miércoles, 25 de mayo de 2011

IGLESIA, MUJER, HOGAR



La dimensión mariana de la Iglesia. La riqueza espiritual de las labores domésticas.

En la última página de la Biblia, que lo es también de la Historia, Dios propone a la mujer como la señal que separa este mundo que acaba de aquel otro que comienza: HE AQUÍ QUE HAGO NUEVAS TODAS LAS COSAS (Apocalipsis 21, 1-5).
En toda mujer, en efecto, resplandece esta luz, siquiera levemente; ninguna puede sustraerse a este misterio. Asociada a María, toda mujer es Ianua Coeli, puerta por la que Dios y el hombre entran el uno en el otro. En cada mujer recomienza el mundo.

UNA MUJER HACENDOSA ¿QUIÉN LA HALLARÁ? VALE MUCHO MÁS QUE LAS PERLAS… (Proverbios 31, 10) = El trabajo doméstico expresa y realza admirablemente el genio femenino, pues la mujer personifica el hogar, y lo convierte en prolongación de su regazo.

Ahora bien, esto que atribuimos a la mujer en el plano de lo simbólico e ideal nos incumbe a todos en el plano de lo práctico e inmediato. Cada uno a su modo y según sus circunstancias, está implicado en esta trama de servicio, respeto y delicadeza que son las tareas del hogar. ¿Cómo responder si no a esta llamada que Dios nos dirige a través de todo corazón materno? ¿Cómo ingresar en el regazo de Él sin comprometerse activamente en de ella?

El frasco de alabastro está en manos de la mujer; sin embargo es responsabilidad de cada miembro de la familia el que su perfume se difunda y extienda HASTA LLENAR TODA LA CASA (cf. Jn 12, 3).

Bendito el que en ti viene a mí. Así alaba un antiguo autor a la Ciudad-Esposa, Jerusalén, en el domingo de Ramos. Aquel día Jerusalén sale gozosa a recibir a su Esperado, que llega entre vítores a lomos de un borriquillo: ALÉGRATE, HIJA DE SION, SALTA DE JÚBILO, JERUSALÉN: HE AQUÍ QUE VIENE A TI TU REY, JUSTO Y VICTORIOSO (Zacarías 9, 9).

Nosotros, ciudadanos de la nueva Jerusalén, también deseamos cantar a esta Ciudad nuestra, que es la Iglesia, donde Cristo está siempre trayéndonos su victoria: Bendito el que en ti viene a mí.

Y lo mismo exclama el varón honesto, limpio de corazón, cuando encuentra a una mujer hermosa, pues toda mujer es figura de la Iglesia: bendito el que en ti viene a mí.

Creí haberme casado con una mujer, pero me he casado con muchas. El amigo que me decía esto no es que sea polígamo, simplemente está comenzando a conocer a su esposa. Ella es como un río: incesante novedad en la permanente identidad.

Ahora te toca, le dije, remontar su curso, hasta encontrar la fuente.

¡ESTA ES LA MORADA DE DIOS CON LOS HOMBRES! (Apocalipsis 21, 3). No se anuncia aquí una mansión cualquiera, por admirable que sea, sino la definitiva: ¡ESTA ES!, ¡por fin!, ¡llegó la hora! ¿Y por qué es definitiva? Porque no se presenta como un edificio que se inaugura sino como una novia que llega, rutilante de esplendor: DESCIENDE DEL CIELO COMO UNA NOVIA ADORNADA PARA SU ESPOSO, como la enamorada que, toda ella, alma y cuerpo, está pronta y preparada para la boda. Y llegado el momento, cuando los invitados aguardan, ella se hace esperar con un secreto regocijo, pues sabe que la expectación forma parte de su adorno. Y cuando por fin hace cruza la puerta, la gente exclama: ¡ESTA ES!

¿Y quién va a ser esta mujer sino la Iglesia? Sí, sólo una mujer en el colmo de su hermosura, o sea una novia, puede simbolizar adecuadamente la morada de Dios.
Esta esposa deslumbrante, en trance siempre de llegar, está latente en toda mujer, quienquiera que sea. Y nuestro corazón siente el deber apremiante de celebrarlo: ¡ESTA ES!

