Si llevásemos un registro de todas las cosas por las que nos hemos preocupado durante un período, descubriríamos, al revisarlas, que la mayoría de nuestros problemas o dificultades anticipados nunca se materializaron.
Esto significa que la mayoría del tiempo que dedicamos a preocuparnos, aun el tipo constructivo que nos empuja a generar soluciones a lo que nos preocupa, se desperdicia.
Por lo tanto, no solo nos hemos infligido una innecesaria angustia mental, sino que hemos tomado valiosos minutos y horas que pudieron haber sido invertidos de otra manera. Para evitarlo, frecuentemente es necesario someter las Fuentes potenciales de preocupación a la fría y objetiva luz analítica de la razón.
Una vez, justo antes de un concierto importante ante un lleno total, un miembro de la orquesta de Arturo Toscanini se acercó al gran director italiano con una expresión de puro terror en su rostro.
-“Maestro - se preocupó el músico - mi instrumento no funciona bien. No puedo alcanzar la nota - E -plana. ¿Qué puedo hacer? Comenzamos en breves instantes”
Toscanini miró al hombre con completo asombro. Entonces sonrió bondadosamente y colocó un brazo alrededor de sus hombros.
-“Amigo mío - contestó el maestro - no se preocupe. La nota - E -plana no aparece en ningún lugar en la música que estará tocando esta noche”
La próxima vez que nos hallemos en medio de la preocupación sobre algún asunto, sería sabio detenernos y preguntarnos a nosotros mismos sobre la probabilidad de que el problema llegue a materializarse.
Bien pudiésemos dirigirnos a hacer algo más constructivo.
Brad Stevens
La preocupación solo nos desgasta. Vivamos el día de hoy con la seguridad de que Dios está en control de todo. Nuestra vida es preciosa ante sus ojos.
Por tanto, cuando tu Dios te dé descanso de todos tus enemigos alrededor, en la tierra que tu Dios te da por heredad para que la poseas, borrarás la memoria de Amalec de debajo del cielo; no lo olvides. Deuteronomio 25:19.
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