Robert Chesebrough tenía un producto en el cual creía incondicionalmente.
En realidad, era un invento propio. Chesebrough había transformado el sedimento que se forma en los ejes de los equipos de petróleo, cera de varillas, en una gelatina de petróleo que personalmente había comprobado que poseía grandes propiedades curativas.
Creyó tan profundamente en los aspectos curativos de su creación que se transformó en su propio “sujeto experimental”. Para demostrar a otros los beneficios de su producto, Chesebrough se quemó con ácidos y con fuego… y se cortó y raspó tan frecuentemente y profundamente… que durante toda su vida llevó las cicatrices de sus experimentos.
No obstante, Chesebrough demostró su punto de vista y la gente se convenció. Solamente tenían que mirar sus heridas y cómo las mismas se habían curado para ver el valor de su producto… el cual sigue siendo todo un éxito. Lo conocemos como vaselina.
¿Qué ve usted actualmente como una posibilidad? ¿Está lo suficientemente convencido de su potencial para ayudar a otros como para estar dispuesto a invertir su tiempo, energías, recursos y esperanzas para desarrollarlo?
El futuro pertenece a los que ven las posibilidades antes de que ellas se vuelvan evidentes.
Habacuc 2:3. Porque es aún visión para el tiempo señalado; porque ciertamente vendrá, no tardará.
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