De los cuatro, el evangelio más femenino es el de Lucas. En él figuran muchas mujeres, y principalmente María. ¡Cómo se nota que Lucas, investigador serio, acudió a buenas fuentes! Se pone a escribir, dice en el prólogo, DESPUÉS DE HABERME INFORMADO CON EXACTITUD DE TODO DESDE LOS COMIENZOS (Lc 1, 3). ¿Y qué comienzos? ¿dónde comienza Aquel del que se dice que fue ENGENDRADO, NO CREADO? En María. Pues aunque no fuera creado, Cristo sí fue criado: que se lo pregunte a Ella. En Ella comienza, de Ella sale, por Ella se llega. Si quieres investigar al Hijo haz como Lucas, comienza por la Madre.

Y AHÍ TIENES A TU PARIENTE ISABEL, QUE HA CONCEBIDO EN SU ANCIANIDAD… PORQUE PARA DIOS NADA HAY IMPOSIBLE (Lc 1, 36). Para ilustrar el milagro de María, el Ángel propone el milagro de Isabel: una anciana que concibe. ¿Pero por qué este milagro y no otro? Después de los prodigios grandiosos e incontestables de la Sagrada Escritura, ahora que llega la plenitud de los tiempos, ¿basta este signo tan discreto para realzar un momento tan sublime? Y sin embargo el Arcángel insinúa que es precisamente en la concepción de Isabel donde resplandece el colmo de la omnipotencia divina, sólo superada por la Encarnación del Verbo: PORQUE PARA DIOS NADA HAY IMPOSIBLE. Para Dios, en efecto, ser poderoso es ante todo ser fecundo. De ahí que, en el orden natural, la mayor gloria que puede alcanzar un ser humano es ser madre.

En el orden sobrenatural sucede algo análogo, pues no hay verdadera vocación divina que no consista en cierta forma de maternidad espiritual, más intensa que la de la carne: el celibato, la virginidad, el apostolado, la dedicación a los pobres… Habituados a valorar la eficiencia por encima de la fecundidad, los hombres nos hemos vuelto miopes para Dios.

AHÍ TIENES A TU PRIMA ISABEL, dice el Mensajero, porque tú, María, sabrás entender esta señal, que a su vez esclarece la tuya. Sólo el prodigio de una maternidad puede servir de signo para otra maternidad. De ahí ese entendimiento tácito, hondo, que se da entre las madres.

VOCACIÓN DE NIDO. = Nido no es cama, ni sofá con mullidos cojines, donde uno se amuerma perezosamente. Nido es el lugar donde se está lo justo para nacer, para crecer, y para aprender a volar: para perderle miedo a la altura, y lanzarse finalmente al cielo.

De ahí que la madre tenga vocación de nido. La mujer anida a los hijos, al marido, y a todos a cuantos ella prohíja con su amor, que no es ablandarlos con mimos y comodidades. El nido es esa rara forma de ternura que cría fortaleza, de suavidad que produce reciedumbre, de protección que incita al valor: ¡al valor de volar!

Dándole el pecho, la mujer es para su hijo cocina, cocinera, alimento y recipiente al mismo tiempo. En este gesto resplandece la majestad de la mujer. ¿Y qué son las labores domésticas sino una prolongación, en el espacio y el tiempo, de esta función estrictamente materna? ¿Qué otra cosa es un hogar sino un regazo?

Aunque al varón también incumban las tareas del hogar, porque así lo dicta la justicia y la caridad, lo cierto es que el espíritu materno lo informa todo, como el ungüento del Evangelio: LA CASA SE LLENÓ DE LA FRAGANCIA DEL PERFUME (Jn 12, 3).

¡TODO ESTÁ A PUNTO! (Mt 22, 4), exclama el rey de la parábola. ¿Y cuál es el punto de la comida? Es esa feliz combinación entre el aderezo de los alimentos, el apetito de los comensales y la disposición de los corazones. Cuando falla uno de estas tres condiciones el encanto de la comida se desvanece. La comunión a que tendía decae o incluso fracasa.

