Hoy os quiero participar una
serie de confidencias. Pero, antes de nada, porque hay almas sencillas que se
asoman a este blog (y también hay que tenerlas en cuenta), quiero dejarles
claro a ellas que, la prohibición de no criticar sigue reglas distintas al
hablar de la Historia. Si no se pudiera señalar lo negativo de los personajes
del pasado, la Historia no sería posible.
Bien, vamos a las confidencias.
Nunca me ha caído bien Pío XII. Casi diríamos que es un papa superior a mis
fuerzas. Me he esforzado, pero nada.
Si alguien alberga la bondadosa
esperanza de que su canonización futura pueda cambiar mi parecer, será porque
piensa que las canonizaciones pueden tener un efecto ex opere operato en mi
oscurecida mente llena de Los Simpsons y en la que pululan los monstruos de The Big Bang Theory.
Si no he cambiado mi opinión
sobre las obras de Hildegarda von Bingen, puedo esperar que mi mente no vea la
luz por el mero hecho de su futura canonización. Aunque, de momento, solo es
venerable. Y conozco a muchos sujetos venerables, bastantes de ellos vivos.
En fin, que me cae mucho mejor
Woody (de Toy Story) que el papa
Pacelli. Pero eso no se debe a que me crea toda la tonelada de tonterías que se
han escrito de él. No voy a perder tiempo ni en mencionarlas. Además, la lista
de acciones meritorias que hizo ese papa friolero es larguísima. Sí, siempre
tenía mucho frío.
Sus virtudes fueron muchas y sus
buenas acciones quizá más que sus virtudes. Las razones de mi poco afecto
pacelliano ya las expuse clara y largamente en un post de hace tiempo. Pero no
recuerdo de qué año es ese post. Y ahora no tengo tiempo para hacer de
arqueólogo de mí mismo.
No hizo nada malo de lo que se le
atribuye. Pero sí que tengo muchas dudas de su etapa en la Secretaría de Estado
en la etapa anterior a la firma del concordato con Alemania. No, lo repito,
porque hiciera nada malo, sino porque no veía (con su supuesta mente
clarividente) lo que ya habían visto todos los obispos alemanes. Y promovió una
línea que no tuvo ninguna influencia histórica negativa, ninguna, pero que
demuestra que cuando alguien en la Secretaría de Estado vaticana quiere ser
astuto es cuando se cometen los mayores y más garrafales errores.
Lo repito por si me lee alguien
de esa secretaría: Cuando algún monseñor allí quiere ser muy astuto es cuando
se mete la pata. Esto es una regla de oro que habría que ponerla en letras
áureas encima de algún dintel de mármol de esos vaticanos despachos.
Pero dejo el asunto aquí porque no era mi propósito hablar de esto en el
presente post, sino de otro asunto respecto a ese papa. Pero veo que os he
quitado demasiados minutos de vuestro precioso tiempo. Sí, seguiré mañana.
Podéis retornar a vuestras ocupaciones.
P. FORTEA
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