El protestantismo
tiene una serie de principios fundamentales sin los cuales nadie puede
considerarse, o ser considerado, protestante. Uno de ellos es el Sola
Scriptura, con su hermano de sangre el “libre examen", y otro es el
solafideísmo. Este último consiste en la tesis de que somos justificados solo
por la fe y que las obras no tienen ni arte ni parte en nuestra
salvación.
Una presentación chabacana, pero
muy real, del solafideísmo es la famosa frase de Lutero “Pecca fortiter crede fortius” -"peca con fuerza pero cree con
más fuerza"-.
Pues bien, la única vez en
toda la Biblia en que las palabras fe, sola y justificación aparecen en un
versículo es para negar el solafideísmo: Ya veis
cómo el hombre es justificado por las
obras y no solo por la fe.
Stg,2,24
Stg,2,24
Lutero fue tan “genial” que en su traducción al alemán de Romanos
5,1 “Justificados,
por tanto, por la fe, estamos en paz con Dios por medio de nuestro Señor
Jesucristo” añadió se su propia cosecha el “solo",
quedando entonces así “Justificados, por
tanto, SOLO por la fe, estamos en paz con Dios por medio de nuestro Señor
Jesucristo",
Como muchas herejías, el
solafideísmo tiene algo de verdad. San Pablo enseña: Así
pues, por gracia habéis sido salvados
mediante la fe; y esto no procede de vosotros, puesto que es un don de
Dios: es decir, no procede de las
obras, para que nadie se gloríe, Efe 2,8-9
Pero el mismo
apóstol aclara en Gálatas a qué tipo de obras se está refiriendo.
Pero, sabiendo
que el hombre no es justificado por las
obras de la ley, sino por la fe en Jesucristo, también nosotros hemos
creído en Cristo Jesús, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las
obras de la ley. Pues por las obras de
la ley no será justificado nadie. Gal 2,16
Resumiendo. San Pablo, como el
resto de la Iglesia al menos desde el primer concilio en Jerusalén
(Hch15,7-11), indica que la salvación no viene por guardar la ley mosaica sino
por gracia. Y ello por una razón elemental: “nadie,
por sí mismo, puede guardar toda la ley".
Ahora bien, el propio apóstol
señala la importancia de las obras a la hora de ser salvos. En la epístola de
Romanos escribe: Tú, sin embargo, con tu dureza y con tu corazón que no se
quiere arrepentir, atesoras contra ti mismo ira
para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, el cual retribuirá a cada uno según sus
obras: la vida eterna para quienes, mediante la perseverancia en el buen
obrar, buscan gloria, honor e incorrupción; la ira y la
indignación, en cambio, para quienes, con contumacia, no sólo se rebelan contra
la verdad, sino que obedecen a la injusticia.
Rom 2,5-8
Rom 2,5-8
¿Cómo va a ser
solafideísta al modo protestante quien enseña que Dios paga con la vida eterna
a quien persevera en el buen obrar? ¿cómo el que también enseña esto?: Los que viven según la carne sienten las
cosas de la carne, en cambio los que viven según el Espíritu sienten las
cosas del Espíritu. Porque la tendencia de la carne es la muerte; mientras que
la tendencia del Espíritu, la vida y la paz. Puesto que la tendencia de
la carne es enemiga de Dios, ya que no se somete -y ni siquiera puede- a la Ley
de Dios. Los que viven según la carne
no pueden agradar a Dios. Rom 8,5-8
Y: Entonces, ¿qué? ¿Pecaremos, ya que no estamos bajo la Ley sino bajo la gracia? De ninguna
manera. ¿Es que no sabéis que si os ofrecéis vosotros mismos como
esclavos para obedecer a alguien, quedáis como esclavos de aquel a quien
obedecéis, bien del pecado para la muerte, bien de la obediencia para la
justicia? Rom 6,15-16
Por si quedara alguna duda,
nuestro Señor Jesucristo dejó muy claro cómo va a ser el juicio de cada cual: No os maravilléis de esto, porque viene la hora en la que
todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron el bien saldrán para la resurrección de la vida;
y los que practicaron el mal, para la resurrección del juicio. Jn
5,28-29
Necios fueron Lutero, Calvino
y necios son todos los que predican el falso evangelio del solafideísmo.
Ahora bien, siendo la doctrina
católica sobre esta cuestión tan clara -especialmente en el concilio de
Trento-, ¿cómo entender que hoy está tan extendida
la idea de que Dios nos va a salvar a todos independientemente de que vivamos
en pecado o no?
Por ejemplo, aquellos que
promueven el adulterio permitiendo comulgar a los adúlteros que no tienen
intención de dejar de serlo, ¿no son como el Lutero
que dice que da igual que peques mientras crees?
De hecho, el solafideísmo está
radicalmente entroncado con la idea igualmente herética de que el hombre es
incapaz de cumplir la voluntad de Dios aunque para ello reciba la
imprescindible ayuda de la gracia de Dios. Como no puede dejar de pecar, le
basta la fe. Pues bien, la fe es tan don de la gracia de Dios como la capacidad
de vivir en santidad.
De lo contrario, sería mentira
esto: No os ha sobrevenido ninguna tentación que
supere lo humano, y fiel es Dios, que
no permitirá que seáis tentados por encima de vuestras fuerzas; antes
bien, con la tentación, os dará también
el modo de poder soportarla con éxito. 1 Cor 10,13
Y, sobre todo, esto: porque Dios es
quien obra en vosotros el querer y el actuar conforme a su beneplácito. Fil
2,13
Como ya he indicado en otras
ocasiones, la vida del cristiano gira en torno a dos grandes verdades: “porque sin mí no
podéis hacer nada” (Jn 15,5) y “todo lo puedo en aquel que me conforta”
(Fil 4,13). En otras palabras. Sin Dios, nada. Con
Dios, todo. Y en ese camino hacia la santidad, tenemos abogado fiel que
intercede por nosotros cuando pecamos, si en verdad nos arrepentimos y
confesamos nuestra infidelidad al Señor (1 Jn 1,9) .
Por último, recordemos la
advertencia del apóstol San Pablo a la Iglesia, a los fieles: Os escribí en mi carta que no os mezclaseis con los
fornicarios. Pero no me refería, ciertamente, a los fornicarios de este mundo,
o a los avaros o a los ladrones, o a los idólatras, pues entonces tendríais que
salir de este mundo. Lo que os escribí es que no os mezclaseis con quien, llamándose hermano, fuese fornicario, avaro,
idólatra, injurioso, borracho o ladrón. Con éstos, ni comer siquiera. 1ª Cor 5,9-11
Y recordemos igualmente que no
hay mayor caridad que ayudar a quien está alejado de la sana doctrina a dejar
atrás su error: Hermanos míos, si alguno de
vosotros se desvía de la verdad y otro le convierte, sepa que quien convierte a un pecador de su extravío
salvará su alma de la muerte y cubrirá sus muchos pecados. Stg
5,19-20
Quien predique
otra cosa, sea un ángel del cielo, un sucesor de los apóstoles o un pastor
protestante, sea anatema (Gal 1,8-9)
Ruega
por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las
promesas de nuestro Salvador Jesucristo.
Laus Deo Virginique Matri
Luis Fernando
Pérez Bustamante
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