No reniegues ni te
quejes por las circunstancias que te tocan vivir, dale gracias a Dios porque
todo obrará para tu bien, mantén la humildad y la fe, así saldrás aprobado para
entrar a tu tierra de bendición.
En Deuteronomio 8:5-6 dice: “Ten por cierto que,
así como un padre disciplina a su hijo, el Señor tu Dios te disciplina para tu
propio bien. Por lo tanto, obedece los mandatos del Señor tu Dios andando en
sus caminos y temiéndolo. Pues el Señor tu Dios te lleva a una buena tierra,
con arroyos y lagunas, con fuentes de agua y manantiales que brotan a chorros
de los valles y las colinas”.
Cada uno vive circunstancias distintas, pero todas ellas nos
sirven para hacer lo que el Señor quiere. No es una buena opción vivir con
palabras de queja y desilusión, antes tengamos agradecimiento por lo que el
Señor puede hacer por nosotros, de él proviene la salida a los tiempos de
desierto. Las circunstancias que nos tocan vivir, muchas veces son permitidas
para que sea quebrado nuestro orgullo, que impide la obra de Dios en nuestros
corazones. Las circunstancias que a veces vivimos, quebrantan la cáscara de la
vanagloria, es como romper un grueso frasco que contiene perfume, cuando es
quebrado, nos liberamos para disfrutar la fragancia de la libertad espiritual.
Deuteronomio 8:10, lo concluye así: “Cuando hayas comido hasta quedar
satisfecho, asegúrate de alabar al Señor tu Dios por la buena tierra que te ha
dado”.
Hagamos esta oración:
“Padre, hoy decido enfocarme en saber que puedo contar con tu
ayuda, que jamás me abandona ni defrauda. Dejo a un lado la queja, la
arrogancia y la desilusión. Me aferro de tu mano depositando toda mi esperanza
y fe en ti, en el nombre de Jesús. Amén”.
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