Solo
tenemos una vida, nadie quiere desaprovecharla. Por eso
muchos jóvenes pasan semanas y meses pidiéndole a Dios señales para ver si los
proyectos que quieren realizar son verdaderamente su voluntad. Discernir es
parte de la vida cristiana. Pero, ¿qué pasa cuando
nuestro «discernimiento» se vuelve una incapacidad de tomar decisiones pensando
que Dios tiene que elegir todo por nosotros?
Por mucho tiempo pensé que la
voluntad de Dios se expresaba únicamente con señales sobrenaturales, pero hoy a
mis 30 años soy consciente de que hay otros factores muy importantes a la hora
de elegir un proyecto de evangelización, con quién casarte, la carrera que vas
a estudiar o el apostolado social de tu comunidad.
¡Quiero
compartirte cuatro aprendizajes que me funcionan mucho y que espero que te
sirvan a ti!
1. TEN PRESENTE QUE TUS TALENTOS NO SON EN VANO
Legolas en el Señor de los
Anillos era el personaje con el arco y la flecha. Te imaginas que rumbo a la
batalla final se pregunte ¿será que Dios quiere que
use mi arco y flecha, o mejor un martillo o debo usar una espada? A
veces así parecemos los católicos cuando no usamos los talentos que Dios nos ha regalado para construir la
civilización del amor.
¿Qué talentos
tienes? ¿Eres creativo, tienes buenas capacidades de comunicación, eres muy
sensible con los niños, te gusta escuchar, eres muy bueno organizando eventos,
te va muy bien con los deportes, te encanta sacar tu cámara de fotos, disfrutas
escribir?
Tus
talentos no son simples accesorios de tu vida. Si pones tus talentos en las
manos del amor, alcanzarán para alimentar a toda una multitud.
2. ESCUCHA LAS NECESIDADES DE LOS MÁS VULNERABLES
En el capítulo 25 del
Evangelio de Mateo encontramos el conocido texto sobre el juicio final, donde
se manifiesta claramente la voluntad de Dios. «Porque
tuve hambre, y no me diste de comer, tuve sed, y no me diste de beber. Fui
forastero, y no me recibiste, estaba desnudo, y no me vestiste enfermo, y en la
cárcel, y no me visitaste».
La
solidaridad no es una palabrita de moda, es la evidencia de que el Evangelio ha
entrado a tu vida. Fray Giancarlo, un gran maestro y amigo,
siempre me repetía que no debía preguntarme «qué quería estudiar», sino «para quién quería estudiar».
La pregunta en las comunidades
no debería ser ¿qué proyecto de apostolado
hacemos?, sino ¿quién necesita nuestra ayuda?,
¿qué poblaciones vulnerables están sufriendo a nuestro alrededor? Cuando
tengas esta respuesta, solo tendrás que elegir si aceptas o no la voluntad de
Dios.
3. NO ESPERES SEÑALES SOBRENATURALES, DIOS NO
ELEGIRÁ LO QUE TE TOCA A TI
He sido testigo de muchas
comunidades que pasaron años discerniendo un apostolado social y no lograron
empezarlo. Personas que aguardaron mucho tiempo que Dios les mandara un pareja
y siguen sin recibirla. Amigos que esperaban una señal para emprender ese viaje
que querían y siguen sin hacer maletas.
No creo que el guión de
nuestra vida esté totalmente escrito como la serie «Dark».
Dios nos creó con libertad. Quien tiene la última palabra de nuestras
decisiones somos nosotros. Tenemos que aprender a tomarlas
siendo muy responsables para asumir la consecuencia de las mismas.
Que el Evangelio sea nuestra
brújula. Que el amor al prójimo sea nuestro principal criterio. Que salir de
una vida centrada en el yo egoísta sea nuestro desafío. Que nuestro deseo de
renunciar a todo pecado que atente contra la vida de los demás sea nuestro
motor.
Tenemos
que ser valientes para tomar decisiones. Dios está con nosotros en cada
paso que damos, inspirándonos desde su Palabra, abrazándonos desde la
comunidad, nutriéndonos desde la Iglesia. Pero quien toma las decisiones eres
tú. Ojalá te enamores tanto de Jesús, que tus decisiones se conviertan en
buenas noticias.
4. ¡TEN FE! MÁS QUE UN PROYECTO, DIOS TE PIDE LA
VIDA
Esto es algo progresivo. A medida que vas avanzando en la fe las exigencias crecen. Pero no queremos hacer publicidad engañosa. El estilo de vida al
que nos llama Jesús no consiste solamente en hacer alguna obra buena los
sábados por la tarde, ni asistir a un concierto católico una vez al mes o ir a
tus reuniones comunitarias cada semana.
Apostar por el Evangelio es
una apuesta de vida «all in» al estilo póker, todo o nada. Eso no significa
necesariamente que te vayas al convento o al seminario, pero hay que tener en
cuenta que estás aceptando vivir al estilo del crucificado.
Es decir, convirtiendo cada
momento de tu vida en una oportunidad para servir al prójimo, lavarle los pies a quien se siente menos, luchar por los
oprimidos. Visibilizar a los invisibles, acoger a los excluidos, defender a los
débiles, levantar a los paralizados, darle vista a los ciegos, abrigar a los
que perdieron esperanza. Recibir a los migrantes, en resumen, para darle
vida a quien está muriendo antes de morir.
No importa tu ocupación, si
eres actor de Netflix o futbolista de un equipo que juega la Copa
Libertadores. Si eres rapero de batalla de gallos o publicista. Si eres
profesor de un colegio de recursos escasos o policía en Brasil, si eres
instructor de zumba o influencer en Tik Tok.
¡USA TUS TALENTOS!
Si te conviertes en discípulo
de Jesús, usarás tus talentos, tus profesiones, tu trabajo, tu influencia, tus
recursos, tu sentido del humor, tus ideas, tus dones y carismas, tu
espiritualidad, tus aprendizajes, tus saberes, tus estudios, tus idiomas, tus
fuerzas, y todo lo que tengas para construir la civilización del amor.
Seguir a Jesús no es una
actividad que tienes que separar en tu agenda. Es un estilo de vida que dura
las 24 horas del día, los siete días de la semana. ¡Ama
y haz lo que quieras! Me encanta esta frase de san Agustín.
Antes de tomar una decisión,
mira al crucificado, respira y pregúntate si el amor que te propone Jesús está
siendo tu motor.
«Si tienes el amor arraigado en ti, ninguna otra cosa sino amor serán tus frutos» (San Agustín).
«Si tienes el amor arraigado en ti, ninguna otra cosa sino amor serán tus frutos» (San Agustín).
Escrito por Fernando Merino
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