martes, 6 de octubre de 2015

SOBRE EL INFIERNO


REFLEXIONES SOBRE EL INFIERNO I

En cierto modo, el infierno ni siquiera está cerrado desde dentro, sino que el yo es el infierno. El yo se transforma en la cárcel de la que no puede salir uno mismo. La única forma de salir de esa cárcel sería extinguir el yo.

Podría seguir existiendo el mismo cuerpo y el mismo espíritu, pero si borramos completamente todo lo que hay en la mente humana, entonces hay que volver a partir de cero, hay que volver a aprender, a tomar decisiones. Y el yo resultante sería otro yo. Otro yo que viviría en mi cuerpo, pero ya no sería yo. Sería un yo con nuevos recuerdos, con nuevos sentimientos. Borrar todo lo almacenado en la mente y empezar de cero sería lo mismo que poner otra cabeza en un cuerpo. Sería el mismo cuerpo, pero ciertamente sería otro yo. Por eso el infierno no tiene puerta de salida: o la extinción del yo o seguir viviendo.


Una cuestión que se me planteó hace un mes fue si nosotros podemos rezar por los condenados en el infierno para que Dios les haga más llevaderos sus sufrimientos. La verdad es que no estoy totalmente seguro de cual sea la respuesta.

Las razones en contra me parecen de más peso que las a favor. En contra de hacerlo está el que Dios nunca nos ha enseñado en la Sagrada Escritura que hagamos tal cosa. Por otra parte, tampoco me parece que sería razonable estar toda a eternidad suplicando a Dios por ellos. Daría la sensación de que hay una situación que merece ser subsanada al menos parcialmente.

Parece más adecuado pensar que tras el reordenamiento de todas las cosas que tendrá lugar tras el Juicio Final, cada cosa quedará en el lugar, modo y manera que tiene que estar, porque ese reordenamiento será hecho por Dios directamente. Y como Dios todo lo hace bien, ya no tendremos que subsanar nada.

De ahí que mi opinión es que no hay que rezar por ellos para que Dios les haga más llevaderas las penas del infierno.

P. FORTEA

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