TODO ESTÁ A PUNTO. Porque esta misteriosa síntesis tiene su momento y lugar precisos, que es necesario respetar. Por eso la comida es una pedagogía de aquella fiesta de bodas que es la Iglesia, donde Dios desposa a la Humanidad. La cita es aquí, en esta vida mortal, que para el Anfitrión eterno dura apenas un instante: lo justo para aceptar y dar el paso. Para nosotros cualquier momento puede ser el decisivo: TODO ESTÁ A PUNTO, VENID

SÓLO LAS ADOLESCENTES Y LOS SANTOS ven la vida correctamente. Ellas coinciden con los santos en entender la vida como lo que es: un romance, una historia de amor.

PONGO ENEMISTAD ENTRE TI Y LA MUJER (Génesis 3, 15 ) = Aunque tiendan a complicarse más que los varones, lo cierto es que las mujeres ven antes, ven más y ven mejor que nosotros.

El diablo las odia más y las teme más porque ellas pueden más contra él.

MARIDO Y MUJER = Amarse es aprender a envejecer juntos.

No sólo os doy lo mío, sino que os lo doy condimentado, aliñado, de modo que os guste. Esto nos insinúa Dios con la parábola del domingo: HE PREPARADO MIS TERNEROS CEBADOS, EL BANQUETE ESTÁ A PUNTO: ¡el Cielo está a punto!, ¡venga, ahora, empecémoslo aquí abajo!, ¡la tierra es un aperitivo, un entrante!, ¿para qué he instituido la Misa sino para abrir boca? La fiesta ya se siente, su aroma percibe en este vestíbulo que es la vida terrena, ¿no lo notas? Basta un rato de oración, un roce con los sacramentos, un gesto de servicio a los demás, y presientes que lo bueno ha comenzado, y que llega a tus oídos el aviso del Rey: ¡TODO ESTÁ A PUNTO: VENID A LAS BODAS! (cf. Mt 22, 1-14).

PREPARAS UNA MESA ANTE MÍ Y MI COPA REBOSA (Salmo 22). = Tú, Señor, preparas el alimento para el comensal y el comensal para el alimento. Mediante la Encarnación del Verbo, tú cocinas lo divino para que tenga sabor humano. Y luego a nosotros, estos zarrapastrosos de los caminos, nos tomas, nos lavas y trajeas y perfumas con tus sacramentos. ¡DICHOSOS LOS LLAMADOS A LA CENA DE BODAS DEL CORDERO!, dice el Apocalipsis. No se lo pierdan, señores, todo está a punto, venid... (Apocalipsis 19, 9)

Atención a esta matrona judía que se alza entre la multitud, esta MUJER DEL PUEBLO, fogosa y enérgica (cf. Lc 11, 27-28). Su corazón materno no puede reprimirse a la vista de Jesús: “¡DICHOSO EL VIENTRE QUE TE LLEVÓ Y LOS PECHOS QUE TE CRIARON!, dichoso ese cuerpo de madre que es como el mío, en Ella, en la Virgen, también me siento madre tuya”. Esto quería decir la MUJER DEL PUEBLO, por cuya boca hablaba el auténtico Pueblo, o sea la Iglesia, a la cual personificaba sin darse cuenta. En Jesús las mujeres se entienden, las madres se solidarizan y las esposas se sienten figura de la Iglesia. ¡Bendito sea el misterio de la Iglesia, que resplandece en todas las mujeres!

PERO ÉL REPLICÓ: DICHOSOS MÁS BIEN LOS QUE ESCUCHAN LA PALABRA DE DIOS Y LA GUARDAN. ¿Y cuál es esta palabra? Cristo, el Verbo encarnado. Por tanto ESCUCHAR LA PALABRA es concebirlo y gestarlo, como hizo María. ¿Y qué es GUARDAR LA PALABRA? Hacerla crecer, como la madre hace crecer al bebé dándole el pecho. Con su réplica Jesús quiso decir: ¡Dichosa mi Madre, que realizó con su alma lo que significó con su cuerpo!.

Pbro. Dr. Pablo Prieto

No hay comentarios: