sábado, 22 de junio de 2019

CONFIDENCIAS PERSONALES SOBRE EL PAPA PACELLI


Hoy os quiero participar una serie de confidencias. Pero, antes de nada, porque hay almas sencillas que se asoman a este blog (y también hay que tenerlas en cuenta), quiero dejarles claro a ellas que, la prohibición de no criticar sigue reglas distintas al hablar de la Historia. Si no se pudiera señalar lo negativo de los personajes del pasado, la Historia no sería posible.

Bien, vamos a las confidencias. Nunca me ha caído bien Pío XII. Casi diríamos que es un papa superior a mis fuerzas. Me he esforzado, pero nada. 

Si alguien alberga la bondadosa esperanza de que su canonización futura pueda cambiar mi parecer, será porque piensa que las canonizaciones pueden tener un efecto ex opere operato en mi oscurecida mente llena de Los Simpsons y en la que pululan los monstruos de The Big Bang Theory

Si no he cambiado mi opinión sobre las obras de Hildegarda von Bingen, puedo esperar que mi mente no vea la luz por el mero hecho de su futura canonización. Aunque, de momento, solo es venerable. Y conozco a muchos sujetos venerables, bastantes de ellos vivos.

En fin, que me cae mucho mejor Woody (de Toy Story) que el papa Pacelli. Pero eso no se debe a que me crea toda la tonelada de tonterías que se han escrito de él. No voy a perder tiempo ni en mencionarlas. Además, la lista de acciones meritorias que hizo ese papa friolero es larguísima. Sí, siempre tenía mucho frío.

Sus virtudes fueron muchas y sus buenas acciones quizá más que sus virtudes. Las razones de mi poco afecto pacelliano ya las expuse clara y largamente en un post de hace tiempo. Pero no recuerdo de qué año es ese post. Y ahora no tengo tiempo para hacer de arqueólogo de mí mismo.

No hizo nada malo de lo que se le atribuye. Pero sí que tengo muchas dudas de su etapa en la Secretaría de Estado en la etapa anterior a la firma del concordato con Alemania. No, lo repito, porque hiciera nada malo, sino porque no veía (con su supuesta mente clarividente) lo que ya habían visto todos los obispos alemanes. Y promovió una línea que no tuvo ninguna influencia histórica negativa, ninguna, pero que demuestra que cuando alguien en la Secretaría de Estado vaticana quiere ser astuto es cuando se cometen los mayores y más garrafales errores. 

Lo repito por si me lee alguien de esa secretaría: Cuando algún monseñor allí quiere ser muy astuto es cuando se mete la pata. Esto es una regla de oro que habría que ponerla en letras áureas encima de algún dintel de mármol de esos vaticanos despachos.

Pero dejo el asunto aquí porque no era mi propósito hablar de esto en el presente post, sino de otro asunto respecto a ese papa. Pero veo que os he quitado demasiados minutos de vuestro precioso tiempo. Sí, seguiré mañana. Podéis retornar a vuestras ocupaciones.

P. FORTEA

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