. Llegará con el doble de gozo, con el doble de paz, con el doble de victoria".

Esa es una actitud de esperanza, una actitud que dice:
-"No me dejaré derrotar. Puede parecer imposible, pero sé que Dios puede hacer lo imposible. Es posible que me hayan tratado mal. No me preocupa. Sé que Dios me vengará. Puede ser que demore demasiado, pero a su debido tiempo, sé que obtendré los frutos si no me doy por vencido".

Tal vez hayas sufrido una serie de pérdidas. La vida puede parecerte injusta. Es fácil pensar:
-"Nunca va a mejorar. Esta es, simplemente, la vida que me tocó vivir".

Si te descuidas, tus pensamientos negativos te llevarán hacia una mayor negatividad. Se comienza por una situación injusta y luego la perpetuamos manteniendo y aferrándonos a un estado de ánimo equivocado. Te pido que salgas de ese lodazal. Tal vez hayas pasado por situaciones injustas, pero nada ha terminado hasta que Dios no diga que terminó.

Dios siempre tiene la última palabra. Él es un Dios de justicia. Dios ve cada injusticia que se ha cometido alguna vez en tu contra. Ve cada situación injusta. Él hará que de todo lo malo que te ha pasado salgan cosas buenas. Él traerá justicia a tu vida.

Tu actitud debe ser:
-"Puede ser injusto. Pueden haberme tratado mal. Pero me niego a amargarme. Sé que mi momento está por llegar".

Hay una mujer en Las Escrituras llamada Noemí. Su nombre significa "mi alegría". Entonces, cuando alguien dice: "Hola Noemí", dicen: "Hola mi alegría", "Buenos días mi alegría".

En Las Escrituras Noemí pasa por una serie de pérdidas. Su esposo muere, queda desolada. Sus dos hijos mueren. Todos estos acontecimientos negativos la afectan, comete entonces el error de dejarse embarcar por la amargura. Se vuelve una amargada. Su actitud es:
-"Todos mis sueños se han destrozado. Déjenme con mi dolor y mi miseria".

Pero ese no es el plan de Dios. Claro está que es difícil soportar una época de pérdidas. Hay un tiempo adecuado para el duelo. Pero no podemos dejar que la época de duelo se convierta en un duelo de por vida. Noemí se convirtió en una persona tan amargada que realmente cambió su nombre por el de Mara; Mara significa "tristeza".

Había perdido su alegría y su esperanza, por lo que pidió que la llamaran por ese nuevo nombre. Cada vez que alguien le decía Mara, solo le recordaban su tristeza y su dolor, y eso la hacía sentir aún más derrotada.

No hay que permitir que los malos momentos cambien nuestro significado y nuestro propósito. Tal vez hayas pasado por situaciones injustas. Tal vez uno de tus sueños haya muerto. Quiero asegurarte que Dios tiene un gran plan para tu vida. Cuando se cierra una puerta, Él siempre abre otra. Debes pisar duro y decir:
-"Es posible que haya tenido que soportar mucho, pero he llegado demasiado lejos como para detenerme ahora. Me niego a dejarme amargar. Me niego a vivir una vida en negativo. Sé que Dios tiene grandes cosas para mí".

David dijo en el Salmo 27:13: "Pero de una cosa estoy seguro: he de ver la bondad del Señor en esta tierra de los vivientes". No importa qué suceda en la vida, debes tener esto muy arraigado. Tienes que creer que verás de nuevo la bondad de Dios. Debes creer que verás a Dios cambiar las cosas. Cree que lo verás abrir nuevas puertas.

Eso diferente...
Cuando sientes que te mueres, debes hablar de vivir. Cuando sientes que estás a punto de rendirte, debes hablar de luchar por seguir adelante. Cuando no ves salida alguna, tienes que hablar de cómo Dios puede hacerlo de cualquier forma. Y ten presente que: el enemigo siente que ataca con más violencia cuando sabe que Dios te tiene reservado algo excelente.

Cuando te quedas sin piso y parece que has llegado al punto más bajo de tu vida... cuando las cosas no podrían ser peores... no sabes lo que Dios pueda tenerte a la vuelta de la esquina. No es momento de amargarse. No es momento de ser negativo. Es momento de echar hacia atrás los hombros y declarar con firmeza:
-"Mi momento está por llegar. Soy un triunfador, no una víctima".

Tomás estaba solo en su bote cuando comenzó una fuerte tormenta. Su bote naufragó. Llegó nadando hasta la playa y se encontró en una isla desierta. A medida que pasaban las semanas, pensaba que en algún momento pudieran encontrarlo. Oró y oró, pero el cielo permanecía en silencio. Justo cuando pensaba que las cosas no podían ser peores, se le incendió su cabaña de techo de paja.

Tomás se quedó allí solo, llorando, viendo cómo su refugio se convertía en cenizas. Era como una lluvia de sal sobre sus heridas.
-Dios, me rindo – dijo -. Te pido que me ayudes, pero me ocurre una tragedia tras otra”.
Estaba totalmente desanimado.

Luego, como una hora más tarde, apareció el bote de un guardacostas en la playa. Tomás no podía creerlo. Estaba emocionado.
-“¿Cómo me encontraron?” - preguntó.
-“Vimos el humo de la hoguera que encendió para mandarnos una señal - le respondieron.

A veces, lo que parece una desilusión no es más que Dios que nos coloca ¡en el lugar correcto para el rescate! Tal vez sientas la derrota porque hoy se incendió tu cabaña. Pero en vez de adoptar una actitud negativa y amargada, ¿por qué no adoptar otro punto de vista? Cree en que, de alguna forma, en alguna manera, Dios convertirá las llamas en algo que para ti será una ventaja.

Tal vez tú, al igual que Noemí, pienses que tu vida está a la espera. Son tantas las cosas negativas que te han pasado y tantas las cosas que no te han resultado. Tus pensamientos negativos te dicen:
-"Esto nunca va a cambiar. Nunca va a mejorar. Nunca recobrarás la salud. Nunca serás feliz".

No creas las mentiras de "nunca". Dios te dice:

-"Tu momento está por llegar".

Tal vez esperabas que alguien te diera una oportunidad. Lo ayudaste. Contribuiste a su éxito. Pero cuando necesitaste su ayuda, no lo encontraste por ninguna parte.

Entiende que tu destino no está atado al de nadie. No te desanimes porque alguien se haya ido. No te amargues por un jefe, por un socio, por un amigo que haya recibido un ascenso y se haya olvidado de ti. No los necesitas para alcanzar el éxito. Dios ya tiene las personas correctas preparadas para que entren en tu vida. Él tiene tus conexiones divinas.

Por: Joel Osteen

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