No es fácil tomar un tren en marcha ni coger el hilo de una
conversación ya iniciada, ni situarse en el proceso de un discurso del que no
se ha oído el comienzo.
Si
soy invitado a casa de unos amigos, me las arreglo para no llegar después del
aperitivo.
Si
asistí al teatro, me gusta estar instalado antes que suba el telón, ambientarme
en mi butaca, en la sala, con mis amigos.
Si
voy a un concierto, me gusta oír como el primer violín da el “la”, como todo se organiza y como pasa de la
cacofonía al silencio y del silencio a la música.
Si
voy al cine, echo pestes contra los que pasan por delante de la pantalla y me
impiden ver las primeras imágenes (… son tan importantes).
Si
conecto la televisión para ver y oír el noticiario, me fastidia perderme el
anuncio inicial de las noticias más importantes del día, o que mientras intento
escuchar otros hablen y me impidan enterarme.
En
todas partes, siempre, cuando hay diversas personas que se reúnen para formar
asamblea y para llevar a cabo algo que aprecian, es muy importante el primer
momento, los primeros cinco minutos.
¿Y EN NUESTRAS IGLESIAS?
En
nuestras Iglesias suele suceder todo lo contrario. La gente llega tarde, se
empieza con bulla como si no importara lo que se hace y se dice.
Pero
conozco una Iglesia en la que todos los bancos están ocupados casi una hora
antes del inicio de la Santa Misa: Las personas se saludan, los niños corren un
poco por todas partes, los diáconos y sisters se mueven a lo largo esta nave al
paso, se encienden los cirios, se colocan las flores, el órgano da el “la”, la organista prepara los registros y el coro se
prepara en la ante sala, la coral, repite tal o cual frase más difícil, arriba
se comprueban las cámaras de video, los micros y las luces, todo el pueblo se
dispone para cantar y orar, sale el sacerdote y ¡que
sacerdote! Nos lleva de la Virgen María a Jesús, luego por Jesús al
Padre y… el Padre, feliz al ver como aquí se le adora, nos envía esa LLAMA que arde en su pecho y en el de su Hijo… nos
envía a Dios Espíritu Santo.
A
esta Comunidad asistí durante cuatro años. Días antes que el sacerdote viajara
a otro país por orden de sus superiores, le pregunte: ¿Padre,
cree usted que ya puedo volar? Y él me respondió: Hace tiempo que ya puede
usted volar.
Él
viajó y yo formé un grupo de oración el cual ya lleva 29 años sirviendo al
Señor en el magisterio de Sanación.
No
pongo nombres por que más de uno podría pensar que me estoy aprovechando de
fama ajena. Lo que si sé es que muchos milagros se han dado, y muchos dones han
sido repartidos entre los integrantes de este grupo que cada día crece más
físicamente y espiritualmente. Nuestro grupo es “Grupo
Católico de Oración por los Enfermos “Si Señor”.
Nuestras
reuniones se llevan a cabo todos los viernes a partir de las 8 pm en el Jr
Chinchaysuyo 219 - San Miguel. Entre las cuadras 5 y 6 de la Av. Precursores,
casi frente a la Iglesia San Miguel Arcángel. La entrada es libre.
¡BIENAVENTURADOS USTEDES SI PERTENECEN A UNA COMUNIDAD QUE
VALORA LOS PRIMEROS CINCO MINUTOS!
José Miguel Pajares Clausen
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