lunes, 13 de julio de 2020

SEA YO FELIZ VIENDO TU GLORIA.


DA RISA TANTA COSA ABSURDA QUE SUCEDE. 
¿Saben? Muchas veces, por ejemplo, no puedo escribir en el blog porque simplemente, no me sirve la tecla backspace y, además, no tengo dinero para repararla.

Muchas cosas no sirven, no funcionan o son como debería. Muchísimas.
A veces parece son cada vez menos las que funcionan correctamente.
Son tantas que hasta podríamos llegar a pensar que una fuerza enemiga del bien se ha propuesto llevarnos la contraria.
Es muy perturbador no tener control sobre casi nada.

Yo, por lo menos, no voy a prestar atención a tanta cosa absurda ya que he visto que provoca que muchos están enojados, resentidos, protestando por todo y, hasta odiando y persiguiendo, llenos de amargura, todo aquello que consideran injusto o se les opone: los blancos defienden con furia a los negros, los negros no quieren ser defendidos. Los blancos piden perdón llegando a la ridiculez de sacar del mercado marcas de sirope por demostrar su arrepentimiento.

De no ser porque es cosa seria que se llegue a ese nivel de locura sería de no parar de reír.

Otros que darían mucha risa son los católicos enojados porque los obispos les piden obedecer las normas sanitarias; y también esos tontos que se creen dueños de la historia que aprovechan la ocasión para legalizar cuanta barbaridad se les ocurre; cosas muy serias, con graves consecuencias, sí; pero que, al final y  aunque nos harán sufrir, no les servirá nada más que para hacer más expedito su camino al infierno.

Vivo en la cima de una colina por lo que paso todo el día mirando desde lo alto.

Me sirve  para cuando olvido que es vital para la fe tener una mirada amplia.

Algunas veces estoy en el balconcito y me descubro que he mirado al zacate por largo tiempo; no miro más que un punto fijo y absurdo ya que, hasta con desenfoque lo veo.

Entonces me estremezco y, de inmediato, me obligo a mirar el panorama el que, aunque algunas veces se muestra siniestro debido a los nubarrones, la mayor parte del tiempo es de una tal amplitud celeste, que te hace respirar hondo y aliviado, tal como si toda aquella belleza te entrara en el cuerpo para darte salud, amor y esperanza.

Es más, cuando el cielo pasa encapotado por muchos días, traigo a mi memoria el hecho de que arriba de las nubes, la inextinguible luz del sol  lo ilumina todo.

Lo mismo hace Dios.

Dios está por sobre todo lo que sucede, iluminando como lo hace el sol; lo hace aunque  llevemos puestas orejeras, tal como caballos y mulas (esto me suena familiar)

Yo me digo, qué grande es Dios que nos permite pasar por cosas tan difíciles y tremendas.

Que grande ha sido todas las veces que ha sacado a su pueblo de la calamidad o le ha dejado ahí por un tiempo.

Dios es grande y muy grande es rezar con Jesús los salmos y, por gracia, terminar llorando.

Es una gracia infinitamente mayor que mirar el paisaje.

HAZTE UN FAVOR, REZA ESTE SALMO CON TODO EL CORAZÓN Y, DESPUÉS, CANTA.

2 ¡Sálvame, Dios mío, porque el agua me llega a la garganta!
3 Estoy hundido en el fango del Abismo y no puedo hacer pie; he caído en las aguas profundas, y me arrastra la corriente.
4 Estoy exhausto de tanto gritar, y mi garganta se ha enronquecido; se me ha nublado la vista de tanto esperar a mi Dios.
5 Más numerosos que los cabellos de mi cabeza son los que me odian sin motivo; más fuertes que mis huesos, los que me atacan sin razón.
¡Y hasta tengo que devolver lo que yo no he robado!
6 Dios mío, tú conoces mi necedad, no se te ocultan mis ofensas.
7 Que no queden defraudados por mi culpa los que esperan en ti, Señor del
 universo; que no queden humillados por mi causa los que te buscan, Dios de Israel.
8 Por ti he soportado afrentas y la vergüenza cubrió mi rostro; 9 me convertí en un extraño para mis hermanos, fui un extranjero para los hijos de mi madre: 10 porque el celo de tu Casa me devora, y caen sobre mí los ultrajes de los que te agravian.
11 Cuando aflijo mi alma con ayunos, aprovechan para insultarme; 12 cuando me visto de penitente, soy para ellos un motivo de risa;
13 los que están a la puerta murmuran contra mí, y los bebedores me hacen burla con sus cantos.
14 Pero mi oración sube hasta ti, Señor, en el momento favorable: respóndeme, Dios mío, por tu gran amor, sálvame, por tu fidelidad.
15 Sácame del lodo para que no me hunda, líbrame de los que me odian y de las aguas profundas; 16 que no me arrastre la corriente, que no me trague el Abismo, que el Pozo no se cierre sobre mí.
17 Respóndeme, Señor, por tu bondad y tu amor, por tu gran compasión vuélvete a mí; 18 no le ocultes el rostro a tu servidor, respóndeme pronto, porque estoy en peligro.
19 Acércate a mí y rescátame, líbrame de mis enemigos: 20 tú conoces mi afrenta, mi vergüenza y mi deshonra, todos mis enemigos están ante ti.
21 La vergüenza me destroza el corazón, y no tengo remedio.
Espero compasión y no la encuentro, en vano busco un consuelo: 22 pusieron veneno en mi comida, y cuando tuve sed me dieron vinagre.
30 Yo soy un pobre desdichado, Dios mío, que tu ayuda me proteja: 31 así alabaré con cantos el nombre de Dios, y proclamaré su grandeza dando gracias; 32 esto agradará al Señor más que un toro, más que un novillo con cuernos y pezuñas.
33 Que lo vean los humildes y se alegren, que vivan los que buscan al Señor: 34 porque el Señor escucha a los pobres y no desprecia a sus cautivos.
35 Que lo alaben el cielo, la tierra y el mar, y todos los seres que se mueven en ellos; 36 porque el Señor salvará a Sión y volverá a edificar las ciudades de Judá: 37 el linaje de sus servidores la tendrá como herencia, y los que aman su nombre morarán en ella.
Salmo 68

En Jesús, reconócete pequeño y podrás ver el poder y majestad de Dios. 
Maricruz Tasies